"A río revuelto, ganancia de pescadores". Refrán popular.
En estos días convulsos, consecuencia de la aparición del primer caso mundial de Ébola contraido fuera de África, hay un enorme ruido mediático. Basta leer la prensa o darse un paseo por las redes sociales para comprobar cómo el Ébola lo domina todo... ahora que nos ha tocado a nosotros el primer caso.En África ya se cuentan por millares los muertos, desde hace ya demasiado tiempo.
Ruido mediático de todo tipo. Desde la información sobre el estado de salud de la auxiliar de clínica infectada hasta las desgraciadas declaraciones de consejeros autonómicos, pasando también por la instrumentalización política no menos desgraciada que también está teniendo lugar.
Y dentro de este ruido mediático, no podían faltar los sinvergüenzas, los vendehumos, los fabricantes de curas médicas milagrosas para el Ébola. Para el Ébola y para lo que se tercie. Lo podíamos leer ayer en "El País". Los charlatanes del Ébola. Charlatanes también de otros temas de salud, los que sean: gripe A, SIDA... Nada les es ajeno a su falta de escrúpulos ni a sus bolsillos.
Ayer tarde me di una vuelta por los foros de noticias de la prensa generalista en Internet. Y ahí están ellos, intentando sacar tajada del miedo que todo ese ruido mediático del que hablaba está generando. Alimentando el miedo alimentan su negocio. Desde los foros, desde las redes sociales (recordad: #comparteconcuidado), desde youtube. No voy a poner ni un solo enlace hacia ellos para no hacerles la propaganda que no merecen. Pero no estaría de más que las autoridades sanitarias competentes no perdieran de vista a estos sujetos que juegan con el miedo y la sensación de desamparo de gran parte de la población. Son de sobra conocidos, están en la noticia de "El País" con sus nombres y apellidos. Y sus acciones pueden llegar a ser tan graves como la propia enfermedad.
A pesar de su justificada abstención de mencionar a esos charlatanes y sus curas, sería bueno para que los lectores también podamos compartir, publicar y desenmascarar esa lúgubre trama, lado de la codicia y ambición del ser humano.
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