En este enlace de Wikipedia podemos encontrar un buena explicación de la diferencia entre las distintas modalidades de la medicina preventiva. Según la visión del médico (enfermedad presente o ausente) y la visión del paciente (capacidad de enfermar presente o ausente) se distinguen las tres clásicas modalidades de prevención (primaria, secundaria y terciaria) y una más, reciente, novedosa y de rabiosa actualidad: la cuaternaria.
En este blog nos encanta hablar de la prevención cuaternaria, y no es la primera vez que lo hacemos. La prevención cuaternaria es el conjunto de actividades sanitarias que atenúan o evitan las consecuencias de las intervenciones innecesarias o excesivas del sistema sanitario, ese exceso de celo diagnóstico, terapéutico y preventivo de nuestra medicalizada sociedad.
Una entrada del blog Sano y salvo recoge el artículo de Juan Gervás, uno de los verdaderos padres y difusores de este concepto en España, recientemente publicado en Actualización en Medicina de Familia y bajo el título de "Prevención cuaternaria: es posible (y deseable) una asistencia sanitaria menos dañina". Un artículo sin desperdicio, de principio a fin (y que viene acompañado de una presentación en diapositivas) y de más que recomendable lectura. Aún así, recojo los siguientes heurísticos que conducen a una práctica sanitaria menos dañina:
- «Toda intervención sanitaria conlleva beneficios y daños. Solo algunas ofrecen más beneficios que daños.»
- «La prevención es mejor que la curación cuando la intervención preventiva hace menos daño que la intervención curativa.»
- «Las cascadas son inevitables, salvo en su origen.»
- «Hace menos daño un “no” razonable que un “sí” complaciente.»
- «Hay muchos problemas para los que no tenemos respuesta.»
- «Todo paciente tiene alguna conducta sana.»
Conceptos todos ellos que nos deben ayudar a reflexionar sobre la "arrogancia de la medicina preventiva". De ello tuvimos oportunidad de reflexionar en el campo de la pediatría en un trabajo que escribimos hace unos años en conjunto y que os adjunto. Una arrogancia preventiva que todos debemos tener presente en nuestra práctica clínica (los cribados y a todas las edades, como paradigma) y que en, algún caso, se ha llegado a jugar con la expresión de "este programa de cribado puede dañar gravemente su salud".
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