El debate sobre el aborto es complejo y esencial: por ello debemos mirarlo de frente. Las opiniones de la ciudadanía (también de los políticos y sus leyes) al respecto oscilan en ocasiones entre polos muy lejanos. En Cine y Pediatría hemos tratado este tema ya en ocasiones: Las normas de la casa de la sidra (Lasse Hallstöm, 1999), Palíndromos (Todd Solonz,2004), Madres e hijas (Rodrigo García, 2010) o, la imprescindible Juno (Jason Reitman, 2007).
Hoy retomamos el tema después de que una noticia incendiara recientemente la Red y las conciencias: nos referimos al artículo publicado en Journal of Medical Ethics bajo el provocador título “Aborto postnatal: ¿por qué debería vivir el bebé?”. No se han hecho esperar las reacciones frente a esta declaración de guerra contra los fetos y recién nacidos, un artículo con unas 1500 palabras, pero con un elevado índice de sorpresas-por-palabras y claramente provocador. Sobre este tema, en este blog ya hemos tomado un claro partido, que incluye la reconsideración de los valores de nuestra sociedad.
En la entrada de hoy vamos a ir proponiendo una serie de películas que ayuden a acercarse al tema, si bien siempre será una aproximación poliédrica. Películas que reflejan el sufrimiento de una dura decisión (abortar o no) y el dolor que rodean los hechos y las consecuencias. Aunque muchas películas intentan reflejar sólo los sentimientos de los protagonistas, es difícil alejar la ficción de la perspectiva que implica el debate político y mediático, las creencias religiosas y los valores éticos y morales. Sólo expondremos algunos títulos de películas que abordan el tema del aborto de forma nuclear, pero sin entrar en debates en profundidad (que llevarían muchas páginas y muchas horas). De hecho cada película daría lugar a profundas reflexiones.
La exposición la hemos plasmado por países, pues el tema del aborto implica a todas las personas y a todos los países. Hoy hablaremos del abordaje del aborto en películas realizadas en Europa.
Francia: Un asunto de mujeres (Claude Chabrol, 1988). En la Francia ocupada de la II Guerra Mundial, en un mundo de mujeres solas y soldados, las mujeres luchan por salir adelante de la mejor manera posible sin la figura del hombre. El dinero escasea y hay que conseguirlo como sea. Marie (Isabelle Huppert) es ama de casa y, un buen día, ayuda a abortar a una vecina que no quiere quedarse sola con la responsabilidad de un niño y su pareja en la guerra. Con el tiempo se hace amiga de Lulu (Marie Trintignat), una prostituta, y, para que Lulu la valore algo más que por ser ama de casa, le dice que practica abortos. Cuando la noticia se extiende, muchas mujeres buscan su ayuda y los abortos se transforman en un próspero negocio. En cada una de las mujeres que optan por el aborto, se refleja la miseria de la guerra, la miseria de la vida. Miseria que pasa por la dual y controvertida personalidad de Marie, con una moralidad reprochable: para ella todo consiste en hacer dinero y vivir despreocupadamente; pero su mentira y sus acciones acaban llevándola a la guillotina.
Francia: El vientre de Juliette (Martin Provost, 2003). Juliette (Julie-Marie Parmentier) es una joven que tras quedarse embarazada con sólo 20 años decide tener el bebé a despecho de todo el mundo. La que más se opondrá será su madre, Julia (Carmen Maura), antigua niña estrella nerviosa y cleptómana, quien quiere conservar a su hija para sí misma. Tragicomedia sobre una chica que tiene que afrontar un embarazo inesperado, lo que le hace reconducir su vida.
Francia: Les bureaux de Dieu (Claire Simon, 2008). “Las oficinas de Dios” no es sino un centro de planificación familiar en el que trabajan mujeres que tratan de ayudar a otras mujeres a vivir su sexualidad de la mejor manera posible. Cruce entre documental y ficción, Simon toma historias reales, las transforma en un guión cinematográfico y convoca a distintas actrices, algunas reconocidas (Nathalie Baye, Beatrice Dalle) y otras amateur, para ofrecernos un amplio abanico de situaciones diferentes que viven las mujeres a lo largo de su vida sexual. Aquí vemos a mujeres de distintas edades (adolescentes, jóvenes y adultas), de distintas religiones (católicas o musulmanas), de distinta moralidad y creencias, pasar por estas oficinas en busca de consejo y ayuda. Detrás de cada una de ellas hay miles de historias de mujeres de todo el mundo, desde la niña que quiere tomar la píldora en sus primeras relaciones sexuales a jóvenes inconscientes que se someten a su segundo aborto, pasando por aquellas mujeres maduras que no quieren tener a su hijo porque no saben si es de su marido o de su amante. Al final del día, las trabajadoras del centro están exhaustas de tanta duda y tanto miedo, de tanta impotencia (puro cine social francés, con gran parecido a la película Polysse, comentada en la semana pasada). Esta película se convierte en una oportunidad única para darse cuenta de cómo las mujeres (no una, sino muchas), experimentan su sexualidad y, sobre todo, su capacidad de concebir.
Reino Unido: El secreto de Vera Drake (Mike Leigh, 2004). Vera Drake (Imelda Staunton, candidata al Oscar Mejor Actriz ese año) es el sostén de una familia inglesa de clase trabajadora en la Inglaterra de 1950. Trabaja como limpiadora en varias casas, mientras que su marido es mecánico en un taller y en casa cuida de sus dos hijos (de ellos, uno con retraso mental) y de su madre anciana. Vera Drake es generosa y amable; y en este contexto también tiene un secreto: ayuda a chicas en apuros y va a casa de jóvenes embarazadas y les practica un aborto rápido. Lo hace por convicción, quiere ayudar a chicas que están embarazadas y no quieren (o no pueden) hacerse cargo del bebé, porque no es de su marido, porque no tienen dinero para mantenerlo o por la razón que sea. Y nunca pregunta, ni juzga: sólo ayuda. Pero su mundo se derrumba cuando una de las intervenciones sale mal y la chica acaba en el hospital. La policía la detiene y Vera acaba en la cárcel, lo que la desmorona, pero no porque sea consciente de que lo que ha hecho estaba mal, sino porque no podrá cuidar de su familia. Vera Drake no se arrepiente de lo que hace, aunque legalmente sea considerado como delito, por lo que la película nos muestra las distintas caras de abordar el aborto ilegal en aquella época, según el poder económico y social de la mujer afectada. El secreto de Vera Drake nos plantea que el aborto es algo inevitable a veces, por lo menos en una sociedad en la que se condena a la marginación a las madres solteras y no se ayuda a las personas sin recursos. Ahora bien, la película muestra, pero no condena, no opina.
Rumanía: 4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu, 2007). Una película dura, fría y que revolucionó el panorama cinematográfico europeo, pues dirigía las miradas hacia una cinematografía casi desconocida, con presencia casi anecdótica en las carteleras internacionales: la rumana. Se llevó la Palma de Oro en Cannes, los dos premios más importantes de la Academia del Cine Europeo y múltiples premios…y todo ello con un raquítico presupuesto de 600.000 euros.
Pero lo más importante de esta película es que nos obliga a mirar a un problema no desconocido, pero algo olvidado: el aborto ilegal. Nos narra una historia que comienza en clave: dos jóvenes amigas universitarias, Otilia (Anamaria Marinca) y Gabita (Laura Vasiliu), preparan una maleta en la habitación de su residencia de estudiantes; buscan una habitación en un hotel y quedan con un misterioso señor Bebe para hacer un extraño trato, quien les dice que "la confianza es vital". Poco a poco vamos comprendiendo que Gabita está embarazada y que el señor Bebe le practicará un aborto.
La descripción es dura: Gabita está asustada, asustada por el dolor, por la sangre, por la incertidumbre. Necesitan un hule para que la hemorragia no manche las sábanas del hotel, pues tendrá que estar inmóvil durante horas o días con la sonda en su interior y teme que el feto no salga. Y saben que, en caso de problemas, ni siquiera podrán pedir ayuda a una ambulancia., pues "esto no es un juego, podrían meternos en la cárcel a los dos" (resuenan en las dos amigas las palabras del señor Bebe). Los momentos que los tres pasan en la habitación del hotel son desoladores: el miedo en el rostro de la Gabita y la preocupación en el de Otilia; el rostro impávido del señor Bebe, tirano y señor de la situación, implacable en el precio de la interrupción del embarazo (la diferencia se la cobra acostándose con Otilia, quien se prostituye por su amiga). De esta forma, el “salvador” de la situación se convierte en “verdugo” … y todo rodado por Mungiu de una manera sumamente cruda, de forma que miedo y las desesperación se siente con los cinco sentidos.
Y después de ver esta película, después de ver el horror, nos damos cuenta de las dudas y miedos por las que pasan las mujeres en estos trance: miedo a destrozar su propia vida, miedo a los hombres, miedo al qué dirán, miedo a sí mismas, miedo a la conciencia, miedo... Otilia y Gabita saben que el embarazo, el aborto... son básicamente un problema de mujeres, que a los hombres sólo les toca tangencialmente.
Algunas películas que hablan sobre aborto en la filmografía europea. De ellas, 4 meses, 3 semanas, 2 días recoge un título simbólico que nos aproxima al límite de las 20 semanas de gestación (límite teórico para considerar la interrupción de un embarazo) y se convierte en una de las cintas más crueles sobre una realidad que nos rodea cada día: el aborto (legal o ilegal) y sus consecuencias.
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