Fue en 2006 cuando en "Evidencias en Pediatría" realizamos una lectura crítica de una revisión sistemática que comparaba la eficacia de la medicina convencional frente a la medicina homeopática. El estudio original se publicó en la revista Lancet y ponía de manifiesto algo que era de esperar: "los resultados obtenidos en la RS sobre homeopatía son compatibles con un efecto placebo, mientras que los obtenidos en la RS sobre medicina convencional son compatibles con un efecto específico de la intervención."
Es preocupante que, a pesar de esta y otras evidencias posteriores, las llamadas "medicinas alternativas" disfruten de respaldo oficial. No hace mucho podíamos leer en el blog El supositorio que el 29 de septiembre de 2009, en España, "todos los grupos parlamentarios aprobaron por unanimidad una proposición no de ley sobre el ejercicio de la homeopatía".
Peor aún: la Organización Médica Colegial, que tan valientemente se posicionó el año pasado contra la panicodemia de gripe que se avecinaba, reconocía el 14 de diciembre a la homeopatía como "acto médico a realizar por personal cualificado en centros sanitarios autorizados". A pesar de ello, disfruta del reconocimiento oficial, político e incluso - esto es más grave - de la principal asociación médica española. La noticia puede parecer anecdótica pero no lo es. Estamos hablando de un tipo de medicina que no es que haya demostrado su eficacia: es su ineficacia la que ha sido demostrada.
En mi actividad asistencial diaria, cada vez me encuentro con más pacientes que recurren a este tipo de medicina. Habitualmente, gracias a Dios, por problemas médicos menores que tienden a la resolución espontánea. El problema aparece cuando las "medicinas alternativas" se aplican en enfermedades graves, sustituyendo a la medicina tradicional, que ofrece intervenciones con eficacia demostrada mediante ensayos clínicos.
Desde este blog poco podemos hacer. Simplemente, reivindicar que el avance de la ciencia ha venido de la mano del desarrollo del método científico. Y que cualquier intervención farmacológica, para ser aplicada, requiere haber demostrado su eficacia mediante los estudios experimentales pertinentes. Estudios que requieren un cumplimineto estricto de la normativa legal y de un consentimiento informado de los participantes.
Os dejamos un vídeo de un programa que - los que tenemos ya cierta edad - no nos costará reconocer. El auge de las medicinas pseudocientíficas no es de ahora. ¿Alguien se acuerda del programa "Fantástico" de hace 30 años?
Muchas y muchas gracias por el articulo. Soy un gran (llegando al fanatismo) defensor de la medicina convencional. Mi entorno personal más próximo está al otro lado y me cuesta mucho aguantar el tipo. Sobretodo porqué mi hijo pequeño (2 años) es de los que está "siempre" enfermo y le tengo de dar, ventolín, corticoides, antibióticos. O sea, que soy casi un criminal desde el punto de vista de muchos de estos a los que ustedes hacen referencia.
ResponderEliminarUn saludo desde las trincheras de la ciencia.
A mí este tema me saca de quicio, y no logro entender por qué asociaciones, gobierno y entidades oficiales respaldan este intento de truco barato.
ResponderEliminarLo único que podemos hacer es seguir luchando para que no gane más posiciones en la sociedad...
Saludos!!