En el reciente
congreso internacional de pediatría social ISSOP 2012,
hubo una comunicación oral que me impresionó especialmente. Se trata de la
titulada “La prohibición de la mendicidad en Senegal ¿ha ayudado a los
niños mendigos?”
Ya solo
el título te hace dar un respingo, y a decir sin reflexionar ¡pues claro!,
¿cómo no va a ser bueno que se prohíba la mendicidad?
Después
de leer el resumen (desde el hipervínculo del título) o de ver la presentación, la visión del asunto es muy otra.
Esta presentación
la defendió mi amiga Jónína Einarsdóttir, antropóloga islandesa, que ha vivido
varios años en Guinea Bissau, y conoce a fondo el entorno africano de esa zona.
Padres
muy pobres de Guinea Bissau envían a sus hijos varones a las escuelas coránicas
del vecino Senegal, con la esperanza de que allí adquieran una educación para
poder tener un futuro. Los niños llegan sin ningún tipo de apoyo económico, y
el método que la escuela coránica tiene para su subsistencia es mandarlos a
mendigar. La mendicidad no está mal vista en el Islam, al contrario, ofrece la
posibilidad a los fieles de practicar la
limosna, uno de los preceptos del Corán.
Es en
este entorno dónde en 2010, presionado por los países donantes, especialmente
Estados Unidos, el gobierno senegalés prohibió la mendicidad, e incluso apresó
a varios profesores de estas escuelas acusándoles de tener a los niños en
régimen de esclavitud.
Los
niños quedaron desatendidos en las calles, hambrientos, sufriendo, sin poder
volver a sus casas y sin tener el cobijo de las escuelas coránicas.
Las ONG,
que pretendían “rescatar” a los niños, se enfrentaron tanto a las escuelas
coránicas como a la población, planteando soluciones difíciles de implementar
en un lugar con tantas carencias.
El
equipo de Jónína realizó un trabajo de campo, entrevistándose con profesores
coránicos, ONGs y otros estamentos implicados, y realizando una observación de
los niños mendigos.
La
prohibición finalmente fue revocada, y los niños volvieron a mendigar, como
antes, pero con más miedo.
La
solución no es solo prohibir, hay que dar salidas a la población implicada, de
otro modo son los más débiles los que siempre sufren más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario