Los epónimos son muy frecuentes en ciencias de la salud y una parte fundamental del lenguaje y de la cultura histórica de los médicos, ya que numerosas personas han dado nombre a enfermedades, síndromes y signos, partes anatómicas, procesos fisiológicos y patológicos. A pesar de ser términos etimológicamente vacíos, están ampliamente arraigados en la educación médica y en historia de la medicina, de manera que sería muy difícil prescindir de ellos, o incluso, como proponen algunos, erradicarlos.
El mayor número de epónimos proceden de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los idiomas científicos predominantes eran el inglés y el alemán. Desde el siglo pasado, el nombramiento de nuevos hallazgos con epónimos se empezó a dejar de lado y los términos pasaron a ser más descriptivos, denominando a los nuevos hallazgos con nombres de objetos naturales que permitieran hacer una asociación directa con la enfermedad, técnica, estructura anatómica, etc.
En este artículo haremos una revisión a epónimos de personajes históricos o mitológicos, de personalidades literarias o personajes de la literatura popular, del primero que describió un hallazgo, de animales, etc.
Continúa el debate científico en la literatura médica con argumentos a favor y en contra de su uso. Lo razonable parece ser mantener los epónimos clásicos que han perdurado en el tiempo, sea porque tienen mayor importancia clínica, mayor sensibilidad, especificidad y significación diagnóstica, o por su mayor importancia histórica.
Algunos epónimos tienden a ser reemplazados en la literatura, como enfermedad de Hirschsprung, que está siendo sustituida por megacolon agangliónico o aganglionosis; enfermedad de Pompe, sustituida por glucogenosis II; enfermedad de Christmas, sustituida por hemofilia B; enfermedad o mal de Pott, sustituida por espondilitis tuberculosa o tuberculosis vertebral; síndrome de Edwars, al que se prefiere trisomía 18; tumor de Wilms, para el que se propone nefroblastoma; etc.
Toda la información en el artículo adjunto y en el enlace propio de Acta Pediátrica Española.
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