En el mundo, a cada rato es una película española del año 2004, realizada como una contribución del cine a la protección de los derechos de la infancia en el mundo y producida en colaboración con UNICEF.
La película se compone de 5 historias, que abordan las 5 prioridades de UNICEF en este ámbito:
-La lucha contra el sida (El secreto mejor guardado, de Patricia Ferreira), filmada en la India
-La inmunización, a través del paludismo (La vida efímera, de Pere Joan Ventura), filmada en Guinea Ecuatorial (Malabo)
-La atención integral a la primera infancia (Las siete alcantarillas, de Chus Gutiérrez), filmada en Argentina (Córdoba)
-La protección de la infancia (Hijas de Belén, de Javier Corcuera), filmada en Perú (Iquitos)
-La educación para las niñas (Binta y la gran idea, de Javier Fesser), filmada en Senegal
Asistir a alguna de las funciones era aportar un pequeño grano de arena, ya que una buena parte de los beneficios generados por la explotación comercial iban destinados a la financiación de los programas de desarrollo de UNICEF. Recuerdo que acudimos al estreno… y no tuvimos problema para sentarnos: eramos 6 personas en la sala. Por el contrario, ahora, para intentar visionar Avatar-3D ya llevamos tres fines de semana intentándolo, pues las salas están a rebosar (en fin, algo propio para la cultura cinéfila de nuestro entorno). No es de extrañar, la película pasó desapercibida. Y si, quizás, alguien la recuerda, será más bien por su reposición en televisión hace un tiempo.
No es cuestión de comentar la calidad técnica de cada una de las historias, con las peculiaridades propias de cada director. Lo importante es referirnos a la calidad humana de sus historias. Historias para la reflexión, vaya que sí. Si eres pediatra, además, te preguntas si realmente tiene sentido tu labor como médico en nuestro medio.
Una película que permite llorar (no hace falta ser un sentimental; basta con no ser insensible), salir con algunas ideas y con muchas dudas. Dudas necesarias. Lo que sé es que al día siguiente de visionarla tuve guardia, aún con el pensamiento sobre las injustas asimetrías del mundo. Uno de los actos “heroicos” de ese sábado de guardia fue el caso de un niño sano de 10 años con dos máculas en el brazo (nada importante y menos urgente), que tuve que revisar tras que el paciente fuera visto por el médico de familia de su pueblo, quien lo derivó al hospital, donde fue visitado, por ese orden, por el residente de familia, adjunto de urgencias y residente de pediatría. Cinco profesionales de la sanidad para un caso sin importancia. Mientras tanto, en el mundo, a cada rato, la infancia del no-primer-mundo no dispone de los derechos mínimos y de la mínima cobertura sanitaria.
Y la realidad supera a la ficción. Una realidad silenciosa, que acallamos en nuestra mente. Hoy nos acordamos de Haití… Y el lunes, tendré guardia: intentaré acordarme de las asimetrías del mundo, relativizar y ser más humano en mi profesión. No es suficiente; en principio, sólo es tomar conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario