“Cada mañana es lo mismo. Zumo, zapatos, mochila… el ritual matutino. Y con ello viene el sentimiento de incomodidad. No importa quién seamos o en qué vecindario vivamos, cada mañana, con el deseo de creer en nuestras escuelas… nos proponemos tener fe”.
Con esta reflexión nos recibe Esperando a Superman, un documental sobre educación estadounidense estrenado en 2010. La película está dirigida por Davis Guggenheim, ganador del Óscar por Una verdad incómoda (2006) y nos sumerge en los problemas del sistema educativo estadounidense. Esta película recibió el premio de la audiencia como Mejor Documental en el Festival de Cine de Sundance en 2010.
Una reflexión sobre las diferencias entre las escuelas públicas y privadas, los buenos y malos profesores, el problema educativo del aprendizaje y todas las diferentes alternativas de acción. En la película se reflejan los puntos de vista de los profesores, destacadas personalidades, autoridades de la educación, el sindicato de educación, el gobierno, las familias y los propios estudiantes, tratando de ofrecer un panorama sincero de la situación escolar del país.
El documental nos presenta la historia de cinco estudiantes (Anthony, Francisco, Daisy, Bianca y Emily, de Nueva York, Los Ángeles y Washington D. C.) y sus familias, quienes luchan por obtener uno de los codiciados lugares en las escuelas alternativas, debido a que se niegan a ingresar a las del sistema público que califican como "fábricas de desertores escolares" y "sumideros académicos". Todos ellos nos brindan su testimonio sobre cómo viven su participación en el sorteo educativo al que se someten éstas y otras muchas familias para que sus hijos tengan una educación mejor en los Estados Unidos, historias de niños a los que el sistema desatiende y desmotiva.
En el reparto aparecen destacadas personalidades, aportando sus opiniones, como el activista social Geoffrey Canada, Michelle Rhee, una de las figuras sociales más implicadas en el sistema educativo de USA, el líder comunitario Bill Strickland, Randi Weingarten, actual presidenta de la Federación Americana de Profesores, y Bill Gates, el rey Midas de Miscrosfot y filántropo, entre otros. Y Gates afirmaba: "La calidad de nuestro sistema educativo es lo que hizo grande a Estados Unidos. Ahora no es tan buena como lo era, y tiene que ser mucho mejor”.
La película ha causado ya polémica a nivel nacional en Estados Unidos, especialmente entre las comunidades que más se ven afectadas por la condición en que se encuentra la educación de ese país. Y también porque Davis Guggenheim responsabiliza bastante a a los maestros que, protegidos por el sindicato, no desempeñan bien su trabajo.
Para una nación que declaró con orgullo que "no dejaría a ningún niño atrás", Estados Unidos sigue haciéndolo de un modo alarmante. A pesar del aumento en el gasto público y las promesas de los políticos, el desvencijado sistema de educación pública estadounidense, que alguna vez fue el mejor del mundo, deja a la deriva rutinariamente la educación de millones de niños. De ahí el porqué del título del documental, Esperando a Superman: radica en que el sistema educativo de Estados Unidos necesita de alguien que haga un verdadero cambio para salvaguardar el futuro educativo de los niños y niñas de barrios pobres; cambio que sólo parece factible que lo pueda realizar un superhéroe como Superman, a quien nada queda fuera del alcance de su poder, que crea las sociedades perfectas, mantiene el orden y asegura el sueño americano.
Pero aún así todo esto resulta ser una ficción.
Porque hace 50 años, Estados Unidos no tenía competencia global en lo que respecta a la educación. Pero, desde los años 70, las escuelas en Estados Unidos han fracasado debido al alto porcentaje de deserción escolar. Los motivos por los cuales los niños y jóvenes desertan en las escuelas generalmente siempre son los mismos y entre los más comunes están: la pobreza, el crimen y los hogares disfuncionales. Es lamentable saber que los niños y jóvenes de barrios marginados conocen más gente que ha ido a prisión que a las que van a la universidad.
Como nos recuerda el documental, es lamentable ver como Estados Unidos gasta 33.000 mil dólares al año en gastos diversos por cada joven de los reformatorios y multiplicado esto por 4 años (la media de estancia) sumaría una cuantía de 132.000 dólares; dinero que podrían haberse gastado en una escolarización de niños en barrios marginados en colegios de carácter privado y cuyo coste oscila en 8.300 dólares por año y que, multiplicado por 13 años de escolarización obligatoria, daría como resultado unos 107.000 mil novecientos dólares, y aún sobrarían 25.000 dólares.
El cine yanqui está acostumbrado a plasmar películas documentales denuncia y sobre distintos temas, pues los “enfant malades” del séptimo arte aparecen por doquier en Estados Unidos. El paradigma es Michael Moore, un fenómeno social a la hora de crear debate: Roger & Me (1989), un documental sobre lo ocurrido en su pueblo natal (Flint, Míchigan) después de que la empresa General Motors cerrara sus fábricas; Bowling for Columbine (2002), reflexión acerca de la naturaleza de la violencia en los Estados Unidos, el uso de armas por parte de civiles y la "teoría del miedo"; Fahrenheit 9/11 (2004) sobre los supuestos vínculos económicos entre la familia del presidente Bush, la familia real saudí y la familia Bin Laden, así como las hipotéticas motivaciones financieras ocultas de la invasión de Irak; Sicko (2007), denuncia el sistema sanitario norteamericano y las estafas de las aseguradoras; Capitalismo: una historia de amor (2009), que hipotetiza sobre el origen humano de la crisis económica mundial de 2008-2010.
Pero también hemos hablado en Cine y Pediatría de Jeffrey Blitz y su Spellbound (Al pie de la letra) (2002) quien hace un retrato veraz, fascinante y emotivo de este concurso, un retrato de cómo lo viven los niños y sus familias, pues nos muestra la parte trasera del concurso. Y de Morgan Spurlock y su Super Size Me (2004), una crítica contundente frente a la obesidad y, más en concreto, contra la forma de comida rápida (fast food) que nos ofrecen cadenas como McDonald, fuertemente instaurada en Estados Unidos.
Y de Tony Kayne y su Lake of fire (2006), película valiente y definitiva para un amplio debate sobre el aborto y que muestra este asunto en su más cruda realidad física y psicológica.
Y es así como Esperando a Superman, un documental centrado en la decadencia del sistema educativo en Estados Unidos (y, seguro, en muchos países como España) nos dice claramente que “el destino de un país no se decide en el campo de batalla, sino que se decide en las clases”. No sé si tendrá que venir Superman, o también Batman, Spiderman y los 4 Fantásticos…, pero algo (o mucho) debe cambiar y para bien en la educación de la infancia y adolescencia.
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