Tengo un amigo pediatra que trabaja en un centro de salud. A su cuidado tiene unos 1.350 niños, con lo que desde luego no tiene tiempo de aburrirse.
Anda mi amigo algo mosqueado con todo lo que se lee, se oye y se ve en periódicos, radios y televisiones. Mi amigo procura informarse y ve que esta "gripe nueva" no parece tan fiera como la pintan. Ya ha pasado por todo el hemisferio sur y ha comprobado, leyendo las estadísticas de aquellos lejanos países, que esta "gripe nueva" parece incluso más leve que la que cada año está acostumabrado a lidiar. De hecho, mi amigo ve con algo de desasosiego cómo estas estadísticas oficiales, en cierto modo, van por un lado, y las recomendaciones de organismos oficiales (OMS, CDC, ECDC...) parecen ir por otro. Parece que todas estas respetables organizaciones se han puesto de acuerdo en considerar como "grupo de riesgo" a los niños pequeños. La OMS, a todos los menores de 5 años. Los otros dos organismos, a los menores de 2 años.
Mi amigo ya tiene una edad (tampoco mucha, pero digamos que ya ha cubierto el ecuador de su vida laboral, si es que le dejan jubilarse). Tiene ya, por tanto, una experiencia. Mucha o poca, pero la tiene. Cada otoño-invierno (y el resto de los meses del año también) sabe que son precisamente los niños y niñas de esos grupos de edad los que más consultan. Bueno, no ellos: sus padres y madres. Por eso ya sabe que, aunque estos niños son los que más vienen a consulta, la inmensa mayoría de las ocasiones lo hacen por enfermedades víricas, respiratorias y digestivas, en su mayoría banales.
A fecha 5 de octubre, ve que su consulta es como otros años por estas fechas: niños pequeños con fiebre, tos y mucosidad, y un excelente estado general. Pero este año tiene una particularidad: desde que la "gripe nueva" apareció en escena, ve que todos esos niños que ve (pero todos-todos) cumplen los criterios de caso clínico de sospecha de gripe. Tampoco es que esos criterios pidan mucho: fiebre de 38º o más y síntomas catarrales. Es decir, síntomas y signos poco o nada específicos.
Sin embargo, y leyendo las recomendaciones de esos sesudos organismos antes mencionados, mi amigo ve con extrañeza (y hasta con cierto susto) cómo algunos de sus protocolos instan a prescribir antivirales a esos niños que ve siempre y que sabe de sobras que se curan solos.
"Tampoco hay manera de saber si el niño que tengo delante tiene gripe o no, ya que no tengo pruebas de diagnóstico rápido", me dice mi amigo. Y tiene razón. "No sólo para saber si tiene la gripe, sino para saber si es la A H1N1 2009", y le vuelvo a dar la razón. "¿Se nos va a pedir que a todos estos niños con infecciones respiratorias agudas a los que nunca les hemos dado fármacos - excepto paracetamol o ibuprofeno - les demos ahora medicación antiviral?". A mi preocupado amigo le respondo que no lo creo...
Mi amigo me comenta que, ante la cantidad de información en cierto modo contradictoria que tiene en la cabeza, va a seguir aplicando su sentido común y ojo clínico. Yo le digo que es lo mejor que puede hacer. Le recomiendo además que busque información independiente y basada en pruebas (que la hay) y sin conflictos de intereses.
Mi amigo me dice que, por jugar, va a contar hoy cuantos niños de los que verá durante la tarde cumplen los criterios de caso de sospecha de gripe. Si me lo cuenta os lo escribiré en este blog.
Medicina Basada en el Sentido Común (MBSC)
ResponderEliminarSentido Común...
ResponderEliminarQue se lo digan a la OMS.
O a Roche.
Y tal.