Al menos podemos reconocer tres hitos en la Medicina… que nos pueden hacer morir de éxito: el examen MIR (“miritis”), el sistema peer-review (“expertancia”) y el factor de impacto (“impactolatría”). Hitos de los que conocemos más sus debilidades que sus fortalezas, pero frente a los que no disponemos aún de sustitutos claramente mejores.
Acaban de ser publicados los resultados del examen en la última convocatoria MIR (24 de enero de 2010), a la que se han presentado 13.480 aspirantes (de los que el 46 % son extranjeros) para un total de 6.948 plazas. Acaban de salir las calificaciones del examen y con ellas comienzan las estadísticas: una de las más repetidas es la clasificación de las facultades que más alumnos han incluido entre los 100 primeros clasificados. Este año ocupa el ranking la Facultad de Medicina de Navarra (con 9 alumnos entre los 100 primeros), País Vasco (8), Autónoma de Madrid (8) Autónoma de Barcelona (8), Valencia (7), Complutense de Madrid (6), Zaragoza (6) y Granada (6). Como informa Diario Médico en esta ocasión la elevada participación de licenciados se refleja también en la clasificación de los cien primeros, en la que figuran alumnos procedentes de cuatro países de fuera de la Unión Europea (Colombia, México, Argentina y Chile) y dos de países comunitarios (Italia y República Checa).
Pero más que hablar de rankings del examen MIR, la “miritis” (enfoque de la carrera de Medicina hacia el omnipresente examen MIR, un sistema que valora conocimientos, pero no habilidades y actitudes) merece una reflexión en profundidad, con un análisis interno de sus debilidades y fortalezas y un análisis externo de sus amenazas y oportunidades.
El sistema MIR creado en la década de los setenta en España, pasó a ser la única vía de acceso a la formación especializada en 1984 y se ha mostrado como una forma eficaz de mejorar la competencia clínica de los médicos especialistas y la calidad asistencial de los hospitales, pese a sus también reconocidas debilidades y limitaciones. Pero para que el sistema MIR se mantenga vivo es necesaria una autoevaluación permanente. La formación especializada vía MIR no ha sufrido prácticamente ninguna evolución en los últimos 30 años y es necesario revisarla para conseguir una formación que dé mayor flexibilidad al sistema.
El sistema MIR goza de un merecido prestigio, pero debe adaptarse a las necesidades reales de nuestra sociedad, de forma similar a lo que viene sucediendo hace tiempo en países de nuestro entorno. En los últimos años se han producido una serie de cambios sociales y sanitarios de la población, así como en la organización del propio modelo sanitario o las expectativas de los propios MIR, que cuestiona este sistema de formación tal como fue concebido.
La opinión de los propios MIR debe considerarse parte importante en la mejora de la calidad de su propia formación. El año pasado publicamos en Anales de Pediatría una encuesta al respecto a 61 residentes de Pediatría de cuarto año. Aunque pocas veces se han modificado los programas docentes en base a esas opiniones, el análisis autocrítico del sistema MIR (de docentes, discentes y métodos en uso) siempre es positivo, en tanto que la credibilidad de nuestro sistema MIR saldrá reforzada.
Las facultades seguirán presumiendo del número de alumnos entre los 100 primeros puestos del MIR. La duda es saber si mejores puestos del MIR implica una formación pregrado de mejores médicos.
2 comentarios:
Soy un defensor a ultranza del examen MIR (y eso que no salí especialmente bien parado, aunque tampoco me puedo quejar).
¿Por qué? Porque he visto, padecido, o como se quiera decir, el "mamoneo" en que consisten otras convocatorias para acceder a plazas públicas del sistema público de salud.
¿Es mejor médico el que saca mejor nota? No. ¿Se puede tener una prueba más objetiva para saber quién es mejor médico? No.
El MIR es un examen objetivo, justo, transparente, donde todos están con igualdad de posibilidades. Y donde se suele cumplir que "a más codos, mejor nota".
Probablemente, Gonzalo, tengas razón. el examen MIR es objetivo. Pero la cuestión a debate esencial no esa, sino la excesiva orientación teórica de los seis años de la Facultad de Medicina en busca de ser los mejores en contestar los ítems planteados en las 250 preguntas del examen MIR. Yo obtuvo un excelente número en el MIR, fui premio extraordinario de Licenciatura en la Universidad de Salamanca, pude elegir el lugar de formación que quise (Pediatría en La Paz), nunca supe más medicina que entonces..., pero cuando comencé mi primera rotación de R1 en Neonatología dudaba si realmente había estudiado medicina o filosofía y letras, pues me sentía inútil como médico. Me ha costado muchos años (aún sigo en ello) poder resolver las deficiencias de una formación desenfocada.
Insisto, Gonzalo, el problema no es la prueba (examen MIR) sino el programa (que el pregrado diseña para llegar al examen MIR).
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