sábado, 26 de julio de 2014

Cine y Pediatría (237). Luchar contra el olvido “bajo la misma estrella”


El escritor estadounidense de literatura juvenil John Green escribió en 2012 su sexta novela, “The Fault in Our Stars”, que se convirtió en un bestseller que la revista Time calificó como “malditamente cercana a la genialidad”. La historia es narrada por Hazel Grace Lancaster, una adolescente de 16 años de edad que padece cáncer de tiroides en estadio IV diagnosticado a los 13 años, un cáncer con metástasis a pulmones, lo que le ocasiona un estado de disnea permanente por lo que vive y viaja con sus gafas nasales y su bombona de oxígeno a todos los lados. Su madre cree que está deprimida, así que empieza a ir a un grupo de apoyo, aunque en realidad no hay nada más deprimente que un grupo en el que cada día la lista de compañeros por los que rezar es más larga. Precisamente uno de esos días conoció a Augustus Waters, un joven de su misma edad, exjugador de baloncesto que tiene amputada una pierna a causa del osteosarcoma. Y es así como Hazel y Gust viven su peculiar love story del siglo XXI bajo los efectos de la quimioterapia, que no idealiza la enfermedad ni glorifica a sus víctimas. Green expresa que el título del libro fue inspirado por la famosa frase de Julio César de William Shakespeare cuando Casio en el acto 1/escena 2 de la obra le dice a Bruto “¡La culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores!”. Y lo cierto es que muchos autores de bestsellers contribuyeron con sus críticas positivas a engrandecer la novela, entre ellas Jodi Picoult, la autora de “My sister's keeper” (cuya novela pasó al cine como La decisión de Anne -Nick Cassavetes, 2009-) y Markus Zusak, autor de “The Book Thief” (y llevado a la pantalla como La ladrona de libros -Brian Percival, 2013-), aunque también es verdad que algún crítico la ha calificado de “pornografía emocional”, por la descarada manipulación de las emociones del espectador. 

La adaptación cinematográfica de la novela, bajo el título en español de Bajo la misma estrella, ha sido dirigida en 2014 por Josh Boone. Todo un reto cuando hablamos de un libro sobre el cáncer que no quiere caer en los tópicos propios del género, un libro con el que la risa se combina con el llanto (y hay mucho llanto, avisamos), que te hace reflexionar más sobre la vida que sobre la muerte, que no idealiza la enfermedad ni glorifica a sus víctimas, que no ahonda en los malos momentos y a la vez resulta profundamente conmovedor. 

A sus 16 años, Hazel Grace (espléndida y conmovedora Shailene Woodley, vista en alguna parte… y entonces uno recuerda que era la hija mayor de George Clooney en Los descendientes -Alexander Payne, 2011-) se siente incómoda por la desmedida protección que sus padres (Laura Dern y Sam Trammell) ejercen sobre ella, hija única y enferma terminal. Quiere sentirse una chica normal de su edad, pero es difícil… hasta que conoce a Gus (Ansel Elgort), ese chico sin la pierna derecha que le ha devuelto la ilusión, el valor de la amistad y del que acaba profundamente enamorada: “Gus, mi amor, no puedo decirte lo agradecida que estoy por nuestro pequeño infinito. Yo no lo cambiaría por nada del mundo. Me diste un para siempre dentro de los días contados, y te lo agradezco”. 
Los dos son amantes de la lectura y Gus le ha preparado una gran sorpresa: ir a Amsterdam a conocer a su escritor favorito, Peter Van Houten (Willem Dafoe), que le ha devuelto la esperanza con un libro de autoayuda, “Un dolor imperial”, del que quieren conocer el final. Y es así como ese libro y ese personaje sorprendente aparece como un macguffin en la trama (quizás como la visita a la casa de Ana Frank). 
Y son las lúcidas apreciaciones de Hazel Grace todo un acierto, a través de la cual la película reparte (sin debatir) emociones y reflexiones sobre las constantes psicológicas, sociológicas y médicas del cáncer en nuestra sociedad de principios del siglo XXI y dónde encontrar la salvación de cada uno, el paciente o la familia. Porque estamos más bien en los dominios de Romeo y Julieta (Franco Zeffirelli, 1968), esos amores que no pueden llegar a buen puerto por culpa de un destino inclemente, donde las imposiciones sociales del siglo XVI son ahora sustituidas por la enfermedad metastatizante en el siglo XXI: “Gus, soy una granada. Algún día voy a estallar...y voy a acabar con todo a mi alcance. Y no quiero hacerte daño”

Y es así como Bajo la misma estrella se suma a otros títulos que demuestran la vigencia cinematográfica del romance trágico: Recuérdame (Allen Coulter, 2010), Restless (Gus Van Sant, 2011), Ahora y siempre (Ol Parker, 2012) o Más allá del amor (Shana Feste, 2014). Una película (y una novela) repleta de frases de cine, frases con ciencia y con conciencia: 
"Mis pensamientos son estrellas No puedo entender en constelaciones”. 
"Oh, no me importaría Hazel Grace. Sería un privilegio que me rompieras el corazón". 
"Porque eres hermosa. Disfruto mirando a la gente hermosa, y yo decidí hace un tiempo no negarme a mí mismo los placeres más simples de la existencia". 

Una película (y una novela) en donde sus dos personajes luchan por algo que les provoca un gran temor (especialmente a Gus): luchar contra el olvido una vez ya no se encuentren en esta vida. Porque la vida no tiene que ser perfecta, para ser extraordinaria. Vale…

Sea como sea, no gustará a todos, pero solo sé que en las últimas semanas en mi consulta de Pediatría hablo más de la película (y del libro) con mis pacientes adolescentes que de fármacos o enfermedades. Dedicada a Ariel y Carina, amigos argentinos del alma que me hablaron de ella, y a tantos amigos en el otro lado del Atlántico que me recomiendan películas.

 

1 comentario:

Carina dijo...

Una película a la que tenes que ir preparado para la emoción y el llanto , que relata la enfermedad con mucho respeto.
Muy buena reseña , donde volví a emocionarme con las frases que tan bien elegiste para comentarla.
Gracias por dedicarla
Con Cariño
Carina