PANACEA, en la mitología griega, fue una diosa de la salud, la que todo lo cura gracias a una cataplasma o poción. De ahí devino el concepto de panacea en medicina, una sustancia para curar todas las enfermedades, y en sentido figurado como algo destinado a resolver por completo un gran y multifacético problema.
Pero con ese nombre también se conoce a una revista profesional especializada de reconocido prestigio y destinada a ayudar a resolver la mayoría de los problemas de traducción médica: Panace@.
Una revista que es una “panacea” para los profesionales de la traducción, redacción, edición, corrección de estilo, terminología, lexicografía y demás actividades conexas en el campo de la medicina y de sus ciencias afines. Y también para el común de los lectores que creemos que es importante cuidar nuestro idioma español.
Acaba de aparecer el último número, libre en formato electrónico (http://www.tremedica.org/panacea/PanaceaActual.htm), el que marca la próxima celebración de los 15 años de vida de la revista. Una revista de imprescindible lectura y consulta para los amantes del lenguaje médico. Una revista que si no existiera, hubiera que inventarla. Una revista vinculada a buenos amigos, sin duda a Fernando A. Navarro, uno de sus primeros impulsores, y a su directora actual, Bertha Gutierrez Rodilla, quien tuvo el honor de encargarme la editorial, que lleva por título “Trescientos años de la Real Academia Española no son nada en medicina”.
En el artículo comienzo con una frase de Friedrich Hölderlin, “El lenguaje es el bien más precioso y a la vez el más peligroso que se ha dado al hombre”, para desgranar el tema en los siguiente epígrafes:
- El brillo del español en literatura, traslúcido en ciencia
- El español en medicina, mucho por mejorar
- El español en la era de internet: la nueva piedra de Rosetta
- Próximos pasos en años venideros: revoluciones y evoluciones
Y para celebrar el valor de las palabras y de las palabras en español, finalizo recordando este texto de Pablo Neruda, publicado en su poemario de 1974, “Confieso que he vivido”:
"...Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras..."
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