Las películas sobre coros juveniles han triunfado con dos propuestas casi opuestas. Una es francesa, nostálgica y melodramática, tomando como paradigma una película que tocó el corazón de los espectadores: Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004), una obra llena de valores sobre el valor de la música en la educación de la infancia. La otra propuesta es estadounidense, algo gamberra, con chicas buenas, chicas malas y chicas raras, aunque no se olvida de los problemas juveniles: Dando la nota (Jason Moore, 2012), que logró llegar a los adolescentes sin dificultad. Y entre medias una filmografía que está a medio camino entre Francia y Estados Unidos, con una cultura y un cine que desea tomar lo mejor de ambos países: hablamos de Canadá y de la película Gabrielle (Louise Archambault, 2013), donde las canciones de un coro especial se constituían en el punto de encuentro entre la música, la discapacidad, la sexualidad bien entendida y la dignidad de las personas.
Y en el año 2014 se estrena El coro, película que siendo estadounidense se aproxima al modelo francés, porque, no en balde, su director es el canadiense François Girard, un experto en documentales de música clásica y director de la película El violín rojo, un reconocido film donde nos demostró la capacidad para captar el alma de un instrumento musical y por el que obtuvo en el año 1988 el Oscar a Mejor música original.
Los chicos del coro y El coro se parecen en el título y en sus intenciones, pero no en el resultado. El coro ha contado en su haber con un elenco actoral de Oscar: los ganadores Dustin Hoffman (Mejor actor, en el año 1979 por Kramer contra Kramer y en el año 1988 por Rain Man), y Kathy Bates (Mejor actriz en el año 1990 por Misery), y la triple nominada a Mejor actriz, Debra Wringer (en el año 1982 por Oficial y caballero, en el año 1983 por La fuerza del cariño y en el año 1993 por Tierras de penumbra). Y pese a ello, el guión no nos devuelve una historia tan sólida como la del educador Clément Mathieu, quizás por ser demasiado previsible, quizás por definir menos de lo debido a algunos personajes, quizás por ser un drama de superación personal demasiado convencional.
El coro es una película especialmente dedicada a los amantes de la música, donde el niño protagonista de 11 años, Stet (interpretado por Garrett Wareing, un modelo adolescente llamado a ser un nuevo Leonardo DiCaprio), encuentra en el canto la tabla de salvación a una infancia en la que lucha contra todo y, especialmente, contra sí mismo y su infancia de perdedor, favorecido por el fallecimiento de una madre adicta al alcohol y un padre ausente que ha formado otra familia feliz. Ingresa en un internado y sus dotes para el canto le permiten entrar en una escuela de música de alto prestigio, donde no parece no encajar con su rebeldía y enfado con la vida.
Allí encontrará la figura de un director de música estricto y paternal, Mr. Carvelle (Dustin Hoffman), quien jugará un papel decisivo para encauzar el don natural de Stet hacia la música. Una relación que no será fácil entre ambos, pero donde el tesón del profesor cambiará la vida de su alumno: "Tienes un don, pero no es suficiente... Es tu momento y los estás desaprovechando". Stet llegará a formar parte del Coro Nacional de Niños, pero no sin dificultad por la rivalidad de Davon, la estrella del coro. La rivalidad de Stet y Davon es patente entre el propio profesorado: "Stet es instintivo, Devon es analítico".
Un momento muy especial es la preparación del "Hallelujah" de Haendel, cuando la directora dice en el Consejo Escolar: "Vais a coger esa partitura tan sagrada y divina de Haendel y vais a hacer maravillas con ella. Quiero ver ángeles descendiendo del cielo en la misma catedral. Quiero que la gente llore. ¡Quiero que tú y tus chicos hagáis añicos las vidrieras del templo!".
Finalmente pasa el tiempo y a Stet le cambia la voz, a lo que Mr. Carvelle le dice: "Nunca volverás a cantar como antes. Esa voz, ese sonido no eran tuyos para siempre. Te los han prestado un tiempo y ahora se han ido a otra parte". Y su carta final de recomendación: "A quien corresponda: Stet Tate es el mejor alumno que he tenido en mi vida".
Los coros de niños remontan sus raíces en las capillas de la Alta y la Baja Edad Media, pues hasta el siglo XIX las mujeres tenían prohibido cantar en las iglesias. Aún hoy en día los coros de niños continúan ligados a esa tradición de interpretar música sacra y, aunque ya se propagaron los coros mixtos, en realidad no han desplazado al coro de niños. Los coros de niños suelen estar constituidos sólo por voces de soprano y contralto, pues a esa edad es imposible que interpreten las melodías correspondientes a las voces de bajo, barítono o tenor; solo el cambio de voz de la adolescencia (habitualmente a los 12-13 años) les permite en ocasiones obtener esas voces que suelen interpretar hombres. Son famosos los Niños Cantores de Viena, el Coro de Santo Tomás de Leipzig, el Coro de Niños de Töltz, el Coro Santo Tomás de Aquino de Madrid, etc. Y la película El coro nos remonta a revivir esta historia de los coros de niños dentro de la particular historia entre un director y su alumno, una historia donde la música se convierte una vez más en salvadora. Y a partir de la cual comprendemos un poco mejor el pensamiento de Friedrich Nietzsche: “Sin música la vida sería un error”.
Y la música tiene la capacidad de corregir ciertos errores de la vida, como le ocurre a Stet, un chico con una voz que es un don y al que el profesor le reprime: "La música no significa nada para ti. Abandonar es lo único que sabes hacer". Y en El coro se enfrenta el don de la música y el don de la vida, como nos recuerda la canción de los créditos finales "The mistery of your gift" de Josh Groban, y la sentencia de Mr. Carvelle: "Algunos os haréis contratenores, otros barítonos, otros serán dentistas. Lo importante no es la música, sino vosotros".
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