Entre el empacho de "Días mundiales de..." que existen actualmente, unos tienen, a mi juicio, más relevancia que otros. Y la semana pasada, el 10 de octubre, se celebró el "Día Mundial de la Salud Mental".
Se ha avanzado mucho en las últimas décadas en la "desestigmatización" de los trastornos mentales. La inmensa mayoría de los afectados por estos problemas de salud pueden y deben llevar una vida normal y plena. Sin embargo... mucho del antiguo estigma permanece.
En la prensa generalista podemos leer un artículo de José María Sánchez Monge, presidente de FEAFES (Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental). Es necesario resaltar alguas frases de la misma: "Durante demasiados años, diagnósticos como depresión, esquizofrenia, o trastorno bipolar han conllevado, además del duro golpe personal y familiar, casi de forma inmediata el cuestionamiento de los derechos que podía ejercer esa persona. Una carga “extra” que tenía muy poco que ver con el propio trastorno mental, y mucho con la visión con que la sociedad miraba este tipo de problemas de la salud.".
Los niños también padecen diversos trastornos de este tipo... y ellos, a mi entender, requieren una atención muy específica. Sí, hay que luchar contra su "desestigmatización"... y también los pediatras hemos de tener presente que no podemos convertirnos en "estigmatizadores". ¿Cómo? No sobrediagnosticando trastornos mentales en nños que no los tienen, no medicando conductas normales, no contribuyendo al etiquetado, fenómeno importado de Estados Unidos y que corre el peligro de enraizar entre nosotros a esta otra orilla del Atlántico (de ello hemos hablado en este blog en diversas ocasiones). Sí a la integración de los niños con trastornos reales... y un NO rotundo a los sobrediagnósticos y sobremedicalizaciones que muchos niños reciben sin merecerlo.
Guardemos el necesario equilibrio entre la desestigmatización y el sobrediagnóstico. Muchas son las presiones para sobrediagnosticar y sobretratar a personas sin trastornos.... Y esforcémonos, caro está, en el apoyo e integración de los niños que padecen este tipo de patologías.
Para conseguir esto también se necesita la ayuda de los padres. Ya que son en muchos casos ellos mismos los que sobrediagnostican.
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