"Cada año hay dos grupos de chicos que se destacan, ¿de acuerdo?. Los chicos de buen corazón. Y los chicos de mal corazón. De esos recuerdo los nombres" le dice un profesor a un alumno. Un profesor especial para un adolescente especial en una película diferente, un filme pequeño que se hace enorme en su gran simpleza y en la forma de transmitirnos su mensaje. Hablamos de Yo, Terri una película del año 2011 del peculiar director Azazel Jacobs, un delicado retrato sobre la adolescencia marginal que se convierte en un tour de force entre Terri (Jacob Wysocki) y Mr. Fitzgerald, su profesor de apoyo (el camaleónico John C. Reilly).
La película pasó desapercibida pare el público, pero no para los entendidos de los Festivales de Sundance, Locarno, Gijón, entre otros representantes del buen cine independiente que la premiaron. Porque Azazel Jacobs, director de las muy estimables Momma's man y The GoodTimesKid, siempre ha sido mimado por el cine indie. Porque su cine minimalista y experimental se ha asimilado el cine del estadounidense Jim Jarmusch, del finlandés Aki Kaurismäki o del francés Jacques Tati.
Terri es un adolescente de 15 años, retraído y con obesidad mórbida, que siempre se viste con pijama (en casa, en la calle, en el instituto) y vive con un tío con demencia senil (no sabemos qué paso de sus padres). Alrededor de él se construye una historia mínima sobre el intenso sentir de un adolescente introvertido que no es aceptado, aunque nada parece cruel, solo ocurre así. Su rutina es demasiado monótona, pero así lo acepta, porque no tiene ninguna expectativa o ansiedad de conseguir grandes éxitos sociales, porque está solo en la vida y porque ve la vida de otra forma. Y quizás por ello, ciertas pequeñas cosas le parece un descubrimiento, como el poner trampas con queso chedar a las ratas del desván, y hasta se emociona cuando descubre que las ratas muertas son alimento de otros animales, algo que siendo lo normal, a él le parece una situación bastante crucial. Pero no le entusiasma el instituto (no es de extrañar, porque sus compañeros se ríen de su obesidad y sus profesores le ignoran), por lo que llega tarde con demasiada frecuencia a la escuela. Y por ese motivo es derivado a Mr. Fitzgerald, que actuará como un profesor consejero que le asigna reuniones para poder averiguar lo que necesita: "Nos reunimos una vez por semana y vemos qué tal estamos. A ver cómo nos trata el mundo".
Y así surge esa peculiar relación entre alumno y profesor, quizás porque el profesor verá en Terri precisamente lo que él fue en su adolescencia. Y por ello intentará ayudarle a superar las dificultades para integrarse en su entorno y en el seno de la sociedad. Terri descubrirá una nueva manera de enfocar su vida casi sin darse cuenta y quizás porque el chico necesita simplemente alguien con quien hablar y alguien a quien querer. Surge una historia paralela con dos compañeros de clase, un chico rebelde, el único que se acerca a él, y una chica que le atrae, y a la que por una mala jugada de un ex novio ha quedado con mala reputación en la escuela: los tres viven una peculiar escena en la habitación de Terri producto de sustancias lisérgicas. Estas relaciones le permiten a Terri indagar sobre un estilo diferente de vida. Y todo esto para que Terri observe el mundo a su alrededor e intente ser alguien valioso en el mundo.
Yo, Terri nos demuestra que una pequeña película sin efectos especiales puede llegar a ser tan importante como cualquier gran producción... o más. Y nos quedan algunas de esas palabras que Mr. Fitzgerald dice a Terri en sus sucesivos encuentros, mensajes positivos ("Me gusta esta persona. Veo con entusiasmo estos días y mi vida"), mensajes realistas ("La vida es un lío, amigo... pero todos lo hacemos lo mejor que podemos"), mensajes de experiencia ("Para algunas personas, Terri, nunca es suficiente").
El abrazo final de Terri a Mr. Fitzgerald, su paseo por el campo y la sonrisa al cielo y la luz... nos dan la suficiente esperanza de pensar que nuestro protagonista ha conseguido tener un poco más de valor en el mundo.
Y Terri se suma al conjunto de jóvenes personajes con obesidad mórbida que nos viene regalando Cine y Pediatría, todos ellos con vidas peculiares. Recordamos Claireece "Precious" Jones en la película Precious (Lee Daniels, 2009), a Aviva en la película Palíndromos (Todd Solondz, 2004) o a Zachary Beaver, "el chico más gordo del mundo", en la película Las aventuras de Zachary Beaver (John Schultz, 2003).Y todos ellos, como nuestro Terri, buscan mejorar su autoestima y buscan su valor en el mundo.
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