El cine de un país es dependiente de su entorno económico y cultural y de los mercados internos. Desde el origen del cine sonoro y durante el siglo XX, el 90% de la producción total cinematográfica en Latinoamérica se concentró solo en tres países: Argentina, Brasil y México. Y Argentina es el único país ganador de algún Oscar dentro de Latinoamérica, con sus películas La historia oficial (Luis Puenzo, 1985) y El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2010). En “Cine y Pediatría” hemos ido destacando la peculiaridad e importancia de dos cinematografías de Latinoamérica: Colombia y Argentina, con frecuentes ejemplos.
Pero hay otros países de Latinoamérica cuyo cine es prácticamente desconocido fuera de sus fronteras. Uno de estos países es Paraguay, un país sin prácticamente industria cinematográfica y en cuya historia solo hay 20 películas cien por cien paraguayas. Y por ello la película de hoy es una gran excepción: 7 cajas (Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, 2011), premiada en varios festivales internacionales y nominada a galardones de cine de prestigio mundial (entre ellos el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y los Premios Goya), con elogios de parte de la crítica y el público. Hasta tal punto que se ha convertido en la película más taquillera de todos los tiempos en Paraguay (superando incluso a la superproducción Titanic de James Cameron).
Es por ello que 7 Cajas se ha convertido en un trepidante y divertido hito del cine paraguayo y una de las grandes revelaciones del cine iberoamericano de los últimos años. 7 cajas es la película que ha situado a Paraguay en el mapa cinematográfico (quizás en el año 2006 lo hiciera parcialmente la Hamaca paraguaya de Paz Encina). Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori no son el Quentin Tarantion de Pulp Fiction o el Danny Boyle de Trainspotting, pero hacen de la dificultad virtud y lo intentan, consiguiendo una película con un ritmo frenético casi hollywoodense al que añaden la idiosincrasia guaraní del Mercado 4 de Asunción.
7 cajas narra las peripecias de Víctor (Celso Franco), un carretillero adolescente de 17 años en el emblemático Mercado 4 de Asunción, que sueña con aparecer en la televisión y que acepta el sospechoso encargo de evitar que la policía encuentre siete cajas con un contenido desconocido a cambio de la mitad de un billete rasgado de 100 dólares (la otra mitad del dinero se le entregaría cuando éste termine su trabajo). Y es aquí donde el alucinante Mercado 4 y sus gentes se convierten en un personaje más, como un escenario vivo durante las 24 horas del día, ese microcosmos en el corazón de Asunción y, posiblemente, el lugar más emblemático de Paraguay, donde convergen muchas culturas. El mundo del mercado es hostil, competitivo y hay cientos como él esperando llevar en sus carretillas las compras de los clientes a cambio de una pequeña remuneración.
Víctor tiene que transportar esas misteriosas 7 cajas y emprende el viaje de cruzar las 8 manzanas que tiene el mercado misión que se antojaba fácil, pero las cosas se le van complicando: le roban una caja, pierde el móvil, es perseguido por un grupo de carretilleros dispuestos a quitarle la mercancia y también es perseguido por la policía, hasta que entiende que ahora es cómplice de algo demasiado peligroso.
Un thriller a la paraguaya que encierra toda una filosofía sobre el Mercado 4.
Los pasillos de El Mercado 4 son interminables. En él viven alrededor de 500 personas, pero moviliza comercialmente a unas 2.000. Allí conviven, día a día, coreanos, chinos, árabes, judíos y paraguayos. El Mercado 4 vende de todo: frutas, carne, verduras, productos electrónicos, informática, ropa y, a veces, hasta la dignidad. Allí más de un millón de historias se cruzan cada día.
Curiosamente la película está subtitulada, pues aunque está rodada en español, también se habla en guaraní y en jopara, el dialecto que mezcla los dos idiomas anteriores. Y curiosamente la película se ha convertido en una especie de símbolo nacional. De hecho, las copias piratas de la película no se venden en el Mercado 4 y eso que es el epicentro de la piratería nacional. El cine, como ven, también puede hacer patria.
Muchas personas me preguntan cómo consigo localizar tantas películas de tantos lugares, algunas muy ajenas a las carteleras de España. Y la respuesta es clara: por los muchos amigos que, desde las redes sociales, me invitan a conocer nuevas obras del séptimo arte. Esta de hoy es una recomendación de Patricio José Ruiz Lázaro, compañero pediatra en Alcalá de Henares (y cinéfilo empedernido) y un gran conocedor de la adolescencia y trabajador a favor de la adolescencia. Y de adolescentes de otras culturas versa 7 cajas, adolescentes que sobreviven en familias desestructuradas y en sociedades hostiles, sin formación académica, con el trabajo infantil como sustento y balsa de salvación (o perdición). En adolescentes que luchan por salir adelante (sin saber bien a dónde, con el sueño de llegar a aparecer en televisión, quizás como Victor, nuestro protagonista) y en donde su pequeño mundo a veces tiene la extensión de Mercado 4, un pequeño y difícil mundo lleno de emociones.
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