Se ha descrito un aumento de los casos diagnosticados de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), así como del consumo de medicación para el mismo en muchos países. Este fenómeno representa un problema de salud pública, siendo actualmente el trastorno neuropsiquiátrico infantil más frecuente.
Presentamos un estudio restrospectivo de pacientes derivados a la consulta de Neuropediatría por sospecha de TDAH, a la que se le aplican los criterios diagnósticos del DSM-IV y cuyo objetivo ha sido determinar el porcentaje de pacientes que presentan TDAH del global de los enviados por este motivo, y explorar los factores epidemiológicos y clínicos asociados al diagnóstico.
Resultados. De los 280 pacientes, 224 eran varones (relación niños/niñas 4/1) con una edad media ± desviación estándar de 8,4±3,08 años. El 49% fue remitido desde el ámbito escolar. El 64,9% de ellos nacieron en el segundo semestre del año, fenómeno que es más acusado en las mujeres. Tras la evaluación de los sujetos, un total de 139 casos fueron diagnosticados (49,7%).
Los factores asociados a un incremento de diagnósticos de TDAH fueron: el sexo varón, el TDAH parental, trastornos del sueño asociados, la presencia de tics y la ausencia de retraso del desarrollo psicomotor.
Conclusiones. Solo la mitad de los niños enviados con sospecha de TDAH fueron diagnosticados del trastorno. La mayoría se encuentra entre los más jóvenes del curso escolar, sugiriendo una sobreestimación de la sospecha. Una entrevista clínica donde se explore la psicopatología parental, los trastornos del sueño y los tics parece necesaria para mejorar el proceso diagnóstico.
Por tanto, este estudio refuerza la necesidad de un abordaje multidisciplinar para evitar un etiquetado erróneo de los pacientes, que tenga en cuenta las dificultades propias en el aprendizaje de los niños más jóvenes, ya que parece que los más inmaduros del curso escolar tienen más riesgo de ser enviados para su evaluación. Este dato se asocia a una elevada comorbilidad observada con los trastornos del aprendizaje, del lenguaje, problemas de conducta y problemas del sueño. También parece juicioso explorar la existencia de trastornos psiquiátricos en los padres, en especial la posibilidad de que alguno de los progenitores presenten síntomas de TDAH, por la alta heredabilidad del trastorno. El entorno familiar constituye un pilar básico para el manejo completo del paciente, tanto para su diagnóstico como para el tratamiento, ya que en ocasiones se objetiva una compleja disfunción familiar.
Porque está claro que el TDAH existe y no es una enfermedad inventada, pero también está claro que hay que evitar el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, y aplicar desde el principio al final la prevención cuaternaria en el TDAH. Porque la infancia no es (ni debe ser) un trastorno mental.
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