Zhan Yimou se ha convertido en un narrador de la historia y cultura china, cronista reconocido de la China tradicional y de la China moderna y uno de los directores más internacionales de ese país. Pudimos hablar de él en una entrada previa de Cine y Pediatría, cuando comentamos un poema pedagógico bajo el título de Ni uno menos (1999). Pero también es Zhang Yimou uno de los compositores de imágenes con más sensibilidad del universo del cine; sensibilidad pura y mágica en algunas ocasiones, más barroca en otras.
Hoy comentamos dos películas gemelas en su filmografía, cuyo motor principal es el mismo: dos jóvenes enamorados entre el paisaje de la Revolución Cultural y que tratan de imponer su amor contra viento y marea frente a la hostilidad de las circunstancias. Dos películas conmovedoras, también como un poema visual, dos películas que no confunden lo sencillo por lo simple, ni lo complejo por lo complicado: El camino a casa (1999) y Amor bajo el espino blanco (2010).
El camino a casa basa su guión en la obra “Remembranza” de Bao Shi y nos cuenta, con asombrosa sensibilidad, el recuerdo de una gran historia de un amor. Un amor construido desde la discreción, el silencio y la perseverancia, ya presente la primera vez en que se cruzaron sus miradas adolescentes ese joven de 20 años (Honglei Sun) que llega desde la ciudad para ser el nuevo maestro del pueblo, y esa chica de 18 años que es analfabeta, pero que tiene la sabiduría del corazón (Zhang Ziyi). Yimou utiliza un recurso paradójico (pero efectivo) en la fotografía: rueda en blanco y negro los tramos de presente (el funeral del padre) y con deslumbrante color los flash-back (la historia de amor juvenil). Es un poema sobre la gente sencilla, pero también sobre la pedagogía, y sobre la necesidad de honrar el esfuerzo y el trabajo de los padres. Aparte del guión y fotografía, otro gran recurso es su partitura y las interpretaciones, teniendo presente que fue el debut cinematográfico de la bella Zhang Ziyi, convertida de la noche a la mañana en una estrella (Tigre y dragón de Ang Lee, 2000; Hero de Zhang Yimou, 2002; La casa de las dagas voladoras de Zhang Yimou, 2004; Memorias de una geisha de Rob Marshall, 2005). El film ganó el Oso de Plata en Berlín.
Amor bajo el espino blanco basa su guión en la novela del mismo título de Ai Mi, un best seller aclamado por autores, críticos y lectores en todo el mundo. Y nos narra otra gran historia de amor adolescente durante la Revolución Cultural: la historia de Jing (Zhou Dongyu), una colegiala que se traslada a un remoto pueblo en la montaña para su “reeducación” y que se enamora de Sun (Shawn Dou), un ingeniero que proviene de una clase social diferente y que hace difícil el romance; máxime por la oposición de la madre de Jing, quien le insiste que el bienestar de la familia dependen de su buen comportamiento en opinión de las autoridades. Un amor secreto que resiste a las dificultades, una historia truncada por la enfermedad de Sun, esa leucemia que sólo se manifiesta en toda su crudeza al final de la película. La inocencia, el despertar al amor y el encanto que encontramos aquí ya estaban en El camino a casa, y también aquí nos sorprenden las actuaciones, especialmente de la debutante Zhou Dongyu, quien recibió el premio de mejor actriz en el Festival de Valladolid.
En ambas películas Zhang Yimou explota el sentimentalismo de los primeros amores y lo hace en el contexto de la China revolucionaria. Ambas películas parten de novelas (y con un guión) interesantes donde el director aporta toda su sabiduría para dotar a cada escena de un lirismo y sutileza implícitos, con una mirada increíblemente limpia y honesta.
Teniendo en cuenta que la mirada habitual que el cine hace de los amores adolescentes suele tener un sesgo a relaciones más complicadas y sórdidas, esta visión del amor adolescente es siempre bienvenida. Amor con valores positivos subyacentes, amor con romanticismo, amor con compromiso,…Bienvenido el amor de juventud revolucionario de Zhang Yimou, bienvenida su mirada limpia. Porque el mundo no es idílico, pero si lo soñamos así… y hay historias que son así.
1 comentario:
Una obra de belleza exquisita con un uso del color casi mágico, por supuesto me refiero a "El camino a casa". Grande sin duda y digna de su director. Saludos
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