Por una cuestión de hartazgo, evito las películas que versan sobre “la segunda guerra mundial” o sobre “la guerra civil española”. Este tipo de películas han adquirido la característica de subgénero (y el holocausto judío un sub-subgénero) dentro de las películas con trasfondo bélico. Por eso tenía cierta reticencia de ir a ver La llave de Sarah: pero, felizmente, me equivoqué. Porque no es una película sobre La 2ª Guerra Mundial, ni sobre el holocausto judío… es una película con emoción (emoción real, no sensiblería), de principio a fin.
No se puede entender la película sin hablar de la obra de la que emana: "Sarah's Key", best-seller escrito en 2007 por la francesa Tatiana de Rosnay. Se encuadra como una novela histórica y relata el cambio radical que se produce en la vida de una periodista estadounidense cuando le encargan un artículo sobre el aniversario de la Redada del Velódromo de Invierno (conocido como Rafle du vel d´hiv), en la cual unos 13.000 judíos (entre ellos, más de 4.000 niños) fueron arrestados por la policía francesa del régimen de Vichy en julio de 1942. Un hecho escalofriante (y no siempre conocido) de cómo el holocausto judío no tuvo en exclusividad a los alemanes como responsables. Basada en hechos reales, la novela se centra en la niña de 9 años Sarah Starzynski y su familia, y se intercala con la historia actual de la periodista Julia Jarmond y su familia. Coincidencias entre el pasado y el presente, la historia se entrelaza hasta descubrir la verdad de lo que esconde la “llave de Sarah” y la carga emocional que le acompañó toda su vida.
De la novela de Tatina de Rosnay deriva la película La llave de Sarah (2010) de Gilles Paquet-Brenner, un director francés de origen judío, especialmente sensibilizado con el tema. La película sigue al pie de la letra los hechos narrados en la magnífica novela. Pero para conseguir una buena película hace falta algo más que un buen guión (en este caso coescrito por el director), y se agradece una buena dirección y montaje (aplaudimos cómo la historia se nos narra en tres épocas diferentes, sin estridencias y sin confundir al espectador en ningún momento), una buena música (el minimalismo envolvente de Max Richter) y unos actores adecuados a la historia (la siempre efectiva Kristin Soctt Thomas encarna a Julia y la niña Mélusine Mayance a Sarah).
La llave de Sarah es cine con impagable conciencia histórica, comprometido con el recuerdo y admirable en su vocación de antídoto contra la amnesia. Paquet-Brenner nos devuelve un cine altamente emotivo pero no sensiblero (aunque potencialmente lacrimógeno); cine comprometido que toca fibra sin cruzar la raya, eludiendo la moraleja de saldo. Algunas escenas permanecen entre nuestra retina y nuestro corazón: la más dura quizá la separación de las madres de sus hijos en el campo de Baune-la-Rolande, la más esperanzadora cuando las dos niñas corren por los campos de trigo tras poder escapar del campo de concentración, la más triste la muerte de una de las niñas por difteria, la más histórica la visita al museo-monumento al Holocausto de París (es la primera película que logra rodar en este escenario), la más fría cuando visionamos la pastilla abortiva sobre la mesa de la estéril habitación (esto es algo que no se olvida cuando se tiene que pasar por esa experiencia), la más trágica cuando descubrimos el secreto que esconde la llave de Sarah… y la más emocionante (aunque demasiado previsible), el final de la película.
Durante la película se nos ofrece otro mensaje casi tan duro, aunque sólo sea por el contraste que provoca la comparación de las dos épocas, la de Sarah y la de Julia. En 1942 la vida de más de 4.000 niños franceses y de sus familias perdieron toda su dignidad y valor por la locura y sin razón del holocausto nazi (y la colaboración francesa). Sesenta años después, se nos habla de otra sinrazón que ronda alrededor del valor de la vida y el aborto como decisión personal. Una delicada comparación que enlaza ambas historias y que el espectador irá descubriendo.
La llave de Sarah nos habla en definitiva de las tremendas huellas psicológicas que la memoria histórica provoca en la infancia. La sonrisa de Sarah en la primera escena de la película no volverá a aparecer nunca más en su vida. El daño que las guerras y otras sinrazones provocan en la infancia tienen un efecto irrevocable. Otras películas han reivindicado la barbarie nazi y su repercusión en la infancia y adolescencia, fundamentadas en otras tantas obras literarias: El diario de Ana Frank (George Stevens, 1959), El niño con el pijama de rayas (Mark Herman, 2008) o El lector (Stephen Daldry, 2008) son algunos ejemplos.
El secreto que guarda La llave de Sarah abrirá las puertas de nuestra emoción. Y nos recuerda que no debemos olvidar el daño irreparable que provoca cualquier holocausto (pasado o presente) cuando atentamos contra la vida.
No se puede entender la película sin hablar de la obra de la que emana: "Sarah's Key", best-seller escrito en 2007 por la francesa Tatiana de Rosnay. Se encuadra como una novela histórica y relata el cambio radical que se produce en la vida de una periodista estadounidense cuando le encargan un artículo sobre el aniversario de la Redada del Velódromo de Invierno (conocido como Rafle du vel d´hiv), en la cual unos 13.000 judíos (entre ellos, más de 4.000 niños) fueron arrestados por la policía francesa del régimen de Vichy en julio de 1942. Un hecho escalofriante (y no siempre conocido) de cómo el holocausto judío no tuvo en exclusividad a los alemanes como responsables. Basada en hechos reales, la novela se centra en la niña de 9 años Sarah Starzynski y su familia, y se intercala con la historia actual de la periodista Julia Jarmond y su familia. Coincidencias entre el pasado y el presente, la historia se entrelaza hasta descubrir la verdad de lo que esconde la “llave de Sarah” y la carga emocional que le acompañó toda su vida.
De la novela de Tatina de Rosnay deriva la película La llave de Sarah (2010) de Gilles Paquet-Brenner, un director francés de origen judío, especialmente sensibilizado con el tema. La película sigue al pie de la letra los hechos narrados en la magnífica novela. Pero para conseguir una buena película hace falta algo más que un buen guión (en este caso coescrito por el director), y se agradece una buena dirección y montaje (aplaudimos cómo la historia se nos narra en tres épocas diferentes, sin estridencias y sin confundir al espectador en ningún momento), una buena música (el minimalismo envolvente de Max Richter) y unos actores adecuados a la historia (la siempre efectiva Kristin Soctt Thomas encarna a Julia y la niña Mélusine Mayance a Sarah).
La llave de Sarah es cine con impagable conciencia histórica, comprometido con el recuerdo y admirable en su vocación de antídoto contra la amnesia. Paquet-Brenner nos devuelve un cine altamente emotivo pero no sensiblero (aunque potencialmente lacrimógeno); cine comprometido que toca fibra sin cruzar la raya, eludiendo la moraleja de saldo. Algunas escenas permanecen entre nuestra retina y nuestro corazón: la más dura quizá la separación de las madres de sus hijos en el campo de Baune-la-Rolande, la más esperanzadora cuando las dos niñas corren por los campos de trigo tras poder escapar del campo de concentración, la más triste la muerte de una de las niñas por difteria, la más histórica la visita al museo-monumento al Holocausto de París (es la primera película que logra rodar en este escenario), la más fría cuando visionamos la pastilla abortiva sobre la mesa de la estéril habitación (esto es algo que no se olvida cuando se tiene que pasar por esa experiencia), la más trágica cuando descubrimos el secreto que esconde la llave de Sarah… y la más emocionante (aunque demasiado previsible), el final de la película.
Durante la película se nos ofrece otro mensaje casi tan duro, aunque sólo sea por el contraste que provoca la comparación de las dos épocas, la de Sarah y la de Julia. En 1942 la vida de más de 4.000 niños franceses y de sus familias perdieron toda su dignidad y valor por la locura y sin razón del holocausto nazi (y la colaboración francesa). Sesenta años después, se nos habla de otra sinrazón que ronda alrededor del valor de la vida y el aborto como decisión personal. Una delicada comparación que enlaza ambas historias y que el espectador irá descubriendo.
La llave de Sarah nos habla en definitiva de las tremendas huellas psicológicas que la memoria histórica provoca en la infancia. La sonrisa de Sarah en la primera escena de la película no volverá a aparecer nunca más en su vida. El daño que las guerras y otras sinrazones provocan en la infancia tienen un efecto irrevocable. Otras películas han reivindicado la barbarie nazi y su repercusión en la infancia y adolescencia, fundamentadas en otras tantas obras literarias: El diario de Ana Frank (George Stevens, 1959), El niño con el pijama de rayas (Mark Herman, 2008) o El lector (Stephen Daldry, 2008) son algunos ejemplos.
El secreto que guarda La llave de Sarah abrirá las puertas de nuestra emoción. Y nos recuerda que no debemos olvidar el daño irreparable que provoca cualquier holocausto (pasado o presente) cuando atentamos contra la vida.
9 comentarios:
Una reseña preciosa y emotiva, la leí hace unos días y ya tengo localuzada la peli. Os contaré.
Gracias por hacer ésto tan bien.
Uauuuu, gracias por el comentario tan cariñoso, ana444 !!!.
Javier
Magnífica reseña. Desde luego, invita a ver la película.
Saludos
Que pelicula tan triste. La ví hoy, y el sentimiento de angustia no se me vá. Sentir el valor, el coraje, la ilusión de Sarah por encontrar a su hermanito es una sensación desgarradora. el no poder soportar la carga de no haber llegado a tiempo, aún para una pequeña de 9 años, sorteando la muerte constantemente...te hace ver lo frágil que son los niños y pensar en estas tragedias que pasaron y pasan en la realidad, me rompen el corazón. Entiendo su desición, que a pesar de haber intentado salir adelante, la culpa pudo con ella, aún habiendo hecho lo imposible por Michel...
No se me va la angustia un día después de verla. Me quedé encerrado en el armario con Michel toda la película y con la impotencia de Sarah y su deseperación el resto del día. Memorable el tratamiento del holocausto pasado y actual.
Me ha conmovido mucho esta historia, porque no sabia lo que habia ocurrido en Francia en 1942. Creo que es una cronica muy triste y emotiva. Me ha hecho llorar por lo que sucede. Pienso que son historias que no deben olvidarse en la memoria de nadie. SILVIA
Maravillosa película.
Lo que aún me cuesta entender es que haya gente con los mismos ideales que en aquella época, hoy en día... gente con odio, con rabia hacia otras personas, podemos tener ideales diferentes pero nadie es mejor que nadie,sea quien sea y como sea, no comprendo esta locura colectiva que aún ronda la cabeza de algunas personas en este mundo, incluso despues de ver algo así. Se me parte el alma, tanto por la parte de sarah como por la de sus padres y porsupuesto la de su hermano. Tengo algo claro; a los humanos nos cuesta menos odiar que amar, y no consigo entender por qué. Con esto quiero decir que espero que algún dia aquellos que odian tomen conciencia, y no pido que amen, si no respeto.
Te felicito por este post, le hace honor a la película, lo leí después de verla ahora 2021. Me encanta como vas haciendo los paralelismo y tocas el tema de el aborto.
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