El European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC) ha hecho público un documento que puede tener una importante repercusión de cara a una definición más precisa de los llamados "grupos de riesgo" para el desarrollo de formas graves de gripe.
En su página 13, dicho informe incluye como "grupo de riesgo para experimentar enfermedad grave debido a influenza A (H1N1) 2009" a los niños menores de dos años de edad.
¿Hay un aumento de la mortalidad en este grupo de edad que justifique esta decisión? No parece así. De hecho, sabemos que es precisamente en niños y adolescentes donde se dan las menores tasas de mortalidad.
¿Cómo se explica, entonces, la inclusión de los menores de dos años como grupo de riesgo? Si leemos en el mismo informe del ECDC, la justificación parece deberse a que los niños de esta edad sufren más ingresos por gripe.
Esta mayor incidencia de ingresos en niños pequeños es conocida (no de ahora, también de la gripe estacional), pero no parece estar relacionada en modo alguno con la gravedad de su cuadro clínico. En Australia (país que quizá elabora los boletines epidemiológicos más completos sobre la gripe pandémica) han estudiado no sólo la incidencia de ingresos hospitalarios según la edad. Han estudiado también su duración.
Como puede apreciarse, la duración del ingreso es tanto menor cuanto menor es la edad. Más del 50% de los niños menores de 4 años permanecieron ingresados entre 1 y 3 días.
Este hecho es común a otras edades pediátricas y es a partir de los 20 años cuando la duración de los ingresos hospitalarios se hace más larga.
Del mismo informe de Australia cabe destacar la distribución de la mortalidad según la edad (similar a otros países del hemisferio sur):
Es fácil comprobar que, entre los fallecidos en Australia (172 en la fecha del informe al que pertenecen estas gráficas), sólo 5 eran menores de cinco años: un 2,9%. Viendo la gráfica puede comprobarse que la mortalidad es muy superior y se incrementa progresivamente en edades medias de la vida.
A la hora de delimitar grupos de riesgo es importante explicar muy bien "riesgo para qué". No es lo mismo tener una mayor proabilidad de ingreso hospitalario que mayor probabilidad de fallecer de la enfermedad en cuestión.
Esto tiene repercusiones de cara especialmente al tratamiento con antivirales. Como es bien sabido, la Organización Mundial de la Salud publicó un informe sobre uso de antivirales el 21 de agosto pasado. Documento que es aconsejable comenzar a leer por la página 42 e ir, una vez leida esta, a la página 1. En él, la OMS considera como grupo de riesgo a todos los menores de 5 años. A nadie se nos escapa las repercusiones que este hecho puede tener en la práctica clínica diaria. Todos los pediatras de atención primaria sabemos que un mismo niño, durante los "meses fríos del año", puede presentar entre 5 y 7 episodios (o más) de infección respiratoria aguda febril, cumpliendo todos ellos los criterios de "caso de sospecha" de gripe. Sabemos también que la mayoría de estos niños curan espontáneamente y que lo único que se ha de hacer, en todo caso, es aliviar los síntomas. No hay forma de hacer el diagnóstico virológico inmediato de gripe y menos aún de gripe A (H1N1) 2009. Por otra parte, aunque existiera un kit de diagnóstico rápido para dicho subtipo viral y éste estuviera disponible en todas las consultas de pediatría de atención primaria, ¿cambiaría nuestra actitud terapéutica ante un niño con gripe y buen estado general como sucede en la inmensa mayoría de las ocasiones?
A la hora de establecer grupos de riesgo, sería muy recomendable hacer una diferenciación muy clara entre "riesgo de ingresar más" y "riesgo de morir más". Ambas situaciones no tienen nada que ver y pueden inducir a emprender en los niños pequeños intervenciones diagnóstico-terapèuticas innecesarias y quizá, incluso, perjudiciales.
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