Wallis en somalí significa “flor del desierto”. Y Flor del desierto es la película dirigida en 2009 por la poco conocida cineasta norteamericana formada en Alemania, Sherry Hormann. Un biopic sobre la extraordinaria vida de Wallis Dirie, la top model, escritora y activista somalí contra la mutilación genital femenina.
Revisar la biografía de Wallis Dirie es comprender que su vida era materia para la gran pantalla. Nacida en el seno de una familia nómada musulmana somalí, se le practicó el ritual de la ablación genital a los 3 años, lo que marcó toda su vida. A los 13 años, tras ser entregada a un hombre mucho mayor que ella en un matrimonio arreglado, huyo por el desierto hasta Mogadiscio. A los 16 años se traslada a vivir a Londres, como sirvienta de su tío, que entonces era embajador de Somalia en Londres. Cuando su tío tuvo que abandonar Londres (como aconsecuencia de la guerra civil en Somalia), Waris estuvo viviendo en las calles londinenses y trabajó como empleada de la limpieza en Mc Donald's, donde, por casualidad, fue descubierta por el fotógrafo inglés Terence Donovan cuando tenía 18 años de edad, que la fotografió para la portada del calendario Pirelli de 1987. De ahí su lanzamiento a las pasarelas del mundo como modelo de las principales firmas de moda y portada de las principales revistas (se comenta que fue la primera mujer de color que apareció en la portada de Vogue en Europa). Incluso hizo pinitos en el cine, con una breve aparición en la película de James Bond Alta tensión (John Glen, 1987).
Esa es su faceta rosa, pero la más interesante es su compromiso frente a lo que marcó su vida. En el año 1997, en la cumbre de su carrera como modelo, habla por primera vez sobre su ablación genital, lo cual recibe la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. Ese mismo año fue nombrada Embajadora especial de la ONU contra la mutilación genital femenina. Ha trasladado su vida, sus experiencias y su compromiso en sendas obras literarias: "Flor del Desierto" (1998), "Amanecer en el desierto" (2001), "Niñas del desierto" (2005) y "Cartas a mi madre" (2007), todos los cuales han tenido un gran éxito de ventas.
La película de Sherry Hormann, sin embargo, se convierte en una ficción mediocre para una realidad extraordinaria. Aún así, la película funciona, aunque la directora opta por no complicarse demasiado y se dedica a contar cada uno de los momentos descritos en el libro autobiográfico. La película corre el riesgo de convertirse en un telefilme de lujo, con una mezcla entre un cuento de hadas y el nuevo catálogo de moda de Vogue, pero algunos flash backs salvan el mensaje de la historia: es a partir de la media hora de metraje cuando, tras el diálogo con su amiga de habitación y la visita a un ginecólogo, descubrimos el misterio que esconde Wallis, cuya actriz protagonista (la modelo de origen etíope, Liya Kebede) es casi tan bella (y parecida) como el personaje real. Destaco tres momentos esenciales en Flor del desierto, tres escenas en que el personaje se encuentra sólo ante la cámara: una Wallis niña en donde se rememora el trágico momento de su ablación, una Wallis adolescente huyendo por el desierto somalí y una Wallis adulta declarando ante un amplio auditorio su experiencia y denuncia de la mutilación genital femenina. Esta última parte de la película fue elegida hace unas semanas como tarjeta de presentación de este tema desde el blog El bálsamo de Fierabrás y desde el blog Hij@s de Eva y Adán.
Esta es la realidad, no sólo de Somalia, sino de muchos otros países de África y Oriente Medio: la ablación sexual es la mutilación de parte de los genitales externos femeninos para evitar sentir placer sexual, con la finalidad de que pueda llegar virgen al matrimonio; también se realiza para evitar la supuesta promiscuidad de la mujer y asegurar que solamente tenga hijos con el marido. La pérdida casi total de sensibilidad es la principal consecuencia para las afectadas, con el añadido trauma psicológico. Hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no muy ortodoxas como cristales, cuchillos o cuchillas de afeitar y casi nunca en centros sanitarios.
Otras películas han abordado recientemente este tema, como el director senegalés Ousmane Sembene con su película Moolaade (2004) o la directora libanesa Jocelyn Saab con Dunia: Kiss Me Not on the Eyes (2005). Pero es Flor del desierto la que más repercusión ha tenido, no por la película en sí, sino por conocer a su extraordinario personaje. Una Wallis Dirie cuya vida viene jalonada por los múltiples premios y consideraciones en distintos países del mundo, como homenaje a su valentía y compromiso. Compromiso que se tradujo en el año 2002 con la fundación Waris Dirie Foundation en Viena (la cual recolecta dinero para luchar contra la mutilación genital y ayudar a sus víctimas) y también es una de las fundadoras de la fundación PPR Foundation for Women’s Dignity and Rights (junto con la actriz mexicana Salma Hayek y su reciente marido y empresario de la moda más fashion, François-Henri Pinault), fundación que recolecta dinero para escuelas y clínicas en Somalia.
Sin duda, “flor del desierto” si parece una buena traducción de Wallis. Y el personaje de Wallis Dirie si parece una buena embajadora de un mensaje que es de todos: la denuncia de la mutilación genital femenina, una forma de maltrato sistemático en el mundo que se realiza a unas 2 millones de niñas menores de 14 años cada año.
Revisar la biografía de Wallis Dirie es comprender que su vida era materia para la gran pantalla. Nacida en el seno de una familia nómada musulmana somalí, se le practicó el ritual de la ablación genital a los 3 años, lo que marcó toda su vida. A los 13 años, tras ser entregada a un hombre mucho mayor que ella en un matrimonio arreglado, huyo por el desierto hasta Mogadiscio. A los 16 años se traslada a vivir a Londres, como sirvienta de su tío, que entonces era embajador de Somalia en Londres. Cuando su tío tuvo que abandonar Londres (como aconsecuencia de la guerra civil en Somalia), Waris estuvo viviendo en las calles londinenses y trabajó como empleada de la limpieza en Mc Donald's, donde, por casualidad, fue descubierta por el fotógrafo inglés Terence Donovan cuando tenía 18 años de edad, que la fotografió para la portada del calendario Pirelli de 1987. De ahí su lanzamiento a las pasarelas del mundo como modelo de las principales firmas de moda y portada de las principales revistas (se comenta que fue la primera mujer de color que apareció en la portada de Vogue en Europa). Incluso hizo pinitos en el cine, con una breve aparición en la película de James Bond Alta tensión (John Glen, 1987).
Esa es su faceta rosa, pero la más interesante es su compromiso frente a lo que marcó su vida. En el año 1997, en la cumbre de su carrera como modelo, habla por primera vez sobre su ablación genital, lo cual recibe la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. Ese mismo año fue nombrada Embajadora especial de la ONU contra la mutilación genital femenina. Ha trasladado su vida, sus experiencias y su compromiso en sendas obras literarias: "Flor del Desierto" (1998), "Amanecer en el desierto" (2001), "Niñas del desierto" (2005) y "Cartas a mi madre" (2007), todos los cuales han tenido un gran éxito de ventas.
La película de Sherry Hormann, sin embargo, se convierte en una ficción mediocre para una realidad extraordinaria. Aún así, la película funciona, aunque la directora opta por no complicarse demasiado y se dedica a contar cada uno de los momentos descritos en el libro autobiográfico. La película corre el riesgo de convertirse en un telefilme de lujo, con una mezcla entre un cuento de hadas y el nuevo catálogo de moda de Vogue, pero algunos flash backs salvan el mensaje de la historia: es a partir de la media hora de metraje cuando, tras el diálogo con su amiga de habitación y la visita a un ginecólogo, descubrimos el misterio que esconde Wallis, cuya actriz protagonista (la modelo de origen etíope, Liya Kebede) es casi tan bella (y parecida) como el personaje real. Destaco tres momentos esenciales en Flor del desierto, tres escenas en que el personaje se encuentra sólo ante la cámara: una Wallis niña en donde se rememora el trágico momento de su ablación, una Wallis adolescente huyendo por el desierto somalí y una Wallis adulta declarando ante un amplio auditorio su experiencia y denuncia de la mutilación genital femenina. Esta última parte de la película fue elegida hace unas semanas como tarjeta de presentación de este tema desde el blog El bálsamo de Fierabrás y desde el blog Hij@s de Eva y Adán.
Esta es la realidad, no sólo de Somalia, sino de muchos otros países de África y Oriente Medio: la ablación sexual es la mutilación de parte de los genitales externos femeninos para evitar sentir placer sexual, con la finalidad de que pueda llegar virgen al matrimonio; también se realiza para evitar la supuesta promiscuidad de la mujer y asegurar que solamente tenga hijos con el marido. La pérdida casi total de sensibilidad es la principal consecuencia para las afectadas, con el añadido trauma psicológico. Hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no muy ortodoxas como cristales, cuchillos o cuchillas de afeitar y casi nunca en centros sanitarios.
Otras películas han abordado recientemente este tema, como el director senegalés Ousmane Sembene con su película Moolaade (2004) o la directora libanesa Jocelyn Saab con Dunia: Kiss Me Not on the Eyes (2005). Pero es Flor del desierto la que más repercusión ha tenido, no por la película en sí, sino por conocer a su extraordinario personaje. Una Wallis Dirie cuya vida viene jalonada por los múltiples premios y consideraciones en distintos países del mundo, como homenaje a su valentía y compromiso. Compromiso que se tradujo en el año 2002 con la fundación Waris Dirie Foundation en Viena (la cual recolecta dinero para luchar contra la mutilación genital y ayudar a sus víctimas) y también es una de las fundadoras de la fundación PPR Foundation for Women’s Dignity and Rights (junto con la actriz mexicana Salma Hayek y su reciente marido y empresario de la moda más fashion, François-Henri Pinault), fundación que recolecta dinero para escuelas y clínicas en Somalia.
Sin duda, “flor del desierto” si parece una buena traducción de Wallis. Y el personaje de Wallis Dirie si parece una buena embajadora de un mensaje que es de todos: la denuncia de la mutilación genital femenina, una forma de maltrato sistemático en el mundo que se realiza a unas 2 millones de niñas menores de 14 años cada año.
1 comentario:
La responsabilidad de todo eso la tienen los propios pueblos donde se practican esas barbaridades, por eso es de difícil arreglo. Podemos decir muchas cosas, podemos ayudar, podemos denunciar, pero .... la responsabilidad la tienen sus culturas, bueno .... o como dice mi hermano mayor sus inculturas.
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