En el último Congreso Nacional de Pediatría celebrado en Madrid hace un mes, la Asociación Española de Pediatría (AEP) presentó el Cruz, Tratado de Pediatría, dirigido por M. Moro, S. Málaga y L. Madero y que es la 11ª edición de este clásico tratado y supone una completa puesta al día y una revisión exhaustiva de los conocimientos pediátricos desde una perspectiva integradora.
La obra se presenta en dos tomos y contiene 481 capítulos, agrupados en 30 partes correspondientes a las distintas especialidades pediátricas, y entre todas sus innovaciones se destaca: 1) Actualización de coordinadores y autores, con la doble condición de académicos prestigiosos y consagrados especialistas en las diversas áreas específicas de la pediatría española, además de distinguidos pediatras de Latinoamérica; 2) Presentación exhaustiva y ordenada de todos los avances que se han producido en la prevención y el tratamiento de enfermedades de la infancia, desde el nivel molecular al sociológico; y 3)Inclusión de ilustraciones, gráficos, imágenes y fotografías que podrán ser consultadas a través de un sitio web que acompaña al tratado.
Cientos de autores hemos tenido la oportunidad de colaborar en este libro que es todo un homenaje a la figura (como profesional y como persona) del Prof. Manuel Cruz, quien fue el mejor embajador de la obra el día de su presentación. Con su elevada edad y mantenido dinamismo se convierte en todo un ejemplo y un referente en Pediatría, una vida dedicada a la pediatría, especialmente destacada en su fase docente.
Editor de libros incansable, en el año 2010 nos regaló su "Sesenta años de pediatría inacabada", y aprovechamos la hermosa reseña que de él hizo el Dr. Manuel Herrera, expresidente de la Sociedad Canaria de Pediatría. En el libro se nos va contando, con ese estilo claro y fresco desde las primeras páginas, sus estudios secundarios en Granada que terminó con Premio Extraordinario en 1945, su ingreso en la Facultad de Medicina de Granada obteniendo la licenciatura en 1951 con Premio Extraordinario, la iniciación a la Pediatría como alumno interno en 1948, donde aprendió que las principales herramientas diagnósticas eran las manos, los ojos y los oídos del médico, y luego siguió con los estudios de postgraduado como médico interno en Granada con el Prof. A. Galdó a quien siempre nombrará con sensible cariño, la lectura en Madrid de su tesis doctoral y los estudios en Montpellier con el Prof. J. Chaptal.
Con detalle y emoción nos cuenta la contienda por la cátedra de Pediatría de Cádiz (1957-1964) y después recuerda también los pediatras coetáneos, escribiendo unas páginas evocadoras de las luces y sombras de la Pediatría, expresando las diferencias de la moderna Pediatría en la que emerge la cara y cruz de los progresos pediátricos. Fruto de sus lecciones en esta cátedra son los “Apuntes de Pediatría” que fueron la base fundamental del prestigioso “Tratado de Pediatría”. A Cádiz también lo recuerda como un paraíso perdido porque allí no sólo conoció la fama profesional y el prestigio como catedrático, sino también porque allí pasó los primeros años después de su boda con D.ª Angeles Martínez Valverde, verdadero soporte en su vida hasta su fallecimiento hace 8 años.
En los “Sesenta años de Pediatría inacabada” se relatan los cargos universitarios y actividades docentes, entre ellas su llegada a la cátedra de Pediatría de la Universidad de Barcelona en 1964, y su nombramiento como catedrático Emérito de la misma desde 1992, jubilado precozmente cuando estaba en la plenitud de sus facultades magistrales.
El Prof. M. Cruz hace de este libro, que se convierte en una verdadera lección magistral, un repaso soberbio de la historia de la Pediatría, una enseñanza deleitando que debiera ser de lectura obligada para los que piensen ejercer la Pediatría, porque, tal como nos subraya, ser pediatra no es sólo una especialidad médica, ni siquiera una vocación, sino algo más, una forma de vivir.
En las páginas de “Sesenta años de Pediatría inacabada” se adivina que el Prof. M. Cruz es un ejemplo de entusiasmo científico y de saber sacar tiempo al tiempo, de su continua lucha universitaria que impregnó de humanismo. Porque el mejor humanismo, como deja traslucir Marañón, no se ha aprendido siempre en las bibliotecas, sino errando por los caminos ásperos de la enseñanza. El humanismo no es el simple saber cosas pretéritas para almacenarlas en fichas, sino el sentir que todo el progreso se apoya en postulados de comprensión, generosidad y tolerancia.
Una vida así merece el respeto a una obra así: su Tratado de Pediatría. Y hay momentos que valen un congreso. Aquéllos que te reúnen con personas con su categoría científica y humana, una persona que me apreció y apoyó desde que era residente. Y tomamos prestadas estas palabras de García Mázquez, quien también fue recordado en el Congreso de Pediatría: “ Recordar es fácil para quien tiene memoria. Olvidar es difícil para quien tiene corazón”. Y es así es, y así será. Porque la estima vale más que la celebridad, la consideración más que la fama y el honor más que la gloria.
Gracias, Prof. Cruz, por su vida dedicada a la pediatría y por este libro que hoy recibimos y que la AEP acoge en "adopción".
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