El problema al que nos referimos es la magnitud que ha alcanzado la violencia en los adolescentes y en los centros escolares, en general, y en la sociedad norteamericana, en particular. El problema, ya patente hace tiempo, explotó con los acontecimientos de la Columbine High School: en abril de 1999, dos adolescentes (Eric Harris, de 18 años, y Dylan Klebold de 17) entraron en el instituto Columbine (Colorado), de donde eran alumnos, armados hasta las cejas y asesinaron a 13 personas (12 alumnos y un profesor) e hiriendo a 24 alumnos, antes de suicidarse. Se trata, hasta hoy día, del tiroteo más sangriento producido en un instituto en toda la historia de los Estados Unidos (y han existido unos cuantos ya).
Dos directores especiales nos muestran dos visiones particulares de ese dramático hecho que conmocionó a la sociedad estadounidense, que conmocionó al mundo. Dos directores que son dos “enfant terribles” del cine USA: Gus Van Sant y Michael Moore. Dos películas que fueron aclamados de forma consecutiva en Cannes.
Gus Van Sant se ha movido tanto en el lado del cine independiente americano como en el del mainstream. El interés por la adolescencia ha sido un rasgo distintivo de muchas de sus películas: Mi Idaho Privado (1991), Todo por un Sueño (1995), El Indomable Will Hunting (1997), Descubriendo a Forrester (2000) o Paranoid Park (2007). Van Sant ha retratado siempre a gente joven a punto de adentrarse en el mundo de los adultos. "La adolescencia es una etapa formativa, fundamental en nuestro desarrollo. Es entonces cuando nos afirmamos como personas, aprendemos a amar, a reconocernos a nosotros mismos. Es un momento de mi vida que recuerdo con afecto. Y hay una belleza especial en los jóvenes. En ellos trasunta el temor, la desesperanza, etc.", dijo Van Sant cuando se le preguntaba por este tema, recurrente en su filmografía. Con Elephant (2003) se enfrenta al reto de reflejar en la ficción lo que ocurrió ese día en el instituto Columbine, un reto que contó con el apoyo en la producción de la actriz Diane Keaton.
Elephant nos adentra en un instituto norteamericano a través de las clases, la biblioteca, la cafetería, la secretaría, el patio. Pero, sobre todo, a través de sus pasillos, inacabables pasillos que siguen por detrás a varios estudiantes en largos planos secuencia (a veces de exasperante duración), pero con un trasfondo evidentemente psicológico. La película se divide en diversas partes, con fundido en negro y el nombre de algunos alumnos, a los que acompañamos durante varias horas de un día clave, con escenas que se entrecruzan en los pasillos: John (el chico rubiales con la camiseta amarilla y el simbólico toro), Eli (fotógrafo aficionado), Nate y Carrie (el guaperas jugador de rugby y su novia), Acadia (la chica que tiene la reunión en un taller para hablar de las parejas homosexuales), Eric y Alex (dos chicos con su plan ya tramado para ese día y que desencadenará la tragedia), Michelle (la chica poco agraciada que no quiere cambiarse en público en el vestuario), Brittany, Jordan y Nicole (las eternas amigas, pijas bulímicas) y Benny (el negro impasible). Personajes presentados con brochazos, sin apenas penetrar en su personalidad, pero que se justifica para crear el clima adecuado y el camino a la tragedia. Bajo la inteligente mirada de Gus Van Sant se nos muestra algo espantoso: cómo la mediocre cotidianidad de nuestro mundo produce monstruos de destrucción.
Todo ocurre en tiempo real de pocas horas, entre la ficción y el documental. Sólo la escena preparatoria de la tragedia ocurre algún día antes: Eric está en su cuarto y toca al piano “Para Elisa” y Alex dispara a los personajes de un videojuego; luego, mientras ven un documental del nazismo, llega un camión de correo a domicilio que trae un paquete (dentro, una metralleta que han comprado por Internet) y la impactante frase en un escena con ambos en la ducha: “Supongo que ha llegado la hora, hoy vamos a morir. Ni siquiera he besado a nadie”. Gus van Sant, realizador abiertamente gay, presenta a los asesinos como amantes, algo que no ha quedado acreditado.
Con estos elementos se desarrolla la trama. No hay justificaciones; sólo se intuyen los motivos (puntualmente apreciamos que el bullying sufrido por los asesinos hubiera podido ser el desencadenante), pero no se desarrollan. Hay una película que marca el punto de partida para la idea de Van Sant de tratar el tema de la violencia en los colegios: la película Elephant del cineasta británico Alan Clarke, tan aclamada por la BBC en 1989 y que describe la violencia en Irlanda del Norte. Clarke tituló su película de esta manera explicando que la violencia es un problema tan fácil de ignorar como el hecho de tener un elefante en el salón. Van Sant decidió titular igual su película, pero en su caso pensó más en la parábola del ciego y el elefante: varios ciegos examinan diferentes partes de un elefante (orejas, piernas, rabo, trompa, etc); cada ciego está completamente convencido de que entiende la verdadera naturaleza del animal basándose en la parte que tiene en sus manos y, de esta forma, el elefante es visto como un árbol, o una cuerda, o una serpiente, pero ninguno puede ver el todo. Sea como sea el simil es claro: el “elefante” de la violencia irrumpe en los centros escolares sin que los adultos y la sociedad (los “ciegos”) lo hayan podido detectar a tiempo.
Elephant se tenía que rodar en un instituto de verdad (se eligió un instituto recientemente decomisado de Portland) y ninguno de los estudiantes debía ser actor profesional. Lo que más destaca de Elephant es su estética visual, superficialmente simple, pero psicológicamente compleja. Elephant no deja indiferente: la odias o la amas, pero no la ignoras. Es aséptica y fría, pero consiguió alzarse con la Palma de Oro de Cannes 2003 a la mejor película y el premio al mejor director.
Un año antes, en el año 2002, Michael Moore dirigió y protagonizó la película documental Bowling for Columbine, ganadora del Oscar a la mejor película documental y del 55th Anniversary Prize de Cannes. Es, hasta hoy, el documental más taquillero de la historia del cine. Documental admirado y repudiado casi por igual, cuyo título es un juego de palabras ya que, en inglés estadounidense, "bowling" puede traducirse por "jugar a los bolos", pero también por “rodar, lanzar o desconcertar”. Así el título podría traducirse como "Desconcertarse por el caso Columbine" (y no es para menos).
Aunque el documental toma como punto de partida la masacre del instituto Columbine, sirve para realizar una reflexión acerca de la naturaleza de la violencia en los Estados Unidos, el uso de armas por parte de civiles y la "teoría del miedo". Esta teoría merece una reflexión: se nos muestra cómo los ciudadanos estadounidenses viven absortos en el miedo, idea inculcada desde la infancia por la familia y los medios de comunicación; se pone énfasis en el hecho de que la única salida que encuentra la mayoría de la población sea la posesión de armas (de todo tipo) y que su comercialización es tan natural que cualquier persona pueda adquirirlas en un supermercado o en Internet.
Por la película van apareciendo algunas figuras del “american way of life” de USA, con sus opiniones sobre el tema: el extravagante cantante de rock Marilyn Manson (al que consideraron uno de los provocadores de la tragedia), los creadores de la irreverente serie de dibujos animados South Park, el actor Charlton Heston (líder de la Asociación Nacional del Rifle, muy alejado de sus papeles épicos y bíblicos de su filmografía) y hasta el mismo presidente George W Bush. Especialmente significativo es la parte del documental en la que se contrasta la diferencia de sentir entre Estados Unidos y Canadá sobre este tema, ambos países desarrollados y con importante pluralidad étnica. Y como en Canadá el índice de muertes por disparo es casi inexistente (frente a los más de 34.000 anuales en USA), ya que la gente no necesita armas para estar tranquilos en sus casas, ya que no se ha desarrollado la teoría del miedo. También destacamos las imágenes en blanco y negro sobre las distintas implicaciones de los Estados Unidos en distintos conflictos del mundo, bajo la melodía de “A wonderful life”. Así como la imágenes reales de la matanza de Columbine, imágenes de las cámaras de grabación y declaraciones de los afectados. Y la posterior “tolerancia cero” en los institutos, con normas tardías y ya casi irrisorias.
Polémico, audaz y divertido, Michael Moore es un fenómeno social con un objetivo: crear debate y encontrar alguna respuesta. Y sólo basta revisar su biografía para reconocerlo. Michael Moore alcanzó la fama con su película Roger & Me (1989), un documental sobre lo ocurrido en su pueblo natal (Flint, Míchigan) después de que la empresa General Motors cerrara sus fábricas. Otros documentales polémicos han sido, en el año 2004, Fahrenheit 9/11 (sobre los supuestos vínculos económicos entre la familia del presidente Bush, la familia real saudí y la familia Bin Laden, así como las hipotéticas motivaciones financieras ocultas de la invasión de Irak), en el año 2007, Sicko (denuncia el sistema sanitario norteamericano y las estafas de las aseguradoras) y, en el año 2009, Capitalismo: una historia de amor (que hipotetiza sobre el origen humano de la crisis económica mundial de 2008-2010).
Gus Van Sant se ha movido tanto en el lado del cine independiente americano como en el del mainstream. El interés por la adolescencia ha sido un rasgo distintivo de muchas de sus películas: Mi Idaho Privado (1991), Todo por un Sueño (1995), El Indomable Will Hunting (1997), Descubriendo a Forrester (2000) o Paranoid Park (2007). Van Sant ha retratado siempre a gente joven a punto de adentrarse en el mundo de los adultos. "La adolescencia es una etapa formativa, fundamental en nuestro desarrollo. Es entonces cuando nos afirmamos como personas, aprendemos a amar, a reconocernos a nosotros mismos. Es un momento de mi vida que recuerdo con afecto. Y hay una belleza especial en los jóvenes. En ellos trasunta el temor, la desesperanza, etc.", dijo Van Sant cuando se le preguntaba por este tema, recurrente en su filmografía. Con Elephant (2003) se enfrenta al reto de reflejar en la ficción lo que ocurrió ese día en el instituto Columbine, un reto que contó con el apoyo en la producción de la actriz Diane Keaton.
Elephant nos adentra en un instituto norteamericano a través de las clases, la biblioteca, la cafetería, la secretaría, el patio. Pero, sobre todo, a través de sus pasillos, inacabables pasillos que siguen por detrás a varios estudiantes en largos planos secuencia (a veces de exasperante duración), pero con un trasfondo evidentemente psicológico. La película se divide en diversas partes, con fundido en negro y el nombre de algunos alumnos, a los que acompañamos durante varias horas de un día clave, con escenas que se entrecruzan en los pasillos: John (el chico rubiales con la camiseta amarilla y el simbólico toro), Eli (fotógrafo aficionado), Nate y Carrie (el guaperas jugador de rugby y su novia), Acadia (la chica que tiene la reunión en un taller para hablar de las parejas homosexuales), Eric y Alex (dos chicos con su plan ya tramado para ese día y que desencadenará la tragedia), Michelle (la chica poco agraciada que no quiere cambiarse en público en el vestuario), Brittany, Jordan y Nicole (las eternas amigas, pijas bulímicas) y Benny (el negro impasible). Personajes presentados con brochazos, sin apenas penetrar en su personalidad, pero que se justifica para crear el clima adecuado y el camino a la tragedia. Bajo la inteligente mirada de Gus Van Sant se nos muestra algo espantoso: cómo la mediocre cotidianidad de nuestro mundo produce monstruos de destrucción.
Todo ocurre en tiempo real de pocas horas, entre la ficción y el documental. Sólo la escena preparatoria de la tragedia ocurre algún día antes: Eric está en su cuarto y toca al piano “Para Elisa” y Alex dispara a los personajes de un videojuego; luego, mientras ven un documental del nazismo, llega un camión de correo a domicilio que trae un paquete (dentro, una metralleta que han comprado por Internet) y la impactante frase en un escena con ambos en la ducha: “Supongo que ha llegado la hora, hoy vamos a morir. Ni siquiera he besado a nadie”. Gus van Sant, realizador abiertamente gay, presenta a los asesinos como amantes, algo que no ha quedado acreditado.
Con estos elementos se desarrolla la trama. No hay justificaciones; sólo se intuyen los motivos (puntualmente apreciamos que el bullying sufrido por los asesinos hubiera podido ser el desencadenante), pero no se desarrollan. Hay una película que marca el punto de partida para la idea de Van Sant de tratar el tema de la violencia en los colegios: la película Elephant del cineasta británico Alan Clarke, tan aclamada por la BBC en 1989 y que describe la violencia en Irlanda del Norte. Clarke tituló su película de esta manera explicando que la violencia es un problema tan fácil de ignorar como el hecho de tener un elefante en el salón. Van Sant decidió titular igual su película, pero en su caso pensó más en la parábola del ciego y el elefante: varios ciegos examinan diferentes partes de un elefante (orejas, piernas, rabo, trompa, etc); cada ciego está completamente convencido de que entiende la verdadera naturaleza del animal basándose en la parte que tiene en sus manos y, de esta forma, el elefante es visto como un árbol, o una cuerda, o una serpiente, pero ninguno puede ver el todo. Sea como sea el simil es claro: el “elefante” de la violencia irrumpe en los centros escolares sin que los adultos y la sociedad (los “ciegos”) lo hayan podido detectar a tiempo.
Elephant se tenía que rodar en un instituto de verdad (se eligió un instituto recientemente decomisado de Portland) y ninguno de los estudiantes debía ser actor profesional. Lo que más destaca de Elephant es su estética visual, superficialmente simple, pero psicológicamente compleja. Elephant no deja indiferente: la odias o la amas, pero no la ignoras. Es aséptica y fría, pero consiguió alzarse con la Palma de Oro de Cannes 2003 a la mejor película y el premio al mejor director.
Un año antes, en el año 2002, Michael Moore dirigió y protagonizó la película documental Bowling for Columbine, ganadora del Oscar a la mejor película documental y del 55th Anniversary Prize de Cannes. Es, hasta hoy, el documental más taquillero de la historia del cine. Documental admirado y repudiado casi por igual, cuyo título es un juego de palabras ya que, en inglés estadounidense, "bowling" puede traducirse por "jugar a los bolos", pero también por “rodar, lanzar o desconcertar”. Así el título podría traducirse como "Desconcertarse por el caso Columbine" (y no es para menos).
Aunque el documental toma como punto de partida la masacre del instituto Columbine, sirve para realizar una reflexión acerca de la naturaleza de la violencia en los Estados Unidos, el uso de armas por parte de civiles y la "teoría del miedo". Esta teoría merece una reflexión: se nos muestra cómo los ciudadanos estadounidenses viven absortos en el miedo, idea inculcada desde la infancia por la familia y los medios de comunicación; se pone énfasis en el hecho de que la única salida que encuentra la mayoría de la población sea la posesión de armas (de todo tipo) y que su comercialización es tan natural que cualquier persona pueda adquirirlas en un supermercado o en Internet.
Por la película van apareciendo algunas figuras del “american way of life” de USA, con sus opiniones sobre el tema: el extravagante cantante de rock Marilyn Manson (al que consideraron uno de los provocadores de la tragedia), los creadores de la irreverente serie de dibujos animados South Park, el actor Charlton Heston (líder de la Asociación Nacional del Rifle, muy alejado de sus papeles épicos y bíblicos de su filmografía) y hasta el mismo presidente George W Bush. Especialmente significativo es la parte del documental en la que se contrasta la diferencia de sentir entre Estados Unidos y Canadá sobre este tema, ambos países desarrollados y con importante pluralidad étnica. Y como en Canadá el índice de muertes por disparo es casi inexistente (frente a los más de 34.000 anuales en USA), ya que la gente no necesita armas para estar tranquilos en sus casas, ya que no se ha desarrollado la teoría del miedo. También destacamos las imágenes en blanco y negro sobre las distintas implicaciones de los Estados Unidos en distintos conflictos del mundo, bajo la melodía de “A wonderful life”. Así como la imágenes reales de la matanza de Columbine, imágenes de las cámaras de grabación y declaraciones de los afectados. Y la posterior “tolerancia cero” en los institutos, con normas tardías y ya casi irrisorias.
Polémico, audaz y divertido, Michael Moore es un fenómeno social con un objetivo: crear debate y encontrar alguna respuesta. Y sólo basta revisar su biografía para reconocerlo. Michael Moore alcanzó la fama con su película Roger & Me (1989), un documental sobre lo ocurrido en su pueblo natal (Flint, Míchigan) después de que la empresa General Motors cerrara sus fábricas. Otros documentales polémicos han sido, en el año 2004, Fahrenheit 9/11 (sobre los supuestos vínculos económicos entre la familia del presidente Bush, la familia real saudí y la familia Bin Laden, así como las hipotéticas motivaciones financieras ocultas de la invasión de Irak), en el año 2007, Sicko (denuncia el sistema sanitario norteamericano y las estafas de las aseguradoras) y, en el año 2009, Capitalismo: una historia de amor (que hipotetiza sobre el origen humano de la crisis económica mundial de 2008-2010).
Dos directores polémicos y un mismo y polémico problema. La polémica sobre la violencia de los adolescentes en los centros escolares está servida.