Coincidiendo con la entrada de hace dos días, resulta que en España, en un colegio de Granada, está teniendo lugar un brote epidémico de sarampión. En niños no vacunados, por supuesto. Cabe recordar que el sarampión, junto con la poliomielitis, son dos de las enfermedades para las que se cuenta en la actualidad con los recursos técnicos necesarios (vacunas) para su erradicación del planeta, como sucedió en su día con la viruela. Si los niños se vacunan, claro está.
Ayer eran ya 20 los casos declarados. Algunos han precisado ingreso hospitalario. En la noticia de prensa podemos leer: "El primero de los casos se detectó en el Colegio de Infantil y Primaria Gómez Moreno, situado en el barrio del Albaicín, en un grupo de niños que no habían sido vacunados por sus padres, situación que dio lugar a la extensión del brote al resto de personas, cinco de ellas del centro educativo y sólo dos adultos". El subrayado en negrita es mío.
Ignoro las causas de la negativa de los padres a vacunar del sarampión (de hecho, a vacunar de la triple vírica, sarampión-parotiditis-rubeola). Puede ser por dejadez, por ignorancia, o por "creencias" (ya nos hemos referido en varias ocasiones en este blog a los grupos antivacunas). Pero las consecuencias están a la vista: la dejadez o irresponsabilidad de unos pocos padres la pagan sus propios hijos... y los hijos de los demás que, por edad, aún no habían podido recibir la correspondiente vacuna.
Es un hecho bien conocido en epidemiología que, cuando la cobertura vacunal global baja de determinado umbral, acaba por alcanzarse un número crítico de personas susceptibles en los que puede aparecer un brote epidémico. Lamentablemente, es lo que está sucediendo.
Sobre la vacuna del sarampión corrieron ríos de tinta cuando se le achacó una inexistente relación con el autismo. El 28 de enero de este año informábamos del fallo del Consejo General Médico británico en contra del Dr Andrew Wakefield, que en 1997 estableció esa falsa asociación. La revista Lancet, que publicó el artículo del Dr. Wakefield, ha procedido a retirarlo. Pero...
... Pero mucha gente, de forma incomprensible, sigue creyendo que todo se trata de una conspiración. Es triste contemplar cómo en pleno siglo XXI las pulseras holográficas, la homeopatía o las torías conspiranoicas antivacunas gozan de tan buena salud.
En cuanto a la vacuna del sarampión y su inexistente relación con el autismo, escribí en su día, a raíz de la investigación sobre el Dr. Wakefield, que "Cuando se siembra la sombra de la sospecha es muy difícil recuperar la confianza. El Dr. Wakefield ha optado por la huida hacia delante reafirmándose en sus teorías. Lamentablemente, muchos lo respaldarán. Vivimos tiempos en los que la conspiranoia y la pseudociencia gozan de muy buena salud".
Lamentablemente lo escrito entonces sigue - y seguirá...- siendo cierto. De la misma forma que hay personas que creen que la tierra es plana (y no es broma), el fenómeno antivacunas va creciendo y se va extendiendo. Las consecuencias las pagaremos todos.
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