Alimentos funcionales son aquellos alimentos que son elaborados no sólo por sus características nutricionales, sino también para cumplir una función específica como puede ser el mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades. Los alimentos funcionales están de moda, con especial atención a probióticos, prebióticos y simbióticos.
La información científica sobre este tema se ha prodigado en los últimos 5 años. En La Biblioteca Cochrane Plus se recuperan al menos 16 revisiones sistemáticas, algunos de claro interés en Pediatría: infección de vías respiratorias superiores, enterocolitis necrosante, eccema, diarrea persistente, diarrea asociada a antibióticos, etc. Esta última acaba de ser actualizada en este mes, con metodología rigurosa (que ha incluido una valoración GRADE).
También en Evidencias en Pediatría hemos abordado este tema al menos en 8 artículos, por activa, pasiva y reflexiva. Y en PubMed se recuperan 3500 artículos en los últimos 5 años. No es la primera vez que tratamos este tema en el blog.
El pasado mes de septiembre se constituyó la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) cuyo objetivo es hacer posible un foro de intercambio que permita conocer lo que se está investigando a nivel público y privado para establecer sinergias que contribuyan al conocimiento sobre probióticos y prebióticos. Esta sociedad está respaldada por un buen número de empresas implicadas en I+D+i en este campo, así como en la comercialización de estos productos: Danone, Numil Nutrición, Casen-Fleet, Beneo-Orafti, Ysonut, Italfarmaco, Puleva Food, Biosearch, Mead Johnson Nutrition, Salvat, Zambon y Dhu Ibérica. En los días 15 y 16 de diciembre acaba de celebrarse la primera actividad de la SEPyP («III Workshop Probióticos, Prebióticos y Salud: Evidencia Científica»), con el objetivo de fomentar la comunicación entre investigadores, clínicos y empresas interesadas en este ámbito.
Esta noticia tiene un punto de vista algo diferente al reciente grupo Iniciativa para una Prescripción Prudente (IPP). En un entorno actual que ha asumido acríticamente la “innovación” como sinónimo de bondad, reivindicar una prescripción cauta supone una toma de partido cuanto menos osada. Sobre todo si las innovaciones introducidas en los últimos años ocasionan beneficios marginales o escasos, poco acordes con su exigencia de más recursos, que necesariamente se detraen de otros aspectos de la asistencia. Al leer la noticia de la aparición de la SEPyP, uno se pregunta si realmente los probióticos y prebióticos necesitaban una sociedad científica arropada con tanta industria a su alrededor (el "sesgo del financiador" hace que el equilibrio entre la "evidence-based medicine" y la "evidence-biased medicine" sea más delicado, así como el equilibrio entre la medicina basada en pruebas y en el marketing).
Uno imagina a partir de aquí una Sociedad Española de Psicoestimulantes, ... de Melatonina,... de Antileucotrienos, ... de Anticuerpos monoclonales, etc. Esta última causa una cierta desazón en mi, pues cuando leo algo que termina en "...mab" me echo a temblar (pero eso será otra historia...).
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