Las películas se montan a partir de guiones originales y de guiones adaptados. Los guiones adaptados pueden proceder de la propia literatura o de la propia realidad. Estos últimos son los “basados en hechos reales” y, de antemano, ya nos preparan para un plus de emoción en muchas ocasiones. Nuestra película de hoy se basa en un hecho real acaecido en el año 1993 en Nebraska, entre las ciudades de Lincoln y Falls City. Brando Teena (nacido como Teena Brandon) fue un hombre transgénero que fue golpeado, violado y asesinado brutalmente a los 21 años de edad por dos exconvictos, John Lotter y Marvin Thoman Nissen, por motivo de transfobia, en uno de los crímenes de odio que más conmocionaron a la opinión pública de Estados Unidos en la década de los 90. Porque ese es un país de contrastes, capaz de ofrecer la versión más abierta e integradora del ser humano y, al mismo tiempo, la más cruenta y terrible de la América profunda, la que vive ajena al progreso propio de la sociedad. Y no es mucho desvelar que una de las partes más visibles de la sociedad estadounidense, sus presidentes, son reflejos de esa dualidad, tan paradójica como poco positiva.
Un hecho así pronto vio la luz como un documental, The Brandon Teena Story (Susan Muska, 1998) y, posteriormente, como la película Boys Don´t Cry (Kimberly Peirce, 1999) protagonizada por una excelsa Hilary Swank en el papel principal, merecedora del Oscar a Mejor actriz y un buen número de otros galardones. Hillary Swank es una actriz todoterreno que en Cine y Pediatría ya hemos conocido en películas como Diarios de la calle (Richard LaGravenese, 2007) y Mary & Martha (Phillip Noyce, 2013), y quien ya antes nos dejó su segundo Oscar a Mejor actriz con Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004). La cineasta y fotógrafa Kimberly Peirce se embarcó, para su ópera prima, en este proyecto investigando a fondo los acontecimientos reales y elaborando un guión que se centra principalmente en la historia de amor entre Brandon y Lana, una adolescente fascinada por el misterioso chico a la que no le importan los secretos que pueda ocultar. El resultado es un filme estremecedor, de gran dureza, que se erige como manifiesto de denuncia contra el fanatismo, la violencia y la humillación que se ejerce en el llamado primer mundo contra aquellos que se atreven a vivir su diferencia. Y Kimberly Peirce, pese a este buen comienzo, no se ha prodigado en la dirección: solo tres películas en su haber, y la última también ha formado parte de Cine y Pediatría, como fue el remake de Carrie que dirigió en 2013.
Y en esta película, como espectadores, asistimos a las dudas de Brandon, sus tormentos, sus ilusiones, sus deseos y a todo lo que mueve su vida. Un chico que intentaba reasignar su identidad sexual, que no buscó hacer daño a nadie y que terminó por sufrir los daños de la ignorancia de una sociedad bárbara que no tolera las diferencias.
Boys Don´t Cry fue rodada con un bajo presupuesto, propio del cine independiente, pero se convirtió rápidamente en una de las películas clave dentro del cine LGTBI. La enorme cantidad de premios que fue acumulando desde su mismo estreno le han valido entrar también entre las películas más a tener en cuenta de las últimas décadas y ahora que se cumplen 20 años de su estreno su visionado sigue impresionando, especialmente su devastador final, auténtico mazazo para cualquier espectador con sentido común y una mente abierta.
Teena Brandon siempre ha deseado ser un chico. Así que un día decide cortarse el pelo, ocultar sus pechos bajo un vendaje apretado, vestirse como un chico y cambiar el orden de su nombre, pasándose a llamar Brandon Teena. Entonces decide marchar de su natal Lincoln, donde vive atrapada en un mundo que no la acepta, e inicia un viaje en busca de la felicidad, en busca de ese cambio tan ansiado, en busca de oportunidades nuevas. Tratando de escapar de todo lo que su pueblo representa llega a la cercana Falls City, también en el estado de Nebraska, donde podrá quizás dar rienda suelta a sus sueños. Brandon es un joven sensible que no tarda en meterse en el bolsillo a la pequeña población rural, y allí conoce a Lana Tisdel (Chloë Sevigny, una de las musas del cine indie), una bella rubia veinteañera y a su especial familia y amigos.
Brandon vive atrapado en un cuerpo que no acepta y en un mundo que no le acepta, y por ello busca en el amor la manera de redimirse de todo cuanto odia. Y encuentra en Lana ese amor, que comienza con dudas pero se hace incondicional pese a acabar confesándole su secreto mejor guardado: “Soy hermafrodita… Una persona que a la vez es mujer y hombre”. Y por ello la emoción nos desborda cuando Lana visita a Brandon en la cárcel y le dice: "Aunque seas medio hombre o medio mono, voy a sacarte de aquí", mientras suena la canción de The Cure con título homónimo a la película. Porque Lana acaba amando sin importarle que sea Teena o Brandon, porque quiere a esa persona independientemente de su sexo. Pero ese amor incondicional no lo tiene la madre de Lana, quien le espeta “Yo te invito a mi casas y tú expones a mi hija a tu enfermedad”. Ni tampoco lo tiene la policía, quien le pregunta maliciosamente a Brendan, tras ser violado: “¿Por qué andas con chicos si eres una chica?, ¿por qué vas por ahí besando a las chicas?”.
Y aunque la película nos remarca en su título que los chicos no lloran, nosotros seguimos llorando por la transfobia, por no hacer el esfuerzo de entender a esas personas que no solo no encuentran su lugar en el mundo, sino que desean sentirse queridas, por una vez aceptadas y a la vez aceptarse a sí mismas. Y tres mujeres, su directora y sus dos jóvenes actrices, se ponen al frente de esta película independiente de bajo presupuesto para recordarnos que los chicos no lloran. Y este recuerdo permanece - y debe permanecer – con su visionado, por ser una de las películas denuncia emblemáticas para luchar frente a la transfobia.
La transfobia es el miedo, el odio, la falta de aceptación o la incomodidad frente a las personas transgénero, consideradas transgénero o cuya expresión de género no se ajusta a los roles de género tradicionales. La transfobia puede impedir que las personas transgénero y de género no conforme tengan vidas plenas a salvo de daños. Porque la transfobia puede adoptar diferentes formas, incluidas las siguientes: creencias y actitudes negativas, aversión y prejuicios contra las personas transgénero, miedo irracional y malentendidos, falta de aceptación o descarte de los pronombres o la identidad de género preferidos, insultos y lenguaje despectivo, intimidación, abuso y hasta violencia.
La transfobia puede generar formas tanto sutiles como manifiestas de discriminación. Por ejemplo, es posible que a las personas transgénero (o, incluso, que se cree que lo son) se les niegue trabajo, vivienda o cuidado de la salud solo por el hecho de ser transgénero. Algunas personas son transfóbicas por contar con información errónea (o por no tener ninguna información) sobre las identidades trans, incluso es posible que no sepan de los problemas de las personas transgénero, o que no conozcan a una persona trans. Y el resultado de la transfobia es que puede ser muy dañino a las personas que lo sufren, incluyendo depresión, miedo, aislamiento, sentimientos de desesperanza o suicidio.
¿Y qué podemos hacer para ayudar a detener la transfobia? Porque nadie tiene derecho a discriminar ni a herir a una persona física o emocionalmente. Hay varias cosas que puedes hacer para ayudar a detener la transfobia, como por ejemplo: no usar comentarios infamantes contra las personas transgénero, no hacer preguntas personales sobre los genitales, las cirugías ni la vida sexual de una persona transgénero, no crear estereotipos ni tampoco hacer suposiciones sobre ellas, respetar los nombres y pronombres que las personas trans eligen, etc. Actitudes positivas e integradoras que se soportan en la formación e información adecuada, en el respeto y amor a las personas, sin etiquetas.
No permitamos que nuestro comportamiento haga llorar a nadie…
Y en esta película, como espectadores, asistimos a las dudas de Brandon, sus tormentos, sus ilusiones, sus deseos y a todo lo que mueve su vida. Un chico que intentaba reasignar su identidad sexual, que no buscó hacer daño a nadie y que terminó por sufrir los daños de la ignorancia de una sociedad bárbara que no tolera las diferencias.
Boys Don´t Cry fue rodada con un bajo presupuesto, propio del cine independiente, pero se convirtió rápidamente en una de las películas clave dentro del cine LGTBI. La enorme cantidad de premios que fue acumulando desde su mismo estreno le han valido entrar también entre las películas más a tener en cuenta de las últimas décadas y ahora que se cumplen 20 años de su estreno su visionado sigue impresionando, especialmente su devastador final, auténtico mazazo para cualquier espectador con sentido común y una mente abierta.
Teena Brandon siempre ha deseado ser un chico. Así que un día decide cortarse el pelo, ocultar sus pechos bajo un vendaje apretado, vestirse como un chico y cambiar el orden de su nombre, pasándose a llamar Brandon Teena. Entonces decide marchar de su natal Lincoln, donde vive atrapada en un mundo que no la acepta, e inicia un viaje en busca de la felicidad, en busca de ese cambio tan ansiado, en busca de oportunidades nuevas. Tratando de escapar de todo lo que su pueblo representa llega a la cercana Falls City, también en el estado de Nebraska, donde podrá quizás dar rienda suelta a sus sueños. Brandon es un joven sensible que no tarda en meterse en el bolsillo a la pequeña población rural, y allí conoce a Lana Tisdel (Chloë Sevigny, una de las musas del cine indie), una bella rubia veinteañera y a su especial familia y amigos.
Brandon vive atrapado en un cuerpo que no acepta y en un mundo que no le acepta, y por ello busca en el amor la manera de redimirse de todo cuanto odia. Y encuentra en Lana ese amor, que comienza con dudas pero se hace incondicional pese a acabar confesándole su secreto mejor guardado: “Soy hermafrodita… Una persona que a la vez es mujer y hombre”. Y por ello la emoción nos desborda cuando Lana visita a Brandon en la cárcel y le dice: "Aunque seas medio hombre o medio mono, voy a sacarte de aquí", mientras suena la canción de The Cure con título homónimo a la película. Porque Lana acaba amando sin importarle que sea Teena o Brandon, porque quiere a esa persona independientemente de su sexo. Pero ese amor incondicional no lo tiene la madre de Lana, quien le espeta “Yo te invito a mi casas y tú expones a mi hija a tu enfermedad”. Ni tampoco lo tiene la policía, quien le pregunta maliciosamente a Brendan, tras ser violado: “¿Por qué andas con chicos si eres una chica?, ¿por qué vas por ahí besando a las chicas?”.
Y aunque la película nos remarca en su título que los chicos no lloran, nosotros seguimos llorando por la transfobia, por no hacer el esfuerzo de entender a esas personas que no solo no encuentran su lugar en el mundo, sino que desean sentirse queridas, por una vez aceptadas y a la vez aceptarse a sí mismas. Y tres mujeres, su directora y sus dos jóvenes actrices, se ponen al frente de esta película independiente de bajo presupuesto para recordarnos que los chicos no lloran. Y este recuerdo permanece - y debe permanecer – con su visionado, por ser una de las películas denuncia emblemáticas para luchar frente a la transfobia.
La transfobia es el miedo, el odio, la falta de aceptación o la incomodidad frente a las personas transgénero, consideradas transgénero o cuya expresión de género no se ajusta a los roles de género tradicionales. La transfobia puede impedir que las personas transgénero y de género no conforme tengan vidas plenas a salvo de daños. Porque la transfobia puede adoptar diferentes formas, incluidas las siguientes: creencias y actitudes negativas, aversión y prejuicios contra las personas transgénero, miedo irracional y malentendidos, falta de aceptación o descarte de los pronombres o la identidad de género preferidos, insultos y lenguaje despectivo, intimidación, abuso y hasta violencia.
La transfobia puede generar formas tanto sutiles como manifiestas de discriminación. Por ejemplo, es posible que a las personas transgénero (o, incluso, que se cree que lo son) se les niegue trabajo, vivienda o cuidado de la salud solo por el hecho de ser transgénero. Algunas personas son transfóbicas por contar con información errónea (o por no tener ninguna información) sobre las identidades trans, incluso es posible que no sepan de los problemas de las personas transgénero, o que no conozcan a una persona trans. Y el resultado de la transfobia es que puede ser muy dañino a las personas que lo sufren, incluyendo depresión, miedo, aislamiento, sentimientos de desesperanza o suicidio.
¿Y qué podemos hacer para ayudar a detener la transfobia? Porque nadie tiene derecho a discriminar ni a herir a una persona física o emocionalmente. Hay varias cosas que puedes hacer para ayudar a detener la transfobia, como por ejemplo: no usar comentarios infamantes contra las personas transgénero, no hacer preguntas personales sobre los genitales, las cirugías ni la vida sexual de una persona transgénero, no crear estereotipos ni tampoco hacer suposiciones sobre ellas, respetar los nombres y pronombres que las personas trans eligen, etc. Actitudes positivas e integradoras que se soportan en la formación e información adecuada, en el respeto y amor a las personas, sin etiquetas.
No permitamos que nuestro comportamiento haga llorar a nadie…
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