Una amiga virtual, Beatriz Ogando, médico de familia amante de la bioética, del cine y de las buenas emociones, me ha recomendado esta película realizada desde las antípodas, desde Australia: Mary and Max (Adam Elliot, 2009).
Mary and Max es un historia de amistad epistolar entre dos seres especiales (una niña y un hombre) que no se conocen, pero que se prolongará durante casi 20 años. Una historia contada en plastilina que supone el debut en el largometraje de su director, quien con su compañía (la Adam Elliot Pictures) ya ha realizado otros cortos en plastilina o arcilla: Uncle (1996), Cousin (1998) y Brother (1999), que constituyen una trilogía,;y Harvie Krumpel (2003), por el que consiguió el Oscar al Mejor Cortometraje de Animación. Adam Elliot define su obra como “claymation”, neologismo que significa plastilina en movimiento.
Múltiples premios jalonan la historia especial de amistad de Mary & Max, donde todo es hermoso (las imágenes, las voces, la música, los diálogos, el mensaje), incluso la web de la película.
Mary Daisy Dinkle es un niña de 8 años que vive en Melbourne (Australia) con su familia: un abuelo que sigue bañándose en agua helada para sentirse vivo; un padre que trabaja en una fábrica de té y pasa más tiempo con sus animales disecados que con su hija; y una madre con un alma complicada y con afición por el tabaco, el cricket y el jerez, y que siempre le dice a Mary que era un “accidente”. Mary adoraba los dibujos animados de los Noblets, su color favorito es el marrón y su comida favorita es la leche condensada azucarada (seguida de cerca por el chocolate). Y tiene un gallo llamado Ethel.
Max Jerry Horowitz es un hombre obeso de 44 años de origen judío que vive en Nueva York (Estados Unidos) y también le gustan los Noblets. Comparte su cuarto con un pez (Enrique VIII se murió y ahora es con Enrique IX), algunos caracoles (a los que ha puesto nombre de científicos famosos), un periquito, un gato y un amigo invisible (Mr Ravioli). Tiene problemas de sueño, ataques de ansiedad e intenta llevar una vida “simétrica”.
Un día, por cosas del azar, Max recibe una carta de Mary en la que le preguntaba si los niños en Estados Unidos vienen de latas de refresco (pues en Australia vienen de jarras de cerveza). Max lee varias veces la carta de Mary y le contesta: “Desafortunadamente, los bebés no se encuentran en latas. Le pregunté a mi madre cuando tenía 4 años y me dijo que venían en huevos que ponían los rabinos. Si no eres judío, son puestos por las monjas católicas. Si eres ateo, son puestos por prostitutas sucias y solitarias. Así que de esta forma nacen los niños en Estados Unidos”.
A partir de ahí se establece una relación epistolar magnífica, brillante. La parte en que Max explica cómo le diagnosticaron el síndrome de Asperger (“Aspi” para los amigos) y algunas características del mismo es espectacular: “Nº 1: encuentro el mundo muy confuso y caótico, porque mi mente es muy literal y lógica. Nº 2: me cuesta entender las expresiones faciales de la gente; cuando era más joven, hice un libro que me ayudaba cuando me confundía; aún tengo problemas para entender a algunas personas. Nº 3: tengo mala escritura, soy hipersensible, torpe y me puedo preocupar mucho. Nª 4: me gusta resolver problemas. Y Nº 5: tengo problemas para expresar mis emociones. Pero no me siento inútil, defectuoso o como si necesitase una cura; me gusta ser un “Aspi”. Sin embargo, hay una cosa que desearía cambiar: desearía poder llorar adecuadamente”. Esto adquiere mayor valor en imágenes, como la del vídeo que os dejo debajo.
También son entrañables los consejos que se profesan, como cuando Max le dice a Mari: “Eres imperfecta, y yo también. Todos los humanos son imperfectos…Cuando era joven, quería ser cualquiera, menos yo mismo. Tendremos que aceptarnos, con defectos y todo, y nosotros no podemos elegir nuestros defectos; son parte de nosotros y tenemos que vivir con ellos. Sin embargo, podemos elegir a nuestros amigos. Las vidas de todos son como una larga acera; algunas están bien pavimentadas; otras, como la mía, tienen grietas” .
Múltiples premios jalonan la historia especial de amistad de Mary & Max, donde todo es hermoso (las imágenes, las voces, la música, los diálogos, el mensaje), incluso la web de la película.
Mary Daisy Dinkle es un niña de 8 años que vive en Melbourne (Australia) con su familia: un abuelo que sigue bañándose en agua helada para sentirse vivo; un padre que trabaja en una fábrica de té y pasa más tiempo con sus animales disecados que con su hija; y una madre con un alma complicada y con afición por el tabaco, el cricket y el jerez, y que siempre le dice a Mary que era un “accidente”. Mary adoraba los dibujos animados de los Noblets, su color favorito es el marrón y su comida favorita es la leche condensada azucarada (seguida de cerca por el chocolate). Y tiene un gallo llamado Ethel.
Max Jerry Horowitz es un hombre obeso de 44 años de origen judío que vive en Nueva York (Estados Unidos) y también le gustan los Noblets. Comparte su cuarto con un pez (Enrique VIII se murió y ahora es con Enrique IX), algunos caracoles (a los que ha puesto nombre de científicos famosos), un periquito, un gato y un amigo invisible (Mr Ravioli). Tiene problemas de sueño, ataques de ansiedad e intenta llevar una vida “simétrica”.
Un día, por cosas del azar, Max recibe una carta de Mary en la que le preguntaba si los niños en Estados Unidos vienen de latas de refresco (pues en Australia vienen de jarras de cerveza). Max lee varias veces la carta de Mary y le contesta: “Desafortunadamente, los bebés no se encuentran en latas. Le pregunté a mi madre cuando tenía 4 años y me dijo que venían en huevos que ponían los rabinos. Si no eres judío, son puestos por las monjas católicas. Si eres ateo, son puestos por prostitutas sucias y solitarias. Así que de esta forma nacen los niños en Estados Unidos”.
A partir de ahí se establece una relación epistolar magnífica, brillante. La parte en que Max explica cómo le diagnosticaron el síndrome de Asperger (“Aspi” para los amigos) y algunas características del mismo es espectacular: “Nº 1: encuentro el mundo muy confuso y caótico, porque mi mente es muy literal y lógica. Nº 2: me cuesta entender las expresiones faciales de la gente; cuando era más joven, hice un libro que me ayudaba cuando me confundía; aún tengo problemas para entender a algunas personas. Nº 3: tengo mala escritura, soy hipersensible, torpe y me puedo preocupar mucho. Nª 4: me gusta resolver problemas. Y Nº 5: tengo problemas para expresar mis emociones. Pero no me siento inútil, defectuoso o como si necesitase una cura; me gusta ser un “Aspi”. Sin embargo, hay una cosa que desearía cambiar: desearía poder llorar adecuadamente”. Esto adquiere mayor valor en imágenes, como la del vídeo que os dejo debajo.
También son entrañables los consejos que se profesan, como cuando Max le dice a Mari: “Eres imperfecta, y yo también. Todos los humanos son imperfectos…Cuando era joven, quería ser cualquiera, menos yo mismo. Tendremos que aceptarnos, con defectos y todo, y nosotros no podemos elegir nuestros defectos; son parte de nosotros y tenemos que vivir con ellos. Sin embargo, podemos elegir a nuestros amigos. Las vidas de todos son como una larga acera; algunas están bien pavimentadas; otras, como la mía, tienen grietas” .
Y, simulando a las cartas entre Mary y Max, finalizo con las siguientes postdatas:
P.D. No os la perdáis: 90 minutos para haceros sentir mejor persona y que logra dibujar una sonrisa inteligente en la cara y un apretón en el corazón. Una película de animación que es un diamante en bruto para los adultos.
P.P.D. Imprescindible verla en versión original. Toni Collete (la que fuera madre del niño del Sexto sentido, M. Night Shyamalan, 1999) pone la voz de Mary, Philip Seymour Hoffman (el que fuera Truman Capote, Bennett Miller, 2005) pone la voz de Max y Eric Bana (el Héctor más guapo de la historia del cine, en Troya, Wolfgang Petersen, 2004) pone la voz de Damian, el vecino griego (y futuro marido) de Mary. Y Barry Humphries llena de emoción la cinta como narrador.
P.P.P.D. Probablemente no la vieras en el cine, porque este tipo de joyas tienen el raro honor de pasar desapercibidas en los cines. Pero quizás, esa dificultad les da mayor valor al descubrirlas.
P.P.P.P.D. Y ya puestos, no dejéis de ver también Harvie Krumpel, la historia de una persona peculiar afecta de síndrome de Gilles de la Tourette.
P.P.P.P.P.D. ¡ Gracias, Beatriz, por este regalo !
P.D. No os la perdáis: 90 minutos para haceros sentir mejor persona y que logra dibujar una sonrisa inteligente en la cara y un apretón en el corazón. Una película de animación que es un diamante en bruto para los adultos.
P.P.D. Imprescindible verla en versión original. Toni Collete (la que fuera madre del niño del Sexto sentido, M. Night Shyamalan, 1999) pone la voz de Mary, Philip Seymour Hoffman (el que fuera Truman Capote, Bennett Miller, 2005) pone la voz de Max y Eric Bana (el Héctor más guapo de la historia del cine, en Troya, Wolfgang Petersen, 2004) pone la voz de Damian, el vecino griego (y futuro marido) de Mary. Y Barry Humphries llena de emoción la cinta como narrador.
P.P.P.D. Probablemente no la vieras en el cine, porque este tipo de joyas tienen el raro honor de pasar desapercibidas en los cines. Pero quizás, esa dificultad les da mayor valor al descubrirlas.
P.P.P.P.D. Y ya puestos, no dejéis de ver también Harvie Krumpel, la historia de una persona peculiar afecta de síndrome de Gilles de la Tourette.
P.P.P.P.P.D. ¡ Gracias, Beatriz, por este regalo !
1 comentario:
En TV, canal TNT, ponen la serie Big Bang, que , además de ser simpática , salen casi todos los sintomas de Asperger en el protagonista Sheldon Cooper. Por la noche, los lunes ponn capitulos nuevos, y a casi todos los mediodias repinen antiguos.
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