El mundo de la educación siempre ha tenido un lugar especial en “Cine y Pediatría”, pero es quizás el cine en francés (de Francia y de Canadá, principalmente) el que nos regala los mejores documentos relacionados con el mundo de la educación. Algunos ejemplos ya revisados son Hoy empieza todo (Bertrand Tavernier, 1999), Ser y tener (Nicolas Philibert, 2001), Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004), La clase (Laurent Cantet, 2008) o Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011).
De un tiempo a esta parte el cine francés viene cuestionándose la vigencia del sistema educativo con brillantez en la gran pantalla. A esta reflexión se suma Sólo es el principio, una película documental del año 2010 de Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi, y que se ha estrenado hace unos meses en nuestro país. Una lección de humanidad, calidez, educación, tolerancia y sentido común, en la que se reivindica un modelo docente y social basado en la forja de ciudadanos libres.
Sólo es el principio es una sorpresa gratificante, una pequeña joya del séptimo arte y una delicia para los sentidos más inteligentes y sensibles del ser humano. Condiciones previas para disfrutar de esta película de principio a fin son tres: 1) afinidad con la infancia como una etapa fundamental y apasionante de todo ser humano; 2) estar convencido de que la educación es uno de los pilares de la sociedad; y 3) tener visión de futuro, porque estos niños serán los que determinarán nuestro mundo en unos años.
El milagro de esta película documental se originó en 2007, cuando Cilvy Aupin oye en la radio al filósofo Michel Onfray afirmar lo siguiente: "Todos los niños son filósofos, pero solo unos pocos continúan siéndolo". Indaga en la red y averigua que hay más personas en Francia interesadas en el tema. Concretamente, en la escuela Jacques Prévert del departamento de Seine-et-Marne, a unos 60 kilómetros al este de París, se han puesto en marcha talleres de filosofía en la educación infantil. El centro Jacques Prévert es una zona de educación prioritaria en Francia, lo que significa que disfruta de cierta autonomía y mayores medios, y entre sus proyectos ha iniciado los talleres de “pequeños filósofos” gracias al apoyo de la directora del centro (Isabelle Duflocq) y de la maestra del aula (Pascaline Dogliani). Tras contar con permiso de los padres, comienza una ardua tarea de grabación durante dos años de rodaje y más de 180 horas de copión de estos talleres filosóficos realizados con niños de 3 y 4 años.
Varias veces al mes, sentados en círculo en el aula y alrededor de una vela iluminada por Pascaline, los niños aprenden a escucharse, a conocerse y a reconocerse a través de la reflexión sobre temas impropios para su tierna infancia, pues discuten libremente y juntos sobre el amor, la muerte, la libertad, la autoridad, los padres, la diferencia, la inteligencia, el liderazgo, etc. Los directores consiguen que los niños se olviden de la presencia de la cámara y actúen espontáneamente. Son niños de distintas etnias (caucásicos, asiáticos, afroeuropeos, etc.) y se llaman Azouaou, Abderhamène, Kyria, Louise, Shana o Yanis, y pese a su corta edad son capaces de pensar por ellos mismos y, con sus palabras (llenas de espontaneidad, de lógica y de poesía), sorprendernos por su capacidad de filosofar, de pensar. La película muestra que los talleres no acaban cuando se apaga la vela o se sale de la escuela: en las familias que aceptan ser filmadas, se constata que las conversaciones acerca del tema del taller siguen camino de casa o durante la cena.
Sea porque la propuesta es suficientemente inaudita, sea por demostrar el compromiso con esa iniciativa educativa, Barougier y Pozzi ocultan su presencia y dejan que sean los niños y sus palabras sean los protagonistas del relato. Y para ello establecen una puesta en escena muy sencilla: primeros planos de los niños, junto a un tenue uso del plano y contraplano, planteamiento que ayuda al espectador a situarse al mismo nivel que la mirada abierta de la profesora, para que formemos parte de esa metodología mayéutica que allí se pone en práctica. En ocasiones, para aliviar la grabación, la cámara nos enseña a la profesora compartiendo con otras colegas de la escuela, o a los niños en la intimidad de sus familias o a los niños mientras juegan en el patio del colegio. Son pequeñas bocanadas de aire de una película muy reveladora y edificante, pero no fácil de ver, pues nunca es fácil ir al cine para hacer pensar.
Algunas conversaciones para enmarcar, de estos pequeños filósofos de 3 y 4 años:
- Sobre el amor: “¿Cómo se quiere cuando se está enamorado?”. “Hace como cosquillas en la tripa. Te pones colorado”. “¿Por qué te pones colorado?”. “Porque tiene un corazón en la tripa”.
- Sobre la inteligencia: “¿Os parece que los adultos son más inteligentes que los niños?”. “Más bien no, porque siempre dicen: no sabes nada, no sabes nada. Pero sí sabemos cosas”.
- Sobre la libertad: “Yo digo que la libertad es cuando se puede estar un poco solo, respirar un poco y ser bueno”. “Pues para mí, la libertad es cuando se sale de la cárcel”. “Ya, pero no soy libre cuando quito el polvo de los muebles”.
- Sobre la diferencia: “En mi familia hay tres negros y una mestiza”. “Mestiza, la palabra mestiza, ¿qué significa?”. “Es negro mezclado con blanco, ¡y sale color café!”.
- Sobre la riqueza: “Quiero saber algo. Los pobres, ¿cómo hacen para ser pobres?”.
- Sobre la muerte: “A mí no me hace mucha gracia cuando la gente se muere”. “¿Por qué no te hace gracia?”. “Porque no quiero que mi mamá se "muere", no quiero que mi papá se "muere" y que mi otro abuelo se "muere" y que mi abuela se "muere" y que mi otra abuela se "muere" y que mi primo se "muere" y que mi prima…”. “¿Por qué no quieres nada de eso?”. “ Porque no quiero quedarme sola porque me voy a perder”.
Vivimos tiempos convulsos en el mundo, en general, y en España, en particular. Mientras la actual crisis financiera que azota los países del sur de Europa se ceba con los sectores más desfavorecidos de la sociedad, los gobiernos insisten en rebajar la cobertura del sistema público, recortando precisamente en los ámbitos que mejor pueden ayudar por acabar con esa brecha entre pobres y ricos: sanidad y educación. Con nuestras dos últimas entradas del año 2012 de “Cine y Pediatría”, dos películas documentales, hemos querido reconocer la importancia de la sanidad (Nacer-Diario de Maternidad) y la educación (Sólo es el principio) públicas y reconocer el tortuoso camino por el que se ha reconocido el acceso universal a ambas.
Por estas y otras razones, Sólo es el principio resulta de obligado visionado y el ensayo de estos pequeños filósofos es la primera piedra, sólo es el principio, de un largo camino que conduce a la formación de futuros ciudadanos libres.
Una película documental de la que se han escrito críticas como "Una hermosa lección de vida", "La poesía en su estado puro” o “Un auténtico proyecto pedagógico”.
De un tiempo a esta parte el cine francés viene cuestionándose la vigencia del sistema educativo con brillantez en la gran pantalla. A esta reflexión se suma Sólo es el principio, una película documental del año 2010 de Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi, y que se ha estrenado hace unos meses en nuestro país. Una lección de humanidad, calidez, educación, tolerancia y sentido común, en la que se reivindica un modelo docente y social basado en la forja de ciudadanos libres.
Sólo es el principio es una sorpresa gratificante, una pequeña joya del séptimo arte y una delicia para los sentidos más inteligentes y sensibles del ser humano. Condiciones previas para disfrutar de esta película de principio a fin son tres: 1) afinidad con la infancia como una etapa fundamental y apasionante de todo ser humano; 2) estar convencido de que la educación es uno de los pilares de la sociedad; y 3) tener visión de futuro, porque estos niños serán los que determinarán nuestro mundo en unos años.
El milagro de esta película documental se originó en 2007, cuando Cilvy Aupin oye en la radio al filósofo Michel Onfray afirmar lo siguiente: "Todos los niños son filósofos, pero solo unos pocos continúan siéndolo". Indaga en la red y averigua que hay más personas en Francia interesadas en el tema. Concretamente, en la escuela Jacques Prévert del departamento de Seine-et-Marne, a unos 60 kilómetros al este de París, se han puesto en marcha talleres de filosofía en la educación infantil. El centro Jacques Prévert es una zona de educación prioritaria en Francia, lo que significa que disfruta de cierta autonomía y mayores medios, y entre sus proyectos ha iniciado los talleres de “pequeños filósofos” gracias al apoyo de la directora del centro (Isabelle Duflocq) y de la maestra del aula (Pascaline Dogliani). Tras contar con permiso de los padres, comienza una ardua tarea de grabación durante dos años de rodaje y más de 180 horas de copión de estos talleres filosóficos realizados con niños de 3 y 4 años.
Varias veces al mes, sentados en círculo en el aula y alrededor de una vela iluminada por Pascaline, los niños aprenden a escucharse, a conocerse y a reconocerse a través de la reflexión sobre temas impropios para su tierna infancia, pues discuten libremente y juntos sobre el amor, la muerte, la libertad, la autoridad, los padres, la diferencia, la inteligencia, el liderazgo, etc. Los directores consiguen que los niños se olviden de la presencia de la cámara y actúen espontáneamente. Son niños de distintas etnias (caucásicos, asiáticos, afroeuropeos, etc.) y se llaman Azouaou, Abderhamène, Kyria, Louise, Shana o Yanis, y pese a su corta edad son capaces de pensar por ellos mismos y, con sus palabras (llenas de espontaneidad, de lógica y de poesía), sorprendernos por su capacidad de filosofar, de pensar. La película muestra que los talleres no acaban cuando se apaga la vela o se sale de la escuela: en las familias que aceptan ser filmadas, se constata que las conversaciones acerca del tema del taller siguen camino de casa o durante la cena.
Sea porque la propuesta es suficientemente inaudita, sea por demostrar el compromiso con esa iniciativa educativa, Barougier y Pozzi ocultan su presencia y dejan que sean los niños y sus palabras sean los protagonistas del relato. Y para ello establecen una puesta en escena muy sencilla: primeros planos de los niños, junto a un tenue uso del plano y contraplano, planteamiento que ayuda al espectador a situarse al mismo nivel que la mirada abierta de la profesora, para que formemos parte de esa metodología mayéutica que allí se pone en práctica. En ocasiones, para aliviar la grabación, la cámara nos enseña a la profesora compartiendo con otras colegas de la escuela, o a los niños en la intimidad de sus familias o a los niños mientras juegan en el patio del colegio. Son pequeñas bocanadas de aire de una película muy reveladora y edificante, pero no fácil de ver, pues nunca es fácil ir al cine para hacer pensar.
Algunas conversaciones para enmarcar, de estos pequeños filósofos de 3 y 4 años:
- Sobre el amor: “¿Cómo se quiere cuando se está enamorado?”. “Hace como cosquillas en la tripa. Te pones colorado”. “¿Por qué te pones colorado?”. “Porque tiene un corazón en la tripa”.
- Sobre la inteligencia: “¿Os parece que los adultos son más inteligentes que los niños?”. “Más bien no, porque siempre dicen: no sabes nada, no sabes nada. Pero sí sabemos cosas”.
- Sobre la libertad: “Yo digo que la libertad es cuando se puede estar un poco solo, respirar un poco y ser bueno”. “Pues para mí, la libertad es cuando se sale de la cárcel”. “Ya, pero no soy libre cuando quito el polvo de los muebles”.
- Sobre la diferencia: “En mi familia hay tres negros y una mestiza”. “Mestiza, la palabra mestiza, ¿qué significa?”. “Es negro mezclado con blanco, ¡y sale color café!”.
- Sobre la riqueza: “Quiero saber algo. Los pobres, ¿cómo hacen para ser pobres?”.
- Sobre la muerte: “A mí no me hace mucha gracia cuando la gente se muere”. “¿Por qué no te hace gracia?”. “Porque no quiero que mi mamá se "muere", no quiero que mi papá se "muere" y que mi otro abuelo se "muere" y que mi abuela se "muere" y que mi otra abuela se "muere" y que mi primo se "muere" y que mi prima…”. “¿Por qué no quieres nada de eso?”. “ Porque no quiero quedarme sola porque me voy a perder”.
Vivimos tiempos convulsos en el mundo, en general, y en España, en particular. Mientras la actual crisis financiera que azota los países del sur de Europa se ceba con los sectores más desfavorecidos de la sociedad, los gobiernos insisten en rebajar la cobertura del sistema público, recortando precisamente en los ámbitos que mejor pueden ayudar por acabar con esa brecha entre pobres y ricos: sanidad y educación. Con nuestras dos últimas entradas del año 2012 de “Cine y Pediatría”, dos películas documentales, hemos querido reconocer la importancia de la sanidad (Nacer-Diario de Maternidad) y la educación (Sólo es el principio) públicas y reconocer el tortuoso camino por el que se ha reconocido el acceso universal a ambas.
Por estas y otras razones, Sólo es el principio resulta de obligado visionado y el ensayo de estos pequeños filósofos es la primera piedra, sólo es el principio, de un largo camino que conduce a la formación de futuros ciudadanos libres.
Una película documental de la que se han escrito críticas como "Una hermosa lección de vida", "La poesía en su estado puro” o “Un auténtico proyecto pedagógico”.
2 comentarios:
Pues nuestros políticos de turno pretenden todo lo contrario, convertir la educación en un instrumnto más para producir futuros siervos del sistema (ya ni para producir trabajadores, porque no sabemos qué trabajo habrá, y poque los planes no están orientados ha 15-20 años vista, el tiempo que tardarán en salir del sistema educativo. Cambiar el sistema hoy ante las dificultades actuales no significa que sirva para el día de mañanas). Cuando viviía en Granada mis hijos fueron a una escuela infantil municipal, "Arlequin". Es una pequeña escuela infantil (de 0 a 6 años), donde todas las mañanas hacían una asamblea, el año se programaba como un proyecto docente, donde todos los profesores generaban sus propios materiales. Y si el PAC se había acodado de una manera, pero los niños entraban a explorar un aspecto nuevo mejor, no había problema en modificarlo. En lso resúmenes diarios aparecían cosas como las de esta película todos los días. Y era una escuela municipal normal y corriente. Quizás los niños no terminaban a los 6 años sabiendo leer y escribir, pero sabían pensar. Y aunque nos pesase a veces a los padres -porque abre la puerta a más preguntas, a más curiosidad, a tener que trabajar para el cole- es una experiencia enriquecedora y que marca, produce una diferencia. Es una pena que sea una experiencia que no se pueda prolongar en primaria. Sinceramente creo que, aunque se empeñen en cambiar contenidos, poner más tecnología, mientras no exista un cambio de mentalidad, de forma de trabajar profunda, seguiremos igual.
Muchas gracias por el post...
Marcos Margarit
Me encantaría ver la película completa pero sólo consigo el tráiler. Podrían facilitar el link del documental? Gracias y felices fiestas.
Publicar un comentario