Ya hemos hablado en este blog de la sección de la revista Pediatría de Atención Primaria, llamada “LECTURA CRÍTICA EN PEQUEÑAS DOSIS”, una sección del Dr. Manuel Molina y que se vincula estrechamente con su blog “Ciencia sin seso…locura doble”, donde nos regala píldoras sobre medicina basada en pruebas y estadística. Una forma de hacer sencillo (y divertido) lo complicado (y serio).
No quiero dejar de compartir su último artículo, cuyo título es el que encabeza este post. Y donde profundiza en qué es y cómo se utiliza el índice de propensión, más conocidos por su nombre en inglés, propensity score.
Porque el ensayo clínico aleatorizado se considera el diseño más idóneo para estimar el efecto de las intervenciones sanitarias y el único tipo de estudio que permite establecer una relación de causalidad entre exposición o intervención y resultado. Y esto es en gran parte gracias a uno de los aspectos clave del ensayo clínico: la aleatorización.
Por su parte, los estudios observacionales carecen de aleatorización, por lo que los participantes de los diferentes grupos pueden diferir sistemáticamente en algunas de sus características basales. Por este motivo, no existe la seguridad de que los diferentes grupos del estudio tengan la misma distribución de covariables basales, lo que tiene como consecuencia que no puedan compararse los resultados de forma directa sin llevar a cabo alguna forma de ajuste para variables de confusión o modificadoras de efecto.
En el presente trabajo se describe el uso de los índices de propensión (propensity score) como método de ajuste alternativo al uso clásico del ajuste por regresión logística.
Vale la pena su lectura... y acercarse a este concepto que leeremos en ocasiones en artículos científicos.
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