En nuestra entrada de la semana pasada, comentamos la relevancia del cine social inglés. Hoy hablamos de quien se considera el mejor patrimonio cinematográfico del realismo social británico: Ken Loach, un director caracterizado por su inconformismo social, su crítica a la burguesía y a la sociedad, y su acercamiento a los seres anónimos, personajes que presenta con radicalidad y honestidad. Ken Loach, al igual que sus antecesores del cine social y free cinema inglés, denuncia los traumas que ocasiona en los seres humanos la vida en las ciudades industriales y con sus historias sacude conciencias y denuncia las condiciones de la clase trabajadora británica.
Mientras estudiaba derecho en Oxford, entró por primera vez en contacto con las artes escénicas. El ambiente que se respiraba en los años 60 favorecía la crítica a las injusticias sociales y allí encontró el eslabón que caracterizaría su cine. A partir de 1964 comienza a dirigir una serie de docudramas, siendo el más famoso Cathy Come Home (1966), que aborda la problemática de la vivienda y la pobreza en el contexto del estado de bienestar británico. Fue una de las películas más controvertidas producidas por la BBC, que llegó incluso a provocar que se modificasen las leyes sobre los sin techo.
Desde entonces y hasta principios de los 80, Loach dividió su tiempo entre el cine y la televisión. En la época de Margaret Thatcher, la crisis económica del país provocó profundos recortes de presupuesto para la cultura; esto ocasionó que la Dama de Hierro se granjease muchos enemigos entre los artistas, con Loach a la cabeza (por lo que fue casi un proscrito en aquella época, apenas sin actividad creativa). En los años 90 su carrera se revitaliza, manteniéndose siempre fiel al estilo que fue una constante en su vida: la defensa de los oprimidos. Su producción aumenta tanto en cantidad como en calidad y empieza a cosechar éxitos: Agenda Oculta (1990), Premio del Jurado de Cannes; Lloviendo piedras (1993), Premio del Jurado de Cannes; Tierra y Libertad (1995), Premio Ecuménico del Jurado de Cannes; Felices dieciséis (2002), Espiga de Oro Seminci de Valladolid; Sólo un beso (2004), Premio del Jurado del Festival de Cine de Berlín y Premio César a la Mejor Película Europea; El viento que agita la cebada (2006), Palma de Oro de Cannes; En un mundo libre (2007), Premio al mejor guión del Festival de Venecia.
Desde hace décadas, Ken Loach critica con dureza lo que pasa a su alrededor: las dificultades de la clase trabajadora (Mi nombre es Joe), la realidad de la inmigración ilegal (Pan y rosas), las barreras a la integración cultural (Sólo un beso), etc. Desde los orígenes de su filmografía, el universo de los adolescentes y la familia están presentes y lo podemos percibir en, al menos, cuatro de sus películas:
- Poor Cow (1967): narra el catálogo de malas decisiones de Joy, una adolescente de 18 años, tras escaparse de casa con un chico. Se casa y tiene un hijo, pero su pareja es encarcelada y tiene que salir adelante sola, trabajando como camarera y cayendo en la prostitución. Es capaz de cambiar el rumbo de su vida, en caída vertical hacia el ocaso, cuando se da cuenta de que su hijo es lo más importante en su vida.
- Miradas y sonrisas (1981): una mirada al entorno de Nick, un adolescente de 16 años, y sus vivencias alrededor de sus aspiraciones (no consigue encontrar trabajo y se le ocurre alistarse en el ejército, a lo que sus padres se oponen radicalmente) y el encuentro con el amor (su relación con la dependienta de una zapatería).
- Ladybird Ladybird (1994): inspirada en una historia real, es la historia de amor y lucha de Maggie por mantener una familia. Maggie tiene cuatro hijos de distintos padres y diferentes razas. La vida inestable de Maggie tiene su cénit en una neglicencia en la que los hijos están a punto de perecer en su domicilio. Los Servicios Sociales unen este incidente a otros puntos negativos del pasado de Maggie, y deciden retirarle la custodia de los hijos. A partir de aquí se produce el hundimiento moral de la protagonista, levantada parcialmente por Jorge, un refugiado paraguayo que podría ser el amor de su vida. Con él, Maggie vislumbra la posibilidad de alcanzar la felicidad; sin embargo, su pasado sigue atormentándola. Una vez inmersa en la burocracia de los Servicios Sociales, le resultará muy difícil liberarse de su carga moral y problemas, aunque no se da por vencida. Maggie vive en un universo limitado, donde las posibilidades de progreso pasan por un cambio radical que a ella le resulta muy difícil completar, inmersa como está en un círculo de adicciones, separaciones, engaños y juicios constantes. El título de la película evoca una canción infantil inglesa que hace referencia a un insecto-madre que deja a sus crías, y la casa se quema en su ausencia: "Ladybird, ladybird, fly away home, your house is on fire, your kids are all gone". Una película muy dura, en la que brotan algunos temas esenciales, dignos de amplio debate: la maternidad (y los estereotipos de la “buena madre” y la “mala madre”), el papel de los Servicios Sociales (y la intervención del Estado en la vida privada y tutela), o la asimetría entre ley y justicia.
- Felices dieciséis (2002): Liam es un adolescente de 15 años, que vive en un barrio marginal y en un entorno de precariedad laboral y ausencia de oportunidades. La historia narra su ritual de paso a la vida adulta con trágicos peajes, en un esfuerzo desesperado por reconstruir su familia, una familia disfuncional: un abuelo desalmado, una madre que cumple condena por tráfico de estupefacientes y su amante ex policía, y una hermana soltera con un hijo. Liam, en la búsqueda de un espacio propio en un medio social complicado, pasará de aspirante a hampón a traficante de drogas, con el objetivo de conseguir dinero para comprar una caravana y poder vivir en ella con su madre, cuando esta salga de la cárcel. Liam escribe continuamente a su madre, y cuenta las semanas que restan para que ésta salga de prisión y estar juntos; pero ese reencuentro con su madre y su vida junto a ella se truncan. El rechazo de la madre significa la ruptura con el último eslabón que lo ataba a la adolescencia. Derribada esta ilusión, el personaje ha bajado a lo más oscuro de su abismo y sabemos que el drama continúa aun después de los créditos…, aunque la última palabra de la película es un “I love you” desesperado a través de un móvil…
Es sabido que Ken Loach parte en sus películas de situaciones límite, con conflictos dramáticos bastante desgarrados; cine comprometido desde una perspectiva de izquierdas en el que mantiene en su particular guerra contra el aparato político de Gran Bretaña. En este contexto, hoy mostramos un reflejo de su peculiar mundo de la adolescencia y la familia, bajo el prisma del mejor realismo social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario