Las dos películas de hoy son un ejemplo de las peculiaridades que, a veces, conllevan las traducciones de la versión original. La película de coproducción entre Francia, Bélgica y Canadá, Oscar et la dame rose (Éric-Emmanuel Schmitt, 2009) ha sido traducida como Cartas a Dios, mientras que la película estadounidense Letters to God (Patrick Doughtie y David Nixon, 2010) se ha traducido como Cartas al cielo. La coincidencia de títulos (y su posible confusión) es mayor si se tiene presente que ambas películas tienen como protagonista a un niño con cáncer terminal que mantienen una relación epistolar con Dios y que ambas películas son tremendamente sensibles y recomendables.
Por ello, abordamos el comentario de ambas en esta entrada de hoy, con la emoción a flor de piel. Porque la historia de un niño con cáncer terminal entraña un alto riesgo para una película, pues fácilmente puede derivar hacia el exceso melodramático y sentimentalismo, lo que puede llegar a resultar una afrenta para algunos espectadores. Si no traspasa esa barrera, la trama puede ser un magnífico momento para la reflexión como sanitarios y como personas.
- Cartas a Dios (Éric-Emmanuel Schmitt, 2009) se basa en la adaptación del best-seller "Oscar et la dame rose", escrita por el mismo director en 2002 y que recibió el Hamburger Prize de la Academia de Medicina en Francia; y se constituye en un libro de obligada lectura para aquellos profesionales que deban tratar con pacientes. De la pluma de este autor han salido obras como “Monsieur Ibrahim et les fleurs du Coran” (llevada cine en 2003 por François Dupeyron como El señor Ibrahim y las flores del Corán) y de la dirección de este autor conocemos la obra Odette: una comedia sobre la felicidad (2006).
Cartas a Dios cuenta la historia de Óscar (el espectacular debut y frescura en la gran pantalla de Amir), un niño de 10 años afecto de
leucemia que permanece ingresado en un peculiar hospital infantil, capitaneado por el Dr. Düsseldorf (siempre brillante Max Von Sydow, visto este año también en
Tan fuerte, tan cerca de Stephen Daldry). En este hospital conviven niños con distintas dolencias: aparte de niños con cáncer, también con síndrome de Down (esa cariñosa niña que siempre solicita un beso), con macrocefalia por hidrocefalia (Eisntein, un amante del ajedrez), con obesidad mórbida (Palomitas, a quien se le describe como "98 kilos, 9 años, 1 metro 10 de alto por 1 metro 10 de ancho"), con enfermedad de Fallot (la niña Peggy, su novia, de quien dice Oscar que tiene "la enfermedad azul y espera una operación del corazón que la vuelva rosa"), y otros más.
A Oscar, en su enfermedad, le duele más la falta de valentía y sinceridad de sus padres que su cáncer terminal, pues no son capaces de tratarle con normalidad y decirle la verdad: el gran dilema de la ocultación de la información a un menor. Casualmente se cruza en su vida Rose (magnética Michelle Laroque, en uno de los personajes más sorprendentes que se hayan visto en mucho tiempo), una brusca y antipática repartidora de pizzas, cuya pequeña empresa se llama Pinky Pizzas y va vestida con un llamativo traje rosa. Tras ese encuentro, Oscar pide que la "señora de rosa" venga a verle; aunque ella no quiere y lo hace por el negocio, finalmente entre ellos se establece una relación magnética, entre fantástica y espiritual. Rose propone a Oscar que viva los próximos 12 días (del 20 de diciembre al final de año) como si cada uno contase 10 años: será la manera de aprovechar intensamente una vida que se marchita, de enamorarse y de comprometerse, de revivir la inocencia de la niñez y las tribulaciones de la adolescencia, la brillantez de la década de los veinte o los crisis de los cuarenta, hasta llegar a los achaques de la ancianidad. Todo ello con simpáticos diálogos que surgen entre ese niño adulto y esa madre-amiga adoptada, intercalando sorprendentes escenas oníricas en el ring de luchadoras de pressing catch, así como los diálogos vibrantes entre Oscar y Rose (algunos diálogos de alto valor religioso…, con profundidad, con amor):
- "Por qué no me dicen que me moriré?", dice Oscar. Y Rose le contesta:"Y para que lo quieres, si ya lo sabes".
- Cuando cuenta los aspectos de cada día como si fuera un década diferente de la vida y llega a comentar: "Tengo 33 años, un cáncer, una mujer en el quirófano. Así que sé lo que es la vida. Tengo miedo"; o "Querido Dios, como mola la vida en pareja, sobre todo cuando te acercas a los 50 y has pasado mogollón de pruebas".
- Las palabras de Rose son bruscas al inicio de la película, pero profundas hacia el final del metraje: "Usted no es Dios, su trabajo es reparar, es un hombre, sólo un hombre. Así que afloje un poco Dr Düsseldorf, relaje esa tensión y no se dé tanta importancia. Si no, no podrá ser médico mucho más tiempo"; o su epílogo: "Querido Dios. Gracias por conocer a Oscar, Me ha llenado de amor para todos los años que me queden por vivir".
Rose será quien le sugiera a Oscar que le escriba cartas a Dios pidiéndole un favor cada día, pero favores de tipo espiritual (no materiales). Con esta trama, Éric-Emmanuel Schmitt
trata de esquivar el sentimentalismo instalándose en el realismo mágico, y tratar el dolor por la pérdida inevitable de la vida de un niño con una dosis de fantasía e imaginación.
Cartas a Dios se convierte en melodrama filosófico-existencial, un canto a la esperanza para los que sufren, desmitificando el tema de la muerte, dándole una perspectiva más espiritual y menos materialista.
El esquema adoptado por
Cartas a Dios es similar al de
Vivir para siempre (Gustavo Ron, 2010), añadiendo una fotografía de colores luminosos y una banda musical (de Michel Legrand, con más de 200 composiciones musicales de películas en su haber) que trasmiten liviandad y ensoñación, con escapadas de la imaginación para ver plantear con otros ojos la emoción sobre el cáncer infantil.
- Cartas al cielo (Patrick Doughtie y David Nixon, 2010) está basad en hechos reales. Los hechos que acompañan a Tyler Doherty (Tanner Maguire), un niño de 8 años enfermo terminal por un cáncer del sistema nervioso central (meduloblastoma), lo que conmueve a su familia, amigos y a su comunidad; e inspira esperanza a todo aquel con el que tiene relación.
Especial interés tiene el ver cómo repercute su enfermedad y su actitud sobre cada uno de los miembros de la familia de Tyler (su hermosa madre, viuda demasiado joven; su hermano mayor de 16 años y su abuela), así como su relación con el cartero sustituto, Brady McDaniels (Jeffrey Johnson), un joven con problemas de alcoholismo que se siente involucrado con el niño y su familia cuando lee las cartas. Esto le inspira a buscar una vida mejor para él y para el hijo que perdió por su dependencia del alcohol.
La película comienza con un típico barrio residencial made in USA y un feliz cartero repartiendo y recogiendo la correspondencia de los vecinos, a los que conoce bien. Muy a menudo recoge cartas de un niño con esta dirección: "To God, From Tyre". La primera vez que vemos a nuestro protagonista reconocemos todo lo que va a ocurrir, aunque sólo le vemos por detrás: una cicatriz en zona occipital que desciende a la columna vertebral, una cabeza con alopecia universal, señales inequívocas de una neoplasia; una madre enfermera que, antes de irse a trabajar, le pregunta cómo se encuentra; una abuela que se queda a su cuidado y manipula el Porth-a-cath para aplicarle el tratamiento quimioterápico en domicilio y Tyer que le dice: "Con cuidado, abuela. No deben entrar burbujas de aire en el corazón".
Al igual que en la película previa, conmovedora voz en off del protagonista: "Hoy he aprendido una palabra nueva: meduloblastoma", "Me alegro mucho de haber vuelto a casa desde el hospital. Pero sobre todo me gustaría que mi madre volviese a reír. Es lo que más echo de menos".
Momentos para recordar, como la vuelta a clase (explicando a sus compañeros cómo es la quimio y la radioterapia) y sus efectos secundarios y la duda de algún compañero sobre si el cáncer es contagioso. O los momentos con su amiga San, una chicarrona con gorro, simpática y vivaracha. O las reflexiones que le proporciona el gruñón abuelo de Sam...
Quizás todo algo previsible, pero emotivo. Como el emotivo epilogo, con el antes y el feliz después de historia reales de cáncer: leucemia linfoblástica aguda, linfoma de Hodgkin, tumor cerebral, sarcoma de Ewing, cáncer de ovario, cáncer de mama, cáncer de próstata, etc. "Si el cáncer ha tocado tu vida de algún modo y necesitas apoyo o ayuda visita
www.lettertogodthemovie.com".
Oscar y Tyler, dos niños que escriben cartas a Dios. Oscar y Tyler, dos niños con cáncer (leucemia y meduloblastoma) que no logran superar su enfermedad, pero que si curan a cuantos tienen a su alrededor. Oscar y Tyler, sólo dos ejemplos de una realidad común en Pediatría.