La marihuana es una droga "simpática". O así nos la quieren vender algunos, despreciando sus efectos adversos. En clasificaciones antiguas se le consideraba una droga "menor", en comparación con otras de peor prensa y de efectos nocivos más evidentes, como la heroína o la cocaína entre otras.
La permisividad con la marihuana es muy grande en las sociedades occidentales. Y España, probablemente, se lleva la palma. Hace unos meses leíamos la noticia de que los adolescentes españoles tenían el dudoso honor, según la OMS, de ser los mayores consumidores de marihuana dentro del ámbito de los países desarrollados, junto a Canadá. Eran datos de los años 2009-2010. El 16% de los estudiantes de 15 años encuestados admitió haber fumado cannabis en el último mes; y un 30% de los varones y un 25% de las chicas de 15 años reconocían haber probado el cannabis.
Los efectos indeseables del consumo de marihuana a corto y largo plazo son, en general, minusvalorados. Pero ello no quiere decir que no existan. Existen y son graves.
"Fumar marihuana desde los 11 años lastra la inteligencia", hemos podido leer hace muy pocos días en la prensa. La noticia comenta un estudio recientemente publicado en la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America". ¿De qué modo "lastra" la inteligencia del cerebro adolescente? Al estudio original os referimos aunque en la noticia de prensa se ofrece abundante información al respecto:
"... a mayor dependencia del cannabis mayor deterioro cognitivo mostraban los participantes. El deterioro se observó en diferentes aspectos como la memoria, la velocidad en la que se procesa la información, el razonamiento de los estímulos percibidos y la comprensión verbal. Todas estas alteraciones les generaban problemas en su vida diaria.
"... a mayor dependencia del cannabis mayor deterioro cognitivo mostraban los participantes. El deterioro se observó en diferentes aspectos como la memoria, la velocidad en la que se procesa la información, el razonamiento de los estímulos percibidos y la comprensión verbal. Todas estas alteraciones les generaban problemas en su vida diaria.
Los investigadores también pudieron comprobar que quienes mostraron un mayor déficit en su rendimiento intelectual eran los que habían empezado antes a fumar marihuana, en comparación con las personas que lo hicieron ya de adultas, en las que no se detectó ningún deterioro persistente.
Por otro lado, el declive del cociente intelectual se dio tanto en aquellos que en su adolescencia fumaban poco (14 días al año) como en los que consumían regularmente cannabis (365 días). Además, el cese del consumo no restauró completamente la función neuropsicológicaentre los que habían fumado persistentemente desde su pubertad".
La adolescencia es un periodo crítico del desarrollo humano. Es una época de experimentación y de descubrimiento. Para lo bueno y para lo no tan bueno. Padres, educadores y por supuesto nosotros los pediatras debemos estar ahí para informar adecuadamente a nuestros adolescentes sobre los peligros de la marihuana y de otras drogas. Porque no existen "drogas buenas y drogas malas". Todas son perniciosas y es nuestra responsabilidad estar ahí para explicar a los adolescentes que la vida puede ser divertida sin necesidad de recurrir a estos productos. Su salud futura - y la de toda la sociedad - está en juego.
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