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sábado, 7 de agosto de 2010

Cine y Pediatría (30). “Maroa” y el milagro de la música en los niños de Venezuela


Solveig Hoogesteijn es una apasionante mujer sueca afincada en Venezuela. En el año 2004 ha dirigido, escrito y producido la película Maroa, un drama coproducido entre Venezuela y España, La película llamó suficientemente la atención de la crítica como para ser propuesta a los Oscars en representación de Venezuela. Maroa (el descubrimiento de Yorlis Domínguez) es una niña de 11 años que vive con su abuela en un suburbio de Caracas. Su vida diaria discurre entre una telenovela cursi, una vecina que se gana la vida vendiendo drogas y la presencia de borrachos y peleas nocturnas. Impetuosa y decidida, la vida de Maroa parece no tener futuro hasta que un músico (Tristán Ulloa) le ofrece una educación. La conexión con el clarinete es mágica y profunda. El profesor de música, el único que siembra esperanza en su abandono, ve en ella un talento que puede ayudarla en su regeneración, la incorpora a su orquesta y surge una estrecha relación que les hace fuertes frente al desamparo y la soledad en que viven. La pequeña Yorlis, que vivía en el entorno real que explora el filme, padecía déficit de atención pero pronto se ganó el papel, posiblemente por su similitud real con el personaje.

La película forma surge como parte de la experiencia personal vivida por la directora, que trabaja con 200 niños reinsertados gracias a esos programas de orquestas infantiles promovidos por la UNESCO y que logran reemplazar el arma de fuego por el instrumento musical. Porque en Venezuela la música tiene una función social muy fuerte de difícil parangón en ningún otro país. Como nos relata Claudio Abbado en un artículo de El País, Venezuela es un país que puede jactarse de tener un sistema orquestal del que muchos países tendrían que aprender. Dicho sistema cuenta con la participación de más de 250.000 jóvenes. Todo esto ha sido posible, y sigue siéndolo, gracias al maestro José Antonio Abreu, quien, con el apoyo del Estado, ha dado vida a un sistema musical que salva a los jóvenes de la calle, de la criminalidad, de la droga y les ofrece la oportunidad -gratuita- de adquirir una cultura, lo que, en última instancia, significa hacerse una vida.
La formación parte de los niveles más bajos, hay escuelas de música diseminadas por todo el país, en la que los niños, una gran parte de los cuales viven en los barrios periféricos de las grandes ciudades, están ahora en capacidad de vivir en condiciones sociales dignas gracias a la música. Nos cuenta Abbado que se puede describir tal sistema como si se tratara de una pirámide: en la base están las orquestas infantiles, en el medio las juveniles, en la cúspide la orquesta profesional Simón Bolívar.

El Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela creado por José Antonio Abreu en 1975 ha recibido un premio por la paz de UNICEF, como reconocimiento de su extraordinaria labor musical, educativa y social. Tocar y luchar es el lema del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, pero también es el título del documental realizado en 2005 por Alberto Arvelo Mendoza para dar a conocer al mundo. Os dejo este enlace desde el Blog Mi casa es mi mundo por sugerencia de nuestro buen amigo Fernando Comas, quien comparte en su blog Pharmacoserias su afición al cine en su sección Cinema Paradiso. Gracias Fernando, por compartir esta maravillosa experiencia.

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