El reto de la crianza de los hijos por parte de un padre solo, separado o viudo, ya ha sido tratado en Cine y Pediatría desde diversas ópticas. Todos recordamos ese padre (y ciudadano) modelo que fue Atticus Finch (para mayor gloria interpretativa de Gregory Peck) en Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962). Y desde Cine y Pediatría hemos ido desgranando otros padres coraje en películas de distintas nacionalidades: desde Estados Unidos, Yo soy Sam (Jessie Nelson, 2001) con Sean Penn y su hija Dakota Fanning, En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006) con Will Smith y su hijo (también en la vida real) Jaden Smith, El niño de Marte (Menno Meyjes, 2007) con John Cusack, y su especial hijo adoptado, Bobby Coleman, Ser padre (Paul Weitz, 2021) con Kevin Hart y su hija Melody Hurt; desde Italia, Líbero (Kim Rossi Stuart, 2006) con Kim Rossi Stuart y sus hijos Alessandro Morace y Marta Nobili; desde Australia, Rómulo, mi padre (Richard Roxburgh, 2007) con Eric Banna y su hijo Kodi Smit-McPhee; desde España, Ismael (Marcelo Pyñeiro, 2013) con Mario Casas y su hijo Larsson do Amaral; desde Francia, Mañana empieza todo (Hugo Célin, 2016) con Omar Sy y su hija Gloria Coslton; o desde Turquía, Milagro en la celda 7 (Mehmet Ada Öztekin, 2019) con Aras Bulut Iynemli y su hija Nisa Sofiya Aksongur. Todas ellas nos recuerdan que una madre es muy importante para los hijos en su crianza. Pero esa importancia es especialmente patente cuando el padre tiene que conseguir solo esa función.
Y hoy llega una película del Reino Unido dirigida por un italiano y que transcurre en Irlanda del Norte: Cerca de ti (Uberto Pasolini, 2020). Y nos narra una historia que es una lección de vida que debe prescribirse para extasiarnos con la trascendencia del amor y con el valor de ese cine que nos embriaga en su simplicidad. Una película que se alzó con el Premio del Público en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y que ahonda, de forma sencilla y emotiva, en la relación entre un padre y un hijo. Uberto Pasolini se inspiró en una historia real en la que un padre se pasó los últimos meses de su vida buscando una familia para su hijo pequeño. Y con esta mimbres, ese director ocasional, que de joven fue banquero, pero que pronto se pasó a la producción cinematográfica con un taquillazo como Full Monty (Peter Cattaneo (1997), nos sorprende con una pequeña gran película, en la que delicadeza y mesura se fusionan con un argumento emotivo. Ya en su anterior película, Nunca es demasiado tarde (2013), marcó el camino a estas premisas de su cine. Comentar que el apellido de este director no tiene vinculación familiar con el de Pier Paolo Pasolini, pero sí es sobrino de Luchino Visconti.
Cerca de ti nos habla sobre la sencilla vida de John (James Norton), un joven de 34 años que se gana la vida como limpiador de cristales en Belfast, y su hijo de 4 años, Michael (Daniel Lamont). Una relación paterno-filial basada en un amor puro e incondicional dentro de la dificultad, con una complicidad que apreciamos en cada momento de esos rituales del día: en el desayuno, al acompañarle al colegio, paseando y comiendo helados, de compra en el supermercado, en la ducha cuando le quita los piojos, cuando leen un libro, cuando rezan al acostarse,…o cuando ponen las velas en la tarta de cumpleaños (y el detalle de esa vela de más que le entrega el hijo a su padre). Vamos descubriendo que viven solos porque la madre les abandonó al nacer Michael y también que una enfermedad (no definida) del John le pone una meta de unos pocos meses de vida por delante. Dos hechos esenciales que son dibujados tenuemente, para centrarse en los esfuerzos de este padre por encontrar a una familia capaz de criar, educar y amar a Michael como él hace, antes de que sea demasiado tarde.
Entonces recurre a una agencia de adopción y, desde allí, una angelical Shanon (Eileen O´Higgins), acompaña a John y Michael a conocer a posibles familias candidatas para esa complicada misión. Familias muy diversas, familias sin hijos, con hijos de acogida, con hijos naturales y adoptados, algunas familias normales y otras extrañas. John les explica: “Es un niño muy callado, pero hace caso siempre y se porta muy bien. Es muy popular en la escuela. Siempre me dicen que es un niño fantástico. Es cariñoso, bueno… Es un niño muy feliz. Yo solo quiero que tenga una familia normal, dos padres, una bonita casa familiar, todo lo que yo no tuve siendo niño. Solo quiero que pueda hacer lo que yo no pude, que nunca pude imaginar”. Porque también descubrimos sin subrayados que la infancia del padre no fue fácil.
Es una película que logra tratar con sutileza la crudeza del argumento. Y ello con diálogos muy interesantes, pero con silencios que la hacen aún más potente. Una de las familias le llega a preguntar a John: “¿Qué quiere que sepa su hijo?, ¿cómo le gustaría que le recordara?”. Pero especialmente emotivas son las palabras de Shanon: “Hay que decidirse. Ya no nos queda tiempo”. Y todo ello alrededor de escenas simples del día a día que resultan conmovedoras en su simplicidad.
Ante tantas visitas a familias, el pequeño Michael llega a pregunta al padre: “¿Qué es adoptar?” Y tras la explicación, su respuesta es clara: “Yo no quiero “adoptar” ”. Es así como John se va preparando para lo inevitable a medida que nota su deterioro. Esta es la parte más dominada por los sentimientos, pues es difícil no ponerse en su lugar. Y esa lectura con su hijo del libro “Cuando mueren los dinosaurios. Guía para comprender la muerte”; y la explicación del padre: “Como el escarabajo que dejó su cuerpo y ahora vuela en el bosque, un día, pronto, papá dejará su cuerpo. Pero siempre estaré cerca de ti, en el en aire… No me verás, pero podrás hablar conmigo y yo te escucharé. Siempre estaré contigo en el aire que te rodea, y en el sol que te da calor, y en la lluvia que te moja”.
Y prepara la caja de recuerdos con mimo, con distintas cartas en sobres para abrir en distintos momentos de la futura vida de Michael. Porque aquí resuenan los consejos previos de Shanon: “Llegará un momento en que piense en ti todos los días. Necesitará algo con lo que empezar, algo físico y real en lo que aferrarse e ir construyendo”. Y nos desemboca a un final arrollador y necesario. Una película para ver y sentir, que nos puede dejar huella. La misma que ya nos ha dejado esa relación tan especial de padre e hijo, de John y Michael, un dúo protagonista que emociona con esa espectacular interpretación de James Norton y, sobre todo, del pequeño Daniel Lamont. Capaces de expresar tanto con tan poco. La mirada final del niño ya es inolvidable… y está cerca de nuestro corazón.
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