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sábado, 5 de mayo de 2012

Cine y Pediatría (121). La mirada inocente de la infancia ante la Guerra Civil Española y su postguerra


En nuestra entrada previa hablamos de la mirada inocente de la infancia a una sinrazón de la historia: el holocausto nazi. Hoy esta mirada se vuelve hacia otra efeméride que sigue grabada en la conciencia de España: la Guerra Civil Española y su postguerra. En nuestra cinematografía patria este tema constituye casi un subgénero, tratado bajo múltiples aristas (como las aristas que tiene la historia): películas propagandísticas en sus inicios, películas denuncia posteriores, películas desde un bando u otro (donde no hay vencedores ni vencidos, pues en una guerra todos pierden), películas bélicas o sociales, etc. En este enlace podemos encontrar un recopilatorio de películas, subdivididas en décadas. 

Exploraremos aquellas películas sobre la Guerra y Postguerra Civil Española en las que la infancia y adolescencia tienen un papel protagonista; y lo haremos en un orden cronológico descendente. Son obras que entrañan casi siempre dos películas: la del mundo de los adultos (con sus pasados, sus desencuentros y rencores, que se presenta en segundo término, apenas sugerida en muchos casos) y la del mundo de los niños (donde apreciamos el velado misterio del mundo de los adultos en la guerra o en la postguerra a través del cristal que da la mirada de los más pequeños). 

- Pan negro (Agustí Villaronga, 2010), basada en dos novelas de Emili Teixidor (“Pa negre” y “Retrat d´un assassí d´ocells”). Nos muestra los últimos años de la infancia de Andreu (Francesc Colomer), un niño de 11 años que vive en el bando de los perdedores los duros años de la postguerra en la Cataluña rural y cuya trama se teje tras encontrar en el bosque los cadáveres de un hombre y su hijo. Alrededor de su vida nos encontramos a una sacrificada madre (Nora Navas), a un padre inculpado (Roger Casamajor), a un maestro facha (Eduard Fernández), a un alcalde falangista (Sergi López) y a su prima Núria (Marina Comas), una chica de su edad mutilada de una mano mientras jugaba con una granada. Aunque con algunos estereotipos, la película es narrada con sobriedad a través de excelentes interpretaciones, méritos que le valieron ser la ganadora de los Goya en su año, con 9 premios (entre ellos mejor película y mejor director). También recibieron el Goya a mejor actor y actriz revelación los dos adolescentes protagonistas, si bien cabe decir que serán los últimos menores de edad en recibir este galardón, tras que la Junta Directiva de la Academia de Cine adoptara en junio de 2011 la medida de no premiar más a menores de 16 años de edad. 

- Las 13 rosas (Emilio Martínez-Lázaro, 2007), basada en el libro de Carlos Fonseca (“Trece rosas rojas”), una historia real sobre 13 militantes (entre 18 y 29 años) de las Juventudes Socialistas Unificadas que fueron detenidas y ejecutadas (injustamente) en Madrid, un mes después de terminar la Guerra Civil Española. Los personajes de Pilar López de Ayala, Verónica Sánchez, Marta Etura, Nadia de Santiago o Bárbara Lennie (cinco de las 13 rosas) nos muestran la vivencia de quien dice que la posguerra es aún peor que la guerra, pues el hambre y la pérdida de libertad, la denuncia y la represalia, la venganza y el rencor pueden llegar a ser realidades tan dolorosas o más que las balas y las bombas. La película apuesta sin pudor por el sentimiento y la emoción, en donde la banda sonora resulta decisiva en una trama donde lo humano le gana la partida a lo político-ideológico. 

- El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) cuenta la historia de Ofelia (Ivana Baquero), una niña de 13 años muy aficionada a los libros de fantasía, quien junto a su madre (Ariadna Gil) se traslada hasta un pequeño pueblo del Pirineo aragonés en el que se encuentra destacado su actual padrastro (Sergi López), un cruel capitán franquista. Una noche, Ofelia descubre las ruinas de un laberinto donde se encuentra con un fauno (Doug Jones), quien le hace una revelación: Ofelia es en realidad una princesa llamada Moanna y, para poder regresar a su pueblo, deberá superar tres pruebas antes de que llegue la luna llena. En el transcurso de su misión, la fantasía y la brutal realidad se entremezclan, dando lugar a una historia donde la magia que rodea a Ofelia le sirve para evadirse de la cruel realidad en la que se encuentra inmersa. Fue también la ganadora de los Goya en su año, con 7 premios (entre ellos mejor actriz revelación para Ivana Vaquero). 

- El viaje de Carol (Inmanol Uribe, 2002) basada en la novela de Ángel García Roldán ("A boca de noche"), funciona como un fábula sobre infancia situada en plena Guerra Civil, si bien ésta sólo se insinúa como telón de fondo. Carol (la debutante Clara Lago) es una niña de 11 años que llega desde Nueva York al pueblo cántabro natal de su madre (María Barranco), con la transición de pasar de una urbe de libertades a un pueblo de la España del año 1938, en plena guerra; un pueblo en donde vive su abuelo (Álvaro de Luna), su tio (Carmelo Gómez) y una maestra republicana (Rosa María Sardá). Las aventuras de Carol con Tomiche, el pillo (Juan José Ballesta), con Cagurrio, el rechoncho (Andrés de la Cruz) y con Culovaso, el gafotas (Daneil Retuerto), nos dibujan un cuento para niños y adultos que harán reflexionar sobre el dolor de las infancias perdidas. 

- El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001), un cuento de terror gótico ambientado en las postrimerías de la Guerra Civil Española y en el entorno de un orfanato, en donde conviven huérfanos de militares, políticos republicanos y otros niños sin hogar víctimas de la guerra. Carlos (el debutante Fernando Tielve), un niño de 10 años que acaba de recaer en este colegio, realiza un viaje iniciático al descubrir la identidad del asesino de otro niño (cuyo espectro vaga por el colegio pidiéndole ayuda) y lo hace conviviendo con la dura directora (Marisa Paredes), el revolucionario profesor (Federico Luppi), la ingenua maestra (Irene Visedo), el agrio portero (Eduardo Noriega) o el líder de los niños del orfanato (Íñigo Garcés). Un historia de venganzas consumadas y amores nonatos alrededor de una bomba que cayó en medio del patio sin causar explosión; y, ante todo, una historia de gran hondura lírica bajo la batuta de un los autores consagrados del fantástico contemporáneo en versión latina, cuya obra entronca con sus obras previas, Cronos (1992) y Mimic (1997). 

- Los niños de Rusia (Jaime Camino, 2001), es un documental sobre los millares de niños españoles que fueron evacuados a distintos países (la Unión Soviética recogió casi 3.000 niños) para alejarlos del conflicto de la Guerra Civil. Lo que en principio era una evacuación temporal se convirtió para algunos en un largo viaje, del que muchos no pudieron regresar hasta 20 años después: el documental entrevista a muchos de estos “niños”, hoy septuagenarios, en una dramática narración de los hechos. 

- La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999), basada en tres cuentos de Manuel Rivas, se fundamenta en el magnífico guión de Rafael Azcona y en la gran dirección de actores. Moncho (Manuel Lozano) es un niño de 8 años que tiene miedo de incorporarse a la escuela, pues ha oído decir que los maestros pegan. Pero su opinión cambia cuando conoce a Don Gregorio (Fernando Fernán Gómez), el maestro republicano: Entre ellos se entabla una gran amistad alrededor de los últimos meses anteriores a la Guerra Civil, un tiempo detenido en el que la libertad da sus últimas bocanadas sin ser conscientes del período que se avecinaba. La dirección de Cuerda encuentra un tono acertado que oscila entre la mirada objetiva, la crudeza del contenido, la belleza del continente y la ternura de la expresión. 

 - Tranvía a la Malvarrosa (José Luis García Sánchez, 1997), fundamentada en la obra del mismo título de Manuel Vicent, obra con datos biográficos. Cuenta la adolescencia del joven Manuel (Liberto Rabal) en la Valencia de la postguerra de los años cincuenta, con la represión psicológica y policial de fondo. 

- Los jinetes del Alba (Vicente Aranda, 1990), adaptación para televisión de la obra homónima de Jesús Fernández Santos. Narra la vida en el balneario de Las Caldas, en un pueblo asturiano, y transcurre desde octubre de 1934 (levantamiento del proletariado asturiano) hasta abril de 1936 (fin de la Guerra Civil Española) a través de la relación de los jóvenes Marian (Victoria Abril) y Martín (Jorge Sanz). 

 - Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984), adaptación de la obra de teatro con el mismo nombre de Fernando Fernán Gómez. La historia se inicia en el verano madrileño de 1936 y dibuja la historia de un familia y su adaptación al miedo, al hambre, al cambio de vida y de costumbres que entraña un conflicto bélico. El hijo, Luisito (Gabino Diego), a pesar de haber sido suspendido el curso, quiere que su padre le compre una bicicleta. Pero la situación va a obligar a postergar la compra; y el retraso, como la propia guerra, durará mucho más de lo esperado.  

- El espíritu de la colmena (Victor Erice, 1973), en donde un guerrillero herido se convierte ante los ojos de unas niñas (Ana Torrent e Isabel Tellería) en el monstruo de Frankestein. Todo esto bajo el imaginario y la luz de Victor Erice, en una de las obras cumbre de nuestra filmografía. Y, aunque no es una película sobre la guerra, si refleja el impacto psicológico que causó en la sociedad española, incluyendo las dificultades para establecer relaciones afectivas. 

- El otro árbol de Guernica (Pedro Lazaga, 1968), fundamentada en la obra homónima y autobiográfica de Luis de Castresana. Durante la Guerra Civil, un grupo de niños vascos fueron evacuados a países extranjeros para ponerlos a salvo de los horrores de la guerra. Lejos de su hogar (y con el deseo de regresar), se nos cuenta las dificultades de los hermanos Santiago (José Manuel Barrio) y Begoña (Inma de Santi), por adaptarse a su nuevo país (Bélgica) y a sus nuevas familias. Película sencilla y con un final feliz, aunque hoy pudiera resultar algo pasada de tiempo: ante los insultos y menosprecios de una parte de la sociedad belga, los niños llegados de todas partes de España forman una piña que defiende su patria con orgullo. Por cierto, dos de las niñas protagonistas (Inma de Santis y Sandra Mozarowsky) fallecieron a muy temprana edad en diversos accidentes. 

- Murió hace quince años (Rafael Gil, 1954), adaptación de una obra de teatro de José Antonio Giménez Arnau, esta película tiene un claro tinte anticomunista que bien se puede calificar de panfleto. Durante la Guerra Civil, un niño de 10 años es separado de su familia y enviado a Rusia junto con otros niños, con la finalidad de evitarles el sufrimiento de la contienda. Allí reciben un duro adiestramiento y enseñanzas comunistas, que hacen que pierdan los recuerdos del pasado. Son instruidos para desarrollar actividades a favor de la causa comunista y, en una de ellas, una misión es colaborar en el asesinato de un miembro del Gobierno español, quien resulta ser su propio padre. 

En fin, muchas películas (y para todos los gustos y colores) con la infancia alrededor de la Guerra y Postguerra Civil Española. En general, muchas de ellas funcionan como una fábula sobre el descubrimiento del amor y la amistad entre los escombros del horror y el dolor de un conflicto bélico; y hablan de la necesidad del afecto y de la angustia de la ausencia en donde crecen los más jóvenes y se preparan para ser adultos.
Y esto nos lo dicen algunos de los muchos niños que hoy son adultos y que nos hablan y mirán a través de la pantalla: Andreu y Núria, Ofelia, Carol y Tomiche, Carlos, Moncho, Manuel, Marian y Martín, Luisito, Ana e Isabel, Santiago y Begoña,... y un largo etcétera.

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