Jorge Luis Borges defendía que todo libro es una confesión, y un escritor aragonés lo llevó a efecto y convirtió su proyección autobiográfica en literatura: hablamos de Ramón José Sender Garcés, conocido como Ramón J. Sender. En sus novelas podemos diferenciar dos tendencias: por una parte, están sus novelas de intención satírica o filosóficas, que abarcan desde "El lugar del hombre" (1939) hasta "Nocturno de los catorce" (1971); por otro lado, se hallan sus novelas históricas, como "Bizancio" o "La aventura equinoccial de Lope de Aguirre" (1964). Pero la parte narrativa más importante de Sender tiene origen de su memoria histórica, como la destacada "Crónica del Alba", cima creadora en el exilio, compuesta por nueve novelas publicadas entre 1942 y 1966: "Crónica del alba", "Hipogrifo violento", "La Quinta Julieta", "El mancebo y los héroes", "La onza de oro", "Los niveles del existir", "Los términos del presagio", "La orilla donde los locos sonríen" y "La vida comienza ahora".
"Crónica del Alba" es un prodigioso edificio literario que constituye, a la vez, un valioso testimonio sobre la España de la primera mitad del siglo XX. La azarosa existencia de José Garcés (no es casualidad que el personaje literario lleve el segundo nombre y el apellido materno del autor, lo que apoya la conjetura de que el ciclo es una autobiografía novelada) se despliega a lo largo de las nueve novelas, hasta convertirse en una de las novelas imprescindibles de la narrativa española contemporánea.
Tuvieron que pasar 40 años para que un director tinerfeño, bregado en el corto y con corto recorrido en largometrajes, Antonio José Betancor, adaptara a Ramón J. Sender en dos películas consecutivas: Valentina (1982) y 1919: Crónica del Alba 2ª parte (1983), la primera sobre la infancia (todo un clásico ya), la segunda sobre la adolescencia.
La película Valentina comienza con esta dedicatoria: "A los nómadas. Les gusta recoger sus recuerdos para ponerlos a salvo de las represalias". José Garcés, excombatiente de la Guerra Civil española, desde su presidio en el campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer, rememora su feliz infancia en un pueblo de Aragón (Tauste en la realidad, Albarracín en la ficción, uno de los más bellos pueblos de España). Un flash back nos sitúa en el año 1911 y un niño de 10 años sale por la claraboya del tejado de una casa, un jovencísimo Jorge Sanz en el papel de Pepe Garcés, que se sienta allí a leer mientras contempla desde lo alto el pueblo. Desde su prisma de niño, nos habla de su familia, de sus amigos y travesuras, se su relación con su maestro y tutor Mosén Joaquín (el gran actor mexicano, afincado en Hollywood, Anthony Quinn) y de su primer amor, Valentina (una angelical Paloma Gómez).
Pepe es el menor de una familia numerosa de clase burguesa rural. Hijo de un padre severo (que le aplica llamativos azotes en el culo con una vara de los de antaño, claros malos tratos: "Serás un golfo, pero yo te enderezaré") y una madre protectora, vive a caballo entre su mundo imaginario de quijote y de poeta que lucha por conquistar el amor de su dama Valentina, allí donde doma su insaciable curiosidad con el mundo de conocimientos que le abre Mosén Joaquín, un clérigo bonachón que disculpa las travesuras del niño con pequeñas reprimendas y que intenta encauzar su inabarcable curiosidad e imaginación hacia los estudios de bachillerato que prepara.
El amor por Valentina, hija del notario del pueblo, don Arturo, es en gran medida el hilo conductor del relato. Se trata de un amor casi platónico, apenas sellado con un beso, pero sublimado en la imaginación de los niños que intercambian juramentos de amor eterno y notas secretas, lo que marcará el resto de la vida del Pepe Garcés joven, adolescente y adulto. En su mundo infantil, Pepe afronta como desafíos la oposición de ambas familias a esa relación romántica e infantil y es así como la película termina dramáticamente cuando Valentina parte hacia San Sebastián para pasar unos meses con unas tías pocos días antes de que Pepe se incorpore a sus estudios de bachillerato en Reus.
Un año después, pero rodada al mismo tiempo con el mismo equipo, pero actores más adultos (Miguel Molina en el papel de Pepe y Emma Suárez en el de Paloma) se estrenó 1919 Crónica del Alba. En esta secuela han pasado ocho años con respecto a los hechos narrados en la primera parte. Pepe Garcés es un adolescente que trabaja de mancebo de botica en Zaragoza, en un contexto de agitación política en España y mientras su familia pasa por graves problemas económicos. Pepe conoce a una criada llamada Isabelita (la muy dulce Cristina Marsillach), cuyo padrastro es un enigmático y temible revolucionario. Isabelita es un espíritu libre con las ideas muy claras: quiere evitar un destino que la aboque a la prostitución y cree que Pepe puede librarla de esa suerte, por eso se aferra a él, aunque el joven Garcés sigue enamorado de Valentina.
José Garcés a los 10 años es un niño lleno de vitalidad que duda entre ser héroe, santo o poeta, y se constituye en alter ego de Ramón J, Sender, quien usó el género de la novela para narrar su vida y las vidas de cuantos le rodearon en un trozo de su historia y de la Historia de España, en lo que algunos han venido a llamar como "novela río".
Y resta ese amor puro de la primera infancia y adolescencia, sellado con esa frase de Valentina a Pepe: "Si yo sueño contigo y tu sueñas conmigo, es como si estuviéramos juntos, ¿verdad?". Una obra y una película que marcó a toda una generación de españoles y que la música de Riz Ortolani ayuda a crear la atmósfera típica de leitmotiv. Y con ella, recordamos nuestra primera infancia y, por qué no, nuestro primer amor de infancia y juventud.