Resulta preocupante la utilización cada vez más grande de los niños en la publicidad televisiva. Podemos leer en Guiainfantil.com que los niños "aparecen ya en uno de cada tres anuncios de televisión. Protagonizan también la publicidad en productos culturales, viajes, ONG e hipermercados". El titular de la noticia dice así: "Las mujeres ya no son el principal reclamo publicitario. El liderato lo ostentan los niños".
¿Qué es lo que está sucediendo? Vivimos en una sociedad totalmente consumista, pese a la crisis económica. El niño es visualizado como un consumidor potencial. Existen múltiples productos específicamente dirigidos a ellos y sus fabricantes saben sobradamente que en el mundo actual, los niños son ya unos excelentes clientes a través de sus padres que, en general, cada vez les compran más cosas, a menudo innecesarias y totalmente prescindibles, cuando no perjudiciales (alimentos hipercalóricos, por ejemplo).
En la Revista Pediatría de Atención Primaria (RPAP) se aborda este preocupante asunto en su editorial del número de abril/junio de 2010, "La imagen del niño en la sociedad de la imagen". Os recomendamos vivamente su lectura. La autora, María Jesús Esparza, se pregunta con toda la razón: "¿El niño es ese ser consumista, adultizado prematuramente, que vemos con frecuencia? No, esa imagen del niño no es justa".
Efectivamente, no lo es. Esta peligrosa "adultización" - en lo que respecta a la cantidad de dinero que se invierte en juegos electrónicos, móviles, alimentos hipercalóricos... - contrasta, a mi parecer, con la mayor inmadurez de los niños que se encuentran con que casi cualquier deseo suyo es satisfecho. Anécdotas en la consulta las hay a decenas: "Hijo, si no lloras, a la salida de la consulta te compraré...". Que cada uno rellene los puntos suspensivos con lo que haya oído: chuches, muñecas, etc.
El tema da para mucho. ¿Es normal que un niño o niña de 12 años tenga un móvil? A quien esto escribe no se lo parece.
Quizá los padres actualmente tienen - tenemos - poco tiempo para dedicárselo a nuestros hijos. Y puede ser que una forma, equivocada, de compensar esta situación sea satisfacer cualquier capricho. Sea como fuere, los pediatras vemos demasiadas veces cómo esta "adultización consumista" se convierte, en los propios niños, en inmadurez emocional. Ningún capricho les es negado ni diferido. Es más fácil comprar un objeto que educar en valores como la sobriedad.
Un último apunte de la editorial de RPAP. Dice su autora: "Sólo apuntar en breves palabras que hemos podido percibir cómo las técnicas publicitarias han ido sustituyendo la imagen de la mujer por la del niño, movidas por el deseo de ser políticamente correctas, evitar las protestas de los grupos feministas o simplemente de las mujeres actuales, o por lo menos intentarlo. Así que han encontrado el filón: utilizar a los niños en la publicidad, ellos no se quejan".
Así es, ellos no se quejan ya que son la parte débil de una relación asimétrica "fabricante de productos para el consumo-consumidor". Ellos no pueden protestar. Los padres y los profesionales sanitarios encargados de su cuidado deberemos ejercer activamente esta función.
5 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo contigo. Como madre de dos niñas pequeñas me siento muchas veces a contracorriente del consumismo voraz con el que "atacan" a nuestros hijos. Un saludo
Excelente entrada, Cristóbal. Al igual que Amalia, estoy completamente de acuerdo con la misma.
Pero por polemizar/debatir en este mes vacacional/recreacional por excelencia, algún matiz o reflexión añadidos:
Creo que otro de los factores que no se menciona en la entrada (no sé si lo hace M.J. Esparza en su artículo, es de los pendientes de leer es la menor tasa de natalidad que hace 30-40 años y el desarrollo de la sociedad por el flanco del consumo.
-más recursos y bienes consumibles.
-efectivamente, más canales de transmisión para embebernos en publicidad (baste pensar en el número de cadenas de televisión disponible, a pesar de lo cual muchas veces tengo la impresión de que resultaba más sencillo encontrar algo apetecible de ver cuando sólo había 2 cadenas (o cuatro, en el caso de algunas CCAA)-.
-menor número de hij@s, menor necesidad de enseñar a compartir; pero también menor número de sobrinos, nietos... lo cual multiplica el consumismo (a veces, un@ pone mucho empeño para que no reciban demasiados regalos, o demasiado caros, en sus cumpleaños, pero la familia/amistades "se rebelan", porque no tienen tampoco que repartir cariños.
-ayer mismo oía que ya se celebran los cumpleaños como comuniones (en cuanto a fastos organizativos y despliegue de recursos -económicos, al fin y al cabo-), comuniones como bodas, despedidas de soltería... no sigo, que me pongo malo.
-así que, después tenemos niñ@s frustrad@s porque reciben menos regalos que sus amig@s, porque celebran en lugares menos chic o... porque a pesar de que sus padres no son creyentes e intentan ser coherentes, no hacen la comunión como otr@s (de padres creyentes o no, que de todo hay).
Y para terminar, lo del móvil... pues, yo tampoco creo que haga falta móvil con 12 años... pero ¿y con 14, con 18 o con 30? Cuando éramos niñ@s e íbamos a la consulta, a la vuelta, la madre era la que usualmente llamaba a quien tuviese que llamar para contar cualquier incidencia. Ahora, no sólo es que la comunicación se hace vía móvil, sino que quien llama es quien no acude a la consulta, sino quien espera noticias... ante lo cual no es raro escuchar frases del estilo "no, todavía estoy en consulta", "acabo de entrar donde el médico"... cuando no verdaderas conversaciones de más de 5 minutos sin pestañear...
Gracias por vuestros comentarios. Efectivamente, el consumismo que padecemos es voraz. Y los niños tienen hoy unas "necesidades" que sus padres no teníamos a su edad.
Rubén, lo que dices de los cumpleaños, comuniones, etc. , es totalmente cierto. Hay en torno a estos eventos toda una parafernalia comercial montada que no hay quien la pare.
Los niños no se benefician en nada de esto: son las víctimas de esta situación. Se les malacostumbra a tener de todo, se les hace más consentidos, crecen más inmaduros y también todo esto se relaciona, según el "objeto consumido", con aumento de incidencia de enfermedades físicas como la obesidad, consecuencia en muchos casos de malos hábitos alimentarios (comida basura) y del sedentarismo (tanta wii y videojuego no puede ser bueno).
Tenemos que tener claro que a los niños no les estamos haciendo ningún favor con estas conductas. Y debemos defender su derecho a no ser bombardeados con todo tipo de anuncios. La imagen del niño debería ser objeto de especial respeto y consideración en nuestra sociedad.
Está claro que a menos niños y más productos que vender, más agresividad en los métodos para vender. Ese es uno de los problemas. Y también, a menos hijos, menos experiencias en compartir, más mimos y sobreprotección, más consumo, más efecto "positivo" de la publicidad en los padres que lo dan "todo" por sus hijos.
Por eso los pediatras protestamos y decimos que no nos gusta que se manipule a las familias y a los niños.
Muchas gracias, Cristóbal, por tu entrada a esta editorial. Un abrazo:
María Jesús Esparza
Gracias a ti, María Jesús.
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