Hace casi 20 años que se publicaron los resultados del ensayo clínico del Medical Research Council Vitamin Study Group, lo que, junto con otros trabajos posteriores, demostraron el efecto beneficioso del ácido fólico (AF). Desde entonces se ha realizado un importante esfuerzo en divulgar e implementar la recomendación de seguir una dieta variada y rica en AF junto al aporte periconcepcional de 400 μg/día de suplementos de AF sintético para reducir el riesgo de defectos del tubo neural (y también de algunas otras malformaciones fetales). Esta recomendación se ha actualizado y extendido recientemente a todo el embarazo, proponiéndose la ingesta recomendada (IR) de 600 μg/día, considerando el aporte de dieta y suplementos para satisfacer las necesidades materno-fetales de AF. Asimismo, también se ha establecido el denominado límite superior tolerable de ingesta de AF para adultos mayores de 18 años en 1.000 μg/día como el nivel máximo de ingesta diaria de AF que probablemente no comportaría riesgos de efectos adversos en gente sana y, en concreto, para asegurar que el riesgo de anemia macrocítica debida a un posible déficit de vitamina B12 no pasara desapercibida por un exceso de AF.
Así de claras son las cifras y las recomendaciones. Y el problema es bien conococido por los profesionales y no es baladí. Sin embargo, una nueva publicación nos demuestra el hiato tan importante que existe entre pruebas científicas y práctica clínica. Un artículo recientemente publicado en Medicina Clínica estudia la ingesta de AF en 782 embarazadas enmarcadas en la cohorte INMA (Infancia y Medio Ambiente) de Valencia.
Los resultados de este estudio demuestran que la ingesta de alimentos por sí sola es insuficiente para que la mayoría de embarazadas alcancen la IR de AF (≥ 600μg/día) durante todo el embarazo (y de 400 mcg/día en periconcepción). La toma de suplementos de AF resuelve solo en parte el problema, ya que no evita que un porcentaje muy amplio de embarazadas (>80%) sigan sin alcanzar la IR en todos los meses del embarazo y especialmente durante el período más crítico del embarazo, desde la preconcepción hasta el segundo mes de embarazo. La ingesta dietética media periconcepcional de AF fue de 304 μg/día. Un 19,2%, 30,2% y 66,2% de embarazadas tomaron suplementos de AF en preconcepción, primer y segundo mes, respectivamente. Se ha evidenciado también que el uso de suplementos se inicia tardíamente (después del segundo mes) en una de cada 4 mujeres y alrededor de un tercio de las mujeres que manifiestan tomar suplementos de AF lo hacen en exceso, superando la UL de 1.000 μg/día.
Concluyen que la dieta sola es insuficiente para alcanzar las IR de AF, puesto que la suplementación se hace poco, tarde y mal. La situación se agrava en mujeres jóvenes, de menor nivel educativo y embarazo no planificado.
Los datos sobre el beneficio en prevención primaria del AF son concluyentes. Pero aún existe mucho camino de mejora para su implementación, por lo que las estrategias político-sanitarias y médicas deben seguir mejorando para llegar con éxito a la población diana.
Así de claras son las cifras y las recomendaciones. Y el problema es bien conococido por los profesionales y no es baladí. Sin embargo, una nueva publicación nos demuestra el hiato tan importante que existe entre pruebas científicas y práctica clínica. Un artículo recientemente publicado en Medicina Clínica estudia la ingesta de AF en 782 embarazadas enmarcadas en la cohorte INMA (Infancia y Medio Ambiente) de Valencia.
Los resultados de este estudio demuestran que la ingesta de alimentos por sí sola es insuficiente para que la mayoría de embarazadas alcancen la IR de AF (≥ 600μg/día) durante todo el embarazo (y de 400 mcg/día en periconcepción). La toma de suplementos de AF resuelve solo en parte el problema, ya que no evita que un porcentaje muy amplio de embarazadas (>80%) sigan sin alcanzar la IR en todos los meses del embarazo y especialmente durante el período más crítico del embarazo, desde la preconcepción hasta el segundo mes de embarazo. La ingesta dietética media periconcepcional de AF fue de 304 μg/día. Un 19,2%, 30,2% y 66,2% de embarazadas tomaron suplementos de AF en preconcepción, primer y segundo mes, respectivamente. Se ha evidenciado también que el uso de suplementos se inicia tardíamente (después del segundo mes) en una de cada 4 mujeres y alrededor de un tercio de las mujeres que manifiestan tomar suplementos de AF lo hacen en exceso, superando la UL de 1.000 μg/día.
Concluyen que la dieta sola es insuficiente para alcanzar las IR de AF, puesto que la suplementación se hace poco, tarde y mal. La situación se agrava en mujeres jóvenes, de menor nivel educativo y embarazo no planificado.
Los datos sobre el beneficio en prevención primaria del AF son concluyentes. Pero aún existe mucho camino de mejora para su implementación, por lo que las estrategias político-sanitarias y médicas deben seguir mejorando para llegar con éxito a la población diana.
Lo del ácido fólico es algo que clama al cielo, por el desconocimiento que existe tanto entre profesionales sanitarios como en la sociedad en general, y que requiere campañas informativas potentes.
ResponderEliminarHasta hace pocos años ni siquiera había preparados comerciales con dosis adecuadas (Zolico, 400 mcg), y cuando mi mujer preguntaba por él en las farmacias no sabían lo que era (sólo conocían el Acfol, con 5 mg). Para la mayoría de la gente el folato es algo que se pauta en las embarazadas para prevenir la anemia, y pocos son conscientes de la conveniencia de tomarlo desde el momento en que se planifica un embarazo para prevenir malformaciones.
Así es y así parece. Y eso que hay grupos (entre ellos el ECEMC) que llevan décadas publicando y difundiendo esta medida preventiva.
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