Sundance es el festival de cine independiente más importante del mundo, que surgió en 1983 por una idea de Robert Redford con fin de dar una oportunidad a jóvenes creadores ajenos todavía a la gran industria de Hollywood. Este evento tiene lugar a finales de enero cerca de Salt Lake City, capital del estado de Utah. Y Sundance nos ha deparado (y nos sigue deparando) agradables sorpresas en su recorrido, desde la primera ganadora (Old Enough de Marisa Silver, 1984) hasta la última (Fruitvale de Ryan Coogler, 2013), pasando por Sangre fácil (Joel Coen y Ethan Coen, 1984), Bienvenidos a la casa de muñecas (Todd Solondz, 1995), Tres estaciones (Tony Bui, 1999), La secretaria (Steven Shainberg, 2002), Vías cruzadas (Thomas McCarthy, 2003), American Splendor (Shari Springer Berman y Robert Pulcini, 2003), Primer (Shane Carruth, 2004), Río Helado (Courtney Hunt, 2008), Winter´s Bone (Debra Granik, 2010), Animal Kingdom (David Michôd, 2010), etc. Algunas de estas películas han ocupado ya su lugar en Cine y Pediatría, como Las mujeres de verdad tienen curvas (Patricia Cardoso, 2002), Thirteen (Catherine Hardwicke, 2003), o Precious (Lee Daniels, 2009).
Son esas películas de bajo presupuesto que te sorprenden y que te hacen amar aún más el buen cine. A esta película se suma la ganadora del año 2012 de Sundance en categoría dramática y que acaba de estrenarse en España: Bestias del sur salvaje, ópera prima de Benh Zeitlin (2012), de tal forma que ha logrado, sin hacer mucho ruido, optar a cuatro premios Oscar (mejor guión adaptado, actriz principal, dirección y película).
Una película que envuelve de realidad y de fantasía esta singular historia que se desarrolla en un lugar desolado del sur de Luisiana separado de la civilización por un dique. Un lugar salvaje y pantanoso del Mississippi que llaman La Bañera, pero que podría incluso situarse en la zona donde el huracán Katrina marcó un antes y un después en 2005, anegando todo lo que encontraba a su paso y dejando a miles de personas sin hogar.
En La Bañera nos encontramos a Hushpuppy (Quvenzhané Wallis), una niña de seis años que vive con un padre enfermo, algo crápula y malhumorado, y cuya madre les abandonó hace tiempo. Y sobrevive junto a una pequeña comunidad que desafía los peligros de la naturaleza, aprendiendo a amar y convivir con la naturaleza más extrema, una naturaleza que despliega a veces toda su furia y anega sus casas, sus posesiones y su vida. Una comunidad que transpira un ambiente de celebración de comunidad entre sus gentes, que priorizan la alegría y la fiesta ante las dificultades.
Como dice Hushpuppy, "cada cosa tiene un lugar en el universo y debe permanecer ahí para mantener el equilibrio". Y ella lo logra con creces, pues nuestra pequeña heroína posee el coraje y la voluntad de enfrentarse a sus miedos, de vencer a la realidad y a los uros prehistóricos que surgen del pantano de sus pesadillas apocalípticas. En Bestias del sur salvaje hay vida, una vida con luces y sombras, con heroicidad y poesía. El recurso de la voz en off responde a la imaginación de Hushpuppy, a todo lo que pasa por su cabeza sin orden ni concierto. Y, todo ello, reforzado gracias una impactante banda sonora compuesta por el propio realizador, que se siente como un músico filmando ante una de las mejores B.S.O. del año.
Una abrumadora fábula envuelta en una magnética fusión entre la naturaleza y la fantasía dan pie a una salvaje obra de arte capaz de trasladarnos hacia una inaudita belleza, no apta para todos los gustos. Una película que combina historias reales de los habitantes de la zona, algunos de los cuales aparecen como actores y que vivieron las experiencias con el Katrina, con la propia imaginación del director. Un película que intenta enseñar, a través de la mirada de una niña, que es posible amar nuestro entorno, sentir inspiración a nuestro alrededor y ver magia y sabiduría en cada elemento que nos rodea. Hushpuppy ve luz en un lugar oscuro; y la suciedad y caos que le rodea es parte de "su" naturaleza y a ella le resulta maravilloso y glorioso. Una enseñanza para todos.
Bestias del sur salvaje presenta algo del espíritu de la serie de televisión "Treme", crónica de la vida de varias personas de Nueva Orleáns afectadas por el paso del huracán Katrina en agosto del 2005, pero también la fantasía de la película Donde viven los monstruos (Spike Jonze, 2009). Y a su joven director se le ha comenzado a comparar como un híbrido entre Terrence Malick y Werner Herzog. Sea como sea, una película inclasificable al que le espera un buen número de premios de la crítica y, quizás, también del público que llegue a comprender el mensaje.
En Bestias del sur salvaje hay vida y poesía: la que nos transmite la resiliencia de su pequeña protagonista ante las adversidades. Porque Quvenzhané Wallis, la actriz más joven jamás nominada a un Oscar (ahora tiene nueve años, pero rodó la película con solo seis), es pura naturalidad y dinamita, lo que resultad clave para encarnar con naturalidad la resiliencia de la pequeña infancia y ante las pequeñas cosas.
Porque, como nos recuerda Hushpuppy, "el universo depende de que todo encaje correctamente; si una pieza se rompe, por muy pequeña que sea, el universo al completo se romperá”. Y como yo os quiero recordar, no dejéis de ver la película en versión original: la voz en off de la niña lo es todo, pero lo es todo cuando es su voz. Y esto es una clara reivindicación para solicitar la eliminación de los doblajes en las películas.
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