Leemos en la web de la Asociación Española de Pediatría la noticia de que el Journal Citation Reports (JCR) acaba de publicar su informe del año 2009, en el que por primera vez se calcula el Factor de Impacto (FI) de Anales de Pediatría, que ha sido de 0.363. Anales de Pediatría es indexada por el Science Citation Index (SCI) desde el 1 de enero 2009 y su primer FI oficial estaba previsto para junio de 2012. Por tanto, el anuncio se ha adelantado 2 años.
En los últimos años el mundo de las publicaciones médicas ha experimentado también la llamada del control de calidad. y con esta función se aplican los indicadores métricos de la información, de lo cual ya hemos hablado en este blog. El proceso científico es susceptible, por tanto, de ser cuantificado.
Para describir la contribución científica de una investigación cabe distinguir entre la calidad (o rigor científico), la importancia (o relevancia sobre el avance del conocimiento científico y/o práctica clínica) y el impacto, aspectos interrelacionados, pero no equivalentes. El impacto es indicativo de la supuesta difusión o visibilidad a corto plazo de una investigación entre la comunidad científica. En 1965, Garfield fue el primero en sugerir este concepto mediante la contabilización de las citas que recibían las publicaciones individuales e introdujo el conocido FI, el indicador bibliométrico más conocido y utilizado, publicado anualmente en el JCR a través de las revistas que forman parte de la cobertura del SCI. El FI es un indicador bibliométrico basado en el recuento de citas del SCI que se calcula, para cada revista, estableciendo la relación entre las citas que en un año determinado han recibido los trabajos publicados durante los dos años anteriores, y el total de artículos publicados en ella durante esos dos años. El motivo de coger dos años es que es el tiempo promedio a partir del que se calcula que un trabajo circula plenamente en la comunidad científica y puede ser utilizado y citado. El número de citas se divide por el número de artículos publicados para corregir la ventaja potencial de las revistas que publican muchos trabajos, ya que éstas tienen mayor probabilidad de ser citadas. En la actualidad, obtener el FI se ha convertido en una especie de garantía de calidad editorial, pues para ello los editores se ven obligados a cumplir y a mantener unos estándares cualitativos y, además, supone un excelente atractivo para lograr que los autores envíen sus mejores manuscritos a la revista, lo que a su vez redunda en incrementar su calidad e impacto.
Debido a la necesidad de disponer de instrumentos cuantitativos de la productividad científica, el manejo del FI de las revistas biomédicas se ha extendido de tal manera que algunos colegas profesan una verdadera “impactolatría”, es decir, culto o adoración incontinente al FI como si se tratara de la panacea de la evaluación en ciencia. La “impactolatría” conlleva una práctica simplista en la que se presupone que el FI de la revista es indicativo de la calidad o importancia de la investigación científica concreta y, por extensión, de los autores de ésta. Dos variantes extremas de esta “impactolatría” son la “impactofilia” y la “impactofobia”, ambas no deseables.
Aunque hay alternativas al FI, JCR-SCI es, hoy por hoy, la “meca” a la que toda revista biomédica quiere llegar y en la que se incluyen casi 7.000 revistas de distintas ramas de la ciencia. En el área de Pediatrics encontramos 94 revista de Pediatría: la única en español es Anales de Pediatría, que con el actual FI se sitúa en el 4º cuartil de las revistas pediátricas indexadas. Pero el caso es empezar, estar y crecer…
Enhorabuena a todos por esta buena noticia, muy esperada y justa. Pero, especialmente, gratitud a los directores de la revista (por su política editorial) y a los autores (por sus artículos), pues entre todos han llevado a Anales de Pediatría a ser la revista pediátrica de mayor calida en español.
En los últimos años el mundo de las publicaciones médicas ha experimentado también la llamada del control de calidad. y con esta función se aplican los indicadores métricos de la información, de lo cual ya hemos hablado en este blog. El proceso científico es susceptible, por tanto, de ser cuantificado.
Para describir la contribución científica de una investigación cabe distinguir entre la calidad (o rigor científico), la importancia (o relevancia sobre el avance del conocimiento científico y/o práctica clínica) y el impacto, aspectos interrelacionados, pero no equivalentes. El impacto es indicativo de la supuesta difusión o visibilidad a corto plazo de una investigación entre la comunidad científica. En 1965, Garfield fue el primero en sugerir este concepto mediante la contabilización de las citas que recibían las publicaciones individuales e introdujo el conocido FI, el indicador bibliométrico más conocido y utilizado, publicado anualmente en el JCR a través de las revistas que forman parte de la cobertura del SCI. El FI es un indicador bibliométrico basado en el recuento de citas del SCI que se calcula, para cada revista, estableciendo la relación entre las citas que en un año determinado han recibido los trabajos publicados durante los dos años anteriores, y el total de artículos publicados en ella durante esos dos años. El motivo de coger dos años es que es el tiempo promedio a partir del que se calcula que un trabajo circula plenamente en la comunidad científica y puede ser utilizado y citado. El número de citas se divide por el número de artículos publicados para corregir la ventaja potencial de las revistas que publican muchos trabajos, ya que éstas tienen mayor probabilidad de ser citadas. En la actualidad, obtener el FI se ha convertido en una especie de garantía de calidad editorial, pues para ello los editores se ven obligados a cumplir y a mantener unos estándares cualitativos y, además, supone un excelente atractivo para lograr que los autores envíen sus mejores manuscritos a la revista, lo que a su vez redunda en incrementar su calidad e impacto.
Debido a la necesidad de disponer de instrumentos cuantitativos de la productividad científica, el manejo del FI de las revistas biomédicas se ha extendido de tal manera que algunos colegas profesan una verdadera “impactolatría”, es decir, culto o adoración incontinente al FI como si se tratara de la panacea de la evaluación en ciencia. La “impactolatría” conlleva una práctica simplista en la que se presupone que el FI de la revista es indicativo de la calidad o importancia de la investigación científica concreta y, por extensión, de los autores de ésta. Dos variantes extremas de esta “impactolatría” son la “impactofilia” y la “impactofobia”, ambas no deseables.
Aunque hay alternativas al FI, JCR-SCI es, hoy por hoy, la “meca” a la que toda revista biomédica quiere llegar y en la que se incluyen casi 7.000 revistas de distintas ramas de la ciencia. En el área de Pediatrics encontramos 94 revista de Pediatría: la única en español es Anales de Pediatría, que con el actual FI se sitúa en el 4º cuartil de las revistas pediátricas indexadas. Pero el caso es empezar, estar y crecer…
Enhorabuena a todos por esta buena noticia, muy esperada y justa. Pero, especialmente, gratitud a los directores de la revista (por su política editorial) y a los autores (por sus artículos), pues entre todos han llevado a Anales de Pediatría a ser la revista pediátrica de mayor calida en español.
Interesante articulo
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