La foto que inicia este post son las manos de Elisa, una mujer de 90 años con los huesos destrozados por la artritis reumatoide, la artrosis, la osteoporosis y la edad. Una mujer que es una superviviente, con una voluntad de hierro y enorme deseo por vivir.
Elisa es mi madre, la madre que me parió. Y como muchas madres (y padres) que nos parieron a los que hoy leéis esto, no puede entender como España ha llegado a este punto. Ellos nos enseñaron una serie de valores en la vida, valores con los que ellos levantaron un maltrecho país, con mucho esfuerzo y calamidades; y nosotros, que lo teníamos bien encarrilado, lo hemos echado a perder (o nos lo han echado a perder, pero aquí no vale tirar balones fuera).
La madre que me parió (y también vuestras madres y padres) nos enseñaron una serie de valores: trabajo (sin el que nada se consigue), constancia (para superar obstáculos), responsabilidad (para responder por nuestras acciones), justicia (en el orden social que nos toca vivir y que garantice la felicidad del mayor número de personas a nuestro alrededor), verdad (por delante, y aunque no siempre entrañe tranquilidad), prudencia (todo un arte), educación (o como hacer que lo cortes no quite lo valiente), libertad (física, civil, religiosa, política y de pensamiento), tener metas significativas (y que el dinero no sea un fin, sólo un medio), etc, etc.
Estos son valores éticos fundamentales y universales que ellos nos transmitieron sin necesidad de estudiarlos ni acudir a ninguna universidad. La coherencia y buena lógica de la vida era su universidad y así nos lo inculcaron. Y así lo hemos intentado hacer...
Sin embargo, ahora que en España nos ha aparecido la prima de riesgo, ese familiar inesperado (y que la mayoría no habíamos invitado a nuestra casa), comprobamos que la crisis económica viene de la mano de una crisis de valores importante y de larga trayectoria. Una crisis de valores que afecta principalmente a los que manejan los hilos del país (a la cabeza políticos, banqueros y agentes inmobiliarios en una connivencia peligrosa), mientras los comunes de los mortales (o sea, ciudadanos de a pie) intentamos entender la diferencia entre "ayuda", "intervención" y "rescate". Y tenemos la sensación de que nos moverán los hilos cuando quieran y como quieran, si bien entre el verano, el Europeo de fútbol y las Olimpiadas andamos como despistados.
Desconectado en el más amplio sentido de la palabra durante el mes de julio, regreso a España y me encuentro que la Bolsa se hunde y la prima de riesgo bate récords, que la Comunidad Valenciana y Cataluña han pedido el rescate y que desde hace unos días ya algunas servicios sociales se quedarán sin cobrar el sueldo en Cataluña (prolegómeno de otros funcionarios que recibirán una noticia similar en breve). No es que esperara un milagro a mi vuelta..., pero ya dije antes de irme de vacaciones que daban ganas de no volver.
Ahora, más que nunca, tendremos que sacar lo mejor de cada uno, esos valores que nos enseñaron..., pero antes debe haber justicia contra todos aquellos que nos han hecho llegar a este pozo.
Por lo que toca a nuestra profesión médica, desde este blog ya hemos realizado algunas reflexiones sobre la sanidad en nuestro tiempo y hablamos de combatir la procastinación y prodigar la resiliencia. Pero el descontento es cada vez mayor y arde la red social, en forma de columnas de opinión, de cartas o de dibujos. Y de nada nos va a servir que la sociedad nos considere el grupo social con mayor credibilidad.
Hace unas semanas vivimos la MARCHA NEGRA de los mineros, una marcha que me toca muy de cerca como hijo de mineros. Una marcha valiente que tiñó de carbón la capital de España, pero de esperanza a los que vimos una manifestación así de unidad y solidaridad. Tengo la sensación de que se unirán muchas "marchas" a partir de ahora (y de todos los colores); lo que ya no tengo tan claro es que sean marchas tan valientes, unidas y solidarias como ésta. Y pongo por ejemplo, sobre lo que pasará en la tan necesaria MARCHA BLANCA de la sanidad. El programa de radio Carne trémula les ha dedicado varios programas al conflicto minero y en uno de ellos se leyó un poema... cuya final decía:
"Ahora han ido a por los mineros y los mineros les cortaron el paso.
"Ahora han ido a por los mineros y los mineros les cortaron el paso.
Ahora han disparado a los mineros y los mineros les han disparado.
Han ido a cerrar las minas y los mineros se han encerrado.
Han ido a enterrarles vivos y los mineros han salido del agujero.
Los mineros bajan a la mina con un pájaro.
El pájaro es más sensible a los escapes de gas.
su muerte les avisa de un peligro inminente.
Los mineros son nuestros pájaros.
Si ellos caen, no sé si tendremos tiempo para escapar.
Cuando vengan a por nosotros, quizá sea demasiado tarde".
Sea como sea, las crisis pueden tener algo de beneficioso si se gestionan bien. Esta crisis traerá demasiado sufrimiento, pero confiemos que podamos recuperar una buena parte de los valores perdidos, esos valores que nos enseñaron nuestros padres y madres. Por eso el título de "la prima de riesgo y la madre que me parió". Aunque tuve la duda de titularlo como "la madre que parió a la prima de riesgo". Pues, como dicen los mineros: "Nosotros no estamos indignados, nosotros estamos hasta los cojones”.
Como veis, empezamos fuertes el mes de agosto. Y es que en el blog Pediatría basada en pruebas no cerramos por vacaciones.
P.D. Dedicado a mi madre (y a mi padre).
P.D. Dedicado a mi madre (y a mi padre).
2 comentarios:
Mientras queden personas como Elisa e hijos que sepan valorar el esfuerzo de sus padres hay esperanza...Los hijos nos obligan a ser mejores personas. Espero que esta crisis ponga los pies de muchos en la tierra y volvamos a básicos como esfuerzo, trabajo, responsabilidad...genial post.
Maravillosa reflexión,una vez más.Con su permiso,la comparto.
Publicar un comentario