Lo pongo así, entre comillas, porque es el titular de un artículo publicado en las páginas de salud de la prensa generalista (diario "El Mundo") el pasado 29 de junio. La tos ferina es una enfermedad que, realmente, nunca ha llegado a desaparecer: la corta duración del efecto protector de la vacuna convierte a la población adulta en el principal reservorio de la Bordetella pertussis. El mecanismo de transmisión adulto-lactante es, por ello, más que plausible. Es hora de que, de una vez por todas, se incluya la vacuna acelular contra la tos ferina dentro del calendario oficial de vacunaciones en adultos.
¿Qué niños son los más indefensos? Los lactantes, muy especialmente los más pequeños. Aquellos que, por su corta edad (menores de dos meses) no han podido recibir aún la primera dosis de vacuna o bien lactantes algo más mayores que sólo han posido recibir una sola dosis.
Se están estudiando estrategias para combatir este problema. En "Evidencias en Pediatría" realizamos la lectura crítica de un ensayo clínico piloto que estudiaba la seroconversión de los neonatos vacunados con la vacuna acelular durante los primeros 5 días de vida, con revacunación al mes. Con las limitaciones propias de todo estudio piloto, los primeros resultados parecen muy prometedores: considerando como protector una elevación del nivel de anticuerpos 4 veces por encima del nivel basal, el 56% de los niños del grupo 1 (vacunados al nacimiento y al mes de vida) lo alcanzaron frente al 0% de los niños del grupo 3 (que no recibieron ninguna dosis de vacuna): reducción absoluta del riesgo: 56%; intervalo de confianza del 95% (IC 95%): 36,5% a 75,5%), con un número necesario a vacunar para conseguir dicha seroconversión (NNT) de 2 (IC 95%: 1 a 3). No se registraron efectos adversos graves relacionados con la administración de la vacuna acelular.
Son resultados preliminares, insisto, procedentes de un estudio piloto: un ensayo clínico de gran tamaño, doble ciego y controlado deberá resolver la cuestión de si esta estrategia protege eficazmente a los lactantes menores de dos meses, los que están más en riesgo de enfermar o incluso fallecer por tos ferina. Volviendo a la noticia del periódico, en EEUU "ya ha causado la muerte a cinco lactantes de menos de tres meses. De hecho, las autoridades de California han reconocido la existencia de una epidemia".
Son muertes prevenibles. La vacunación de la población adulta acabaría con el reservorio de bordetella pertussis. La vacunación de los neonatos con revacunación al mes puede ser una estrategia segura y, si los resultados preliminares se confirman, posiblemente eficaz. Dichas estrategias deberían llegar a los países en vías de desarrollo, muchos de los cuales sólo disponen de la vacuna de la tos ferina de células enteras, mucho más reactógena en lactantes y que se encuentra fuera de los calendarios vacunales en la mayoría de países del llamado "primer mundo".
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