Ghost World (Terry Zwigoff, 2001) es una película que plantea una inteligente e incómoda crítica de nuestra sociedad a través de la mirada de dos adolescentes que por primera vez deben enfrentarse al “mundo fantasma” de los adultos. Basada en el cómic de culto para adultos de Daniel Clowes, coautor del guión junto al director, mantiene el espíritu de la obra original sin perder su autonomía y no cae en el error de construir una acartonada adaptación, viñeta por viñeta, que le hubiera restado espontaneidad. Una película de esas que para algunos se puede catalogar como imprescindible, pero no para todos si uno sólo se queda con su entretenida superficie. Aunque la película no fue un gran éxito de la taquilla, fue elogiada por los críticos y se consolidó como película de culto entre los seguidores. Ghost World ganó varios premios además de ser nominada para los Premios Óscar como Mejor guión, si bien ese año fue a parar a la cinta Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001).
La historia se centra en la relación de dos amigas adolescentes, Enid (Thora Birch) y Rebecca (Scarlett Johansson), dos jóvenes inadaptadas y cínicas que se burlan secretamente de los convencionalismos sociales que las rodean. Acaban de terminar la educación secundaria y se enfrentan al mundo adulto, inseguras por su futuro. Entre centros comerciales, cafeterías, trabajos basura y una extensa galería de personajes freaks discurren sus primeros días. Cada una adopta una postura diferente ante el panorama desolador que se abre ante ellas: Enid se resguarda en su mordacidad y lucha por no caer engullida en la hipocresía y el convencionalismo de cuantos la rodean, mientras convive con un padre algo pusilánime y sin autoridad paterna; Rebecca opta por una opción más cómoda, que es dejarse arrastrar por la corriente y conseguir un empleo que le permita pagarse un piso y ser independiente, o todo lo independiente que pueda ser alguien en tales condiciones.
Rebecca consigue trabajo y parece más o menos encaminada para lograr sus metas, por poco definidas que éstas sean. Pero Enid se resiste a incorporarse a la sociedad; no tiene planes ni intención siquiera de elaborarlos. Así, su amistad con Rebecca empieza a enfriarse al mismo tiempo que conoce a Seymour (Steve Buscemi), un casposo cuarentón, tímido y tan separado de la sociedad como ella misma y que se ha sumergido en el mundo de coleccionar discos antiguos, aparentemente condenado a la soledad. Las diferencias de edades de Enid y Seymour contrastan con la similitud de actitudes y, conforme la relación se vuelve más profunda, las reacciones temerosas de ambos se convierten en una madeja de emociones que ninguno logra descifrar satisfactoriamente. Así Enid se dispone a ser su celestina, su amiga, su madre y, finalmente, casi su amante, ante la atónita y disgustada mirada de Rebecca, hecho que propicia que el abismo entre ellas se ensanche. A medida que evolucionan por caminos distintos y tratan de construir su propia identidad, Enid y Rebecca ven cómo su relación corre peligro. Temores, celos y esas pequeñas traiciones que cobran dimensiones desproporcionadas entre amigas.
Es por todo ello que no es fácil clasificar un Ghost World en un género determinado. Lo que está claro que lo que mejor consigue es un estudio de personajes genuinamente emotivo, a la vez que logra contar una historia llena de melancolía, humor y humanidad, a pesar de su inherente cinismo y sin comprometer su honestidad al negarse a entregarnos un típico final hollywoodense. Es Ghost World una de esas joyas ocultas, muy recomendable para el cinéfilo interesado en un cine honesto e inteligente. Porque es una película americana sobre adolescentes, pero para nada la típica teen movie. Se trata, en cambio, de una película muy consciente de sí misma, que con suma sencillez, frescura e irónico escepticismo nos habla de freaks marginados, raritos por edad o por condición natural y que no acaban de encontrar su lugar en el mundo, "fantasmas en el hoy". Ante unas perspectivas tan poco prometedoras, el único que parece abrigar alguna ilusión es el viejo que aguarda cada día a que pase el autobús sentado delante de una parada que ha sido cancelada y al que toman por loco. Y al que Enid llega a decirle: “Usted es la única persona en el mundo con quien puedo contar, porque, sin importar nada, sé que usted estará aquí invariablemente”. Y él le contesta: “Pues te equivocas. Me voy de la ciudad”.
La cruda realidad de Ghost World es que tan sólo arroja una mirada lúcida y atroz sobre este mundo fantasma en que nos ha tocado vivir, y logra hacernos sonreír con amargo reconocimiento. Ghost World es, por encima de su agudo guión, el resultado de la espléndida ejecución con que nos honran estas dos chicas adolescentes cuyo desencanto, apatía y desconcierto ahogan su entrada en el "mundo adulto". Dos actrices en estado de gracia y que fueron elegidas por una condiciónn de Daniel Clowes: parecerse físicamente a los personajes del tebeo. Y a estas dos actrices les precedían dos actuaciones memorables de adolescentes en el cine: en el caso de Thora Birch fue en American Beauty (Sam Mendes, 1999) la hija adolescente de la familia prototipo estadounidense que centra la historia; y en el caso de Scarlett Johansson fue en El hombre que susurraba a los caballos (Robert Redford, 1998) la joven adolescente cuyo accidente de caballo concentra la narración.
Atesora además esta película un gran principio y un gran final. El principio viene adornado por unos títulos de crédito iniciales que no se olvidan; y no se olvidan por utilizar una famosa canción de rock & roll indio: “Jaan Pehechan Ho" cantado por Mohammed Rafi y que, en realidad, era el tema principal de la película de Bollywood Gumnaam (Raja Nawathe, 1965); aunque hoy la recordemos más por ser utilizada para el anuncio de una famosa marca de cerveza. Y ese final con el banco del autobús “Fuera de servicio”.. y, de nuevo, la melodía de “Jaan Pehechan Ho”.
Una película de culto que nos habla de ese “mundo fantasma” que es el mundo de los adultos para un adolescente que empieza a vivir.
Muy emotiva, es un film que con sus fallos, logra ser un producto sólido, sutil y con miles de citas que son dignas de reflexión. La película está estupendamente interpretada con maravillosas creaciones de Thora Birch y Steve Buscemi, y encadena situaciones simpáticas de manera fluida, sin sensacionalismos, excentricidad y mordacidad en ambientes muy diversos. ¡Muy recomendable!
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