Hace años, la Asociación Americana de Pediatría sugirió un decálogo de recomendaciones de interés para los padres en la atención y cuidado de sus hijos. Eran consejos obvios, pero por obvios son interesantes recordar para todos. Pues bien, el primer consejo era éste:
“Lea a sus hijos cada día”: puede comenzar tan pronto como a partir de los 6 meses de edad. La lectura de los padres muestra a los niños la importancia de la comunicación y le motiva para la lectura más adelante. También proporciona un contexto para comentar diversos aspectos y para que usted pueda descubrir mejor lo que se va creando en la mente de sus hijos.
Hace justo un año compartíamos la buena experiencia de la Sociedad Argentina de Pediatría y su programa "INVITEMOS A LEER", con dos guías clave: una de ellos es la Guía para el pediatra y la otra, la Guía para padres, abuelos, tíos y hermanos.
Desde este blog, hace dos noches de Reyes, invitábamos a regalar lecturas, especialmente de libros escritos por algunos pediatras de la Asociación Española de Pediatría, pediatras que vinculan a la profesión médica el placer de escribir y la palabra.
Y hace tan solo unos días compartíamos el vídeo que podéis ver abajo, un corto titulado “Irene” de tan solo dos minutos y que os aconsejo. Finaliza con un contundente colofón: “LEO PARA SER LIBRE”.
Mensajes oportunos para regalar libros, más en esta época de regalos. Regalos para nuestros hijos, amigos, para nuestro hogar. Regalos para Reyes,... para príncipes y para mengidos. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca” nos recuerda Jorge Luis Borges y Edmondo de Amicis afirmaba aquello de “una casa sin libros es una casa sin dignidad”.
Hoy celebramos desde el blog el valor de la lectura y el valor de las palabras. Y lo celebramos recordando este texto de Pablo Neruda, publicado en su poemario de 1974, “Confieso que he vivido”.
“…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.
¡¡ Feliz LECTURA !!
Hace justo un año compartíamos la buena experiencia de la Sociedad Argentina de Pediatría y su programa "INVITEMOS A LEER", con dos guías clave: una de ellos es la Guía para el pediatra y la otra, la Guía para padres, abuelos, tíos y hermanos.
Desde este blog, hace dos noches de Reyes, invitábamos a regalar lecturas, especialmente de libros escritos por algunos pediatras de la Asociación Española de Pediatría, pediatras que vinculan a la profesión médica el placer de escribir y la palabra.
Y hace tan solo unos días compartíamos el vídeo que podéis ver abajo, un corto titulado “Irene” de tan solo dos minutos y que os aconsejo. Finaliza con un contundente colofón: “LEO PARA SER LIBRE”.
Mensajes oportunos para regalar libros, más en esta época de regalos. Regalos para nuestros hijos, amigos, para nuestro hogar. Regalos para Reyes,... para príncipes y para mengidos. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca” nos recuerda Jorge Luis Borges y Edmondo de Amicis afirmaba aquello de “una casa sin libros es una casa sin dignidad”.
Hoy celebramos desde el blog el valor de la lectura y el valor de las palabras. Y lo celebramos recordando este texto de Pablo Neruda, publicado en su poemario de 1974, “Confieso que he vivido”.
“…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.
¡¡ Feliz LECTURA !!
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