Vivimos en una sociedad polimedicada. Es el sino, al parecer, de los países desarrollados. Pero dentro de esa polimedicación, los psicofármacos merecen un capítulo aparte. Al menos en España: hasta un 37,9% de la población, en un estudio realizado en Asturias, ha consumido estos medicamentos en el último mes. Estudios realizados en otras zonas geográficas de España ofrecen cifras similares.
¿Estamos tan mal como para que más de un tercio de la población esté habitualmente psicomedicada? El tema da de sí para mucho y ya le dedicaremos en su momento una entrada (o varias). Indudablemente, los trastornos de ansiedad, la depresión... son enfermedades reales. Pero su prevalencia no parece corresponderse ni justificar el megaconsumo de estos fármacos. Mi mujer, que es médico de familia, dice que lo que más ve en la consulta es lo que ella llama "TIC": acrónimo de "trastorno de infelicidad cotidiana". O la conversión en enfermedad de las contrariedades normales de la vida. Vivimos en una sociedad con baja, muy baja tolerancia a la frustración, y en la que parece que "todo" tiene tratamiento farmacológico. Las contrariedades de la vida ordinaria también...
Pero ya hablaremos de esto otro día porque el tema da para mucho. Centrándonos en el megaconsumo de psicofármacos, éste no respeta sexo ni edad. Así, muchas mujeres (más que los hombres) reciben tratamiento con antidepresivos. Muchas están en edad fértil.
En dos recursos excelentes, "El Rincón de Sísifo" y "Hemos Leído", se han hecho eco de dos trabajos que estudian el efecto de los antidepresivos durante el embarazo. Así, en "Hemos Leído", se comenta un metaanálisis de nueve estudios, por el que sabemos que sus "datos sugieren que existe un incremento de riesgo de nacimiento con defectos cardiovasculares cuando se utiliza fluoxetina durante el primer trimestre de embarazo. El riesgo de esta asociación se ha estimado en aproximadamente un 2/100, frente a la tasa estimada en la población general de aproximadamente un 1/100".
Y en la cuenta Twitter de "El Rincón de Sísifo" se nos informa de un estudio de cohortes publicado en Pediatrics en el que el consumo de antidepresivos - antagonistas de la recaptación de la serotonina - durante el segundo y tercer trimestre se asociaba a un leve retraso en la adquisición de habilidades motrices, tales como la sedestación o la bipedestación. Leve, como señala el estudio, pero real.
Así que la coincidencia en el tiempo de estos dos trabajos nos da buenos motivos para la reflexión. Huelga decir que durante el embarazo el estatus ideal de consumo de medicamentos por parte de la futura madre debería ser "cero fármacos". Tampoco hay que perder de vista el hecho de que muchas mujeres que desean quedar embarazadas presentan un trastorno real que requiere medicación y que en esta situación la futura madre debe ser informada de los posibles riesgos. Pero, ante la elevadísima prevalencia de consumo de psicofármacos en nuestro medio, la planificación de un embarazo, en una mujer en tratamiento con estos medicamentos, debería obligar en muchos casos (posiblemente la mayoría...) a reconsiderar el motivo que justificó su indicación.
En la práctica clínica muchas veces se tiende a combinar más de un antidepresivo como estrategia terapéutica, bien para disminuir efectos secundarios -al reducir las dosis de ambos-, o para tratar de potenciar el tratamiento de la depresión. Este reciente estudio apoya la estrategia de la combinación farmacológica.
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