Una vez contestadas a las dos preguntas básicas en el proceso de publicación de un artículo científico (¿por qué? y ¿para qué?), resta contestar una pregunta clave: ¿dónde? La elección de la revista adecuada en donde publicar un trabajo depende de diversos aspectos que hay que tener en cuenta, sin perder el rumbo del proceso de investigación: antes de valorar el impacto de la revista se debe haber considerado previamente la calidad científica y la importancia clínica.
- La calidad es indicativa del rigor científico, bien sea por el conocimiento que aporta, por su corrección metodológica, o por la originalidad con el que se ha diseñado el estudio o se ha resuelto la pregunta de investigación. El inconveniente es que, al no ser un concepto absoluto, la calidad requiere ser valorada por homólogos mediante un juicio que resultará subjetivo y con riesgo de sesgos.
- La importancia (o relevancia) es indicativa de la influencia potencial que el estudio puede tener para el avance del conocimiento científico, así como sobre los problemas de salud y la práctica clínica en sus diversos aspectos (diagnósticos, terapéuticos, preventivos, etc.).
- El impacto es indicativo de la supuesta difusión o visibilidad a corto plazo de una investigación entre la comunidad científica. Eugene Garfield fue el primero en sugerir el concepto de medición del “impacto” mediante la contabilización de las citas que recibían las publicaciones individuales e introdujo el factor de impacto, basándose en el promedio de las citas recibidas por las revistas.
Así pues, debe quedar muy claro que el impacto de una publicación vendrá por añadidura, pero que antes debemos aprender a realizar artículos fundamentados en la calidad científica y en la importancia clínica. Si no aprendemos a investigar (y publicar) con calidad (rigor) sobre temas importantes (relevantes) para la sanidad, difícilmente conseguiremos llegar a tener impacto (entendiendo como tal las revistas científicas en que publiquemos) o ese impacto será poco menos que estéril.
La esencia de las publicaciones científicas no debiera ser el hacer curriculum, sino el avanzar y mejorar en la atención sanitaria. Y aunque es lícito optar por revistas de alto factor de impacto (en los primeros cuartiles del Science Citation Index-Journal Citation Reports), no debemos caer en la impactolatría y sus variantes (“impactofilia”, “impactofobia” e “impacto¿qué?”).
La evolución de la publicación científica ha sido tal desde el inicio del siglo XXI que posiblemente supera cualquier pronóstico. Al menos, deberemos ser capaces de contestar o de enfrentarnos a alguna de las siguientes cuatro cuestiones:
-¿Publicación en revistas en papel o revistas digitales?
-¿Publicación en español o en inglés?
-¿Publicación en revistas de pago o revistas de acceso libre (Open Acces)?
-¿Publicación con factor de impacto u otro indicador bibliométrico?
La ciencia y el arte de investigar y publicar en biomedicina y ciencias de la salud se aprende a lo largo de toda la vida profesional. Es un aprendizaje largo, costoso y continuo. Un aprendizaje que comienza en el pregrado, que prosigue en el postgrado y que se mantiene durante todo el periodo de formación continuada. Porque sólo con un entrenamiento previo con publicaciones más sencillas y en revistas en español, se puede conseguir avanzar a las publicaciones complejas y en inglés. Y porque siempre debemos tener muy claro que para llegar al impacto científico, hay que partir de la calidad científica y la importancia clínica de la investigación. Así lo debemos hacer y así lo debemos enseñar.
Toda la información en el archivo adjunto y en el enlace propio de Acta Pediátrica Española.
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