Fue Sofía Coppola (hija del gran Francis Ford) quien escribió el guion y dirigió en 2013 The Bling Ring, basándose en un artículo de Vanity Fair redactado por Nancy Jo Sales y titulado “The Suspects Wore Louboutins”.
En el obsesionado mundo de la fama en Los Ángeles, un grupo de cinco adolescentes (los miembros originales son Rachel Lee, Nick Prugo, Alexis Neiers, Courtney Ames y Tess Taylor), fascinados por las celebridades y el universo de las marcas, rastrean en Internet la agenda de las celebridades para robar sus residencias, en un perturbador juego de delincuencia en las colinas de Hollywood. Basada en hechos reales, los adolescentes hacían un seguimiento de sus objetivos y robaron más de 3 millones de dólares en bienes de lujo de sus hogares en menos de un año (entre octubre de 2008 y agosto de 2009): dinero, joyas, ropa, zapatos, etc. Las víctimas incluyeron a Paris Hilton, Lindsay Lohan, Megan Fox, Kirsten Dunst, Orlando Bloom, Audrina Patridge, Mischa Barton, o Rachel Bilson y la banda se dio a conocer en los medios de comunicación como "The Bling Ring".
Pero Coppola desarrolló la historia desde el punto de vista de los ladrones y de una manera libre de prejuicios, y para ello seleccionó a jóvenes relativamente nuevos a la actuación para interpretar a la banda (salvo el caso de Emma Watson, ya con cierto experiencia en la saga de Harry Potter). Curiosamente, dos víctimas de esta banda, Paris Hilton y Kirsten Dunts, tuvieron un cameo en la película. Y se cuidó especialmente la banda sonora, pues Brian Reitzell trabajó estrechamente con Sofía Coppola para encontrar canciones contemporáneas que encajaran con el escenario de la película y nos regala una mezcla de géneros tales como hip-hop/rap, krautrock y electrónica, con aportaciones especiales del rapero Kanye West o de M.I.A.
Aunque la película fue objeto de diferentes opiniones por la crítica cinematográfico, y se consideró bastante lejana de la ópera prima de la directora (Las Vírgenes Suicidas, 1999, y que serán motivo de reflexión la próxima semana) o a la película oscarizada que la encumbró (Lost in Traslation, 2003), lo cierto es que Sofia Coppola ha dedicado su carrera a retratar los pesares que afligen y acongojan a la clase alta o media alta. Y en este caso nos ofrece una nueva mirada al vacío existencial que sufre esa clase de juventud sin penurias económicas y los efectos de la fama sobre una juventud impresionable y sin un objetivo en la vida. Y donde queda claro que los atracos no se deben a la necesidad, sino al aburrimiento y al vacío que no puede ser llenado, a ese desapego emocional crónico y compartido con el resto del grupo.
Porque esta banda de adolescentes dedicados a robar en las mansiones de gente famosa de Hollywood no lo hacían por falta de recursos económicos o de oportunidades educativas, sino el tedio, la vacuidad y la aureola de notoriedad. Y, ojo a los ciberadictos o despreocupados con la red, porque para obtener las direcciones de las celebridades a las que iban a robar, "The Bling Ring" recurrió a Google Maps y otras páginas webs.
Con una narrativa más dinámica a la que nos tiene acostumbrados y una historia más enfocada a lo lineal, Sofía Coppola continúa su exploración de personajes jóvenes que se sienten perdidos en un contexto al que intentan pertenecer. Y es justo en su análisis sobre una juventud obsesionada con tener lo que no puede, que The Bling Ring demuestra que tiene más que ofrecer además de vestuarios bonitos y casas lujosas. Y es por eso que en esta película encontramos un discurso bastante amplio e interesante y como nos dice Emma Watson: “Todo se reduce a malas decisiones, a quién tienes como amigo”.
Los valores en la adolescencia y en la juventud es un tema prioritario, o debiera serlo, para la sociedad, pues es el futuro. Y en esta etapa debería quedar claro que vivir con reglas no es vivir atado y vivir con libertades no es vivir como se quiere y sin tener presente a los demás. Porque los valores que tenemos son el resultado de todo lo que nos han trasmitido nuestra familia, la escuela y la sociedad en la que nos ha tocado vivir. De acuerdo a los valores que tomamos como propios (valores morales, religiosos, intelectuales, estéticos, económicos, biológicos, etc.) a lo largo de nuestra vida, dependerá la calidad de esta y su armonía, en aras de una vida plena. No es fácil, en un siglo XXI manejado por las nuevas tecnologías (y en donde los jóvenes son nativos digitales de Facebook, Twitter, Youtube o Washapp ) y el “postureo” (abogando por la fama fácil, cómoda y sin demasiado fundamento), que cundan valores fundamentales como la honestidad, tolerancia, libertad, lealtad, respecto, entrega, esfuerzo… o responsabilidad. A esta triste realidad nos aproxima The Bling Ring… y lo hace junto con el “famoseo” que se mueve en las colinas de Hollywood.
Porque el mundo de los valores es amplio, complejo y en constante transformación. Y todos somos libres, además, de escoger nuestros valores y darles el orden y la importancia que creamos correctos de acuerdo a nuestra manera de ser y de pensar: y en la juventud actual pesa demasiado ser ladrones de fama mal entendida.
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