Lo reconozco: me creí la noticia entera.
Hasta el fondo, yo que suelo desconfiar de todo lo que leo sin antes pasarlo por la corteza cerebral, la encargada de separar el grano de la paja, lo esencial de lo superfluo, la verdad de la mentira.
Me leí entero el artículo del pasado fin de semana publicado en el diario "El Mundo" sobre el caso de Nadia Nerea, una niña afectada de una enfermedad rara, la tricotiodistrofia. "Cuando no hay nada para Nadia" era su título. Quizá fue la influencia prenavideña o que mi corteza cerebral se echó a dormir aquel día dejando a la amígdala cerebral, la responsable de las emociones, de guardia. No lo cribé, lo colgué en mi perfil de Facebook y muchas personas lo compartieron.
No seré yo quien juzgue a estos padres - aunque el padre es quien ha salido en todas partes es de suponer que la madre no era en absoluto ajena a esta situación-. Lo que de verdad me preocupa es la niña: Nadia.
Nadia tiene una enfermedad rara real. Exagerada en cuanto a su pronóstico por su padre pero lo cierto es que tiene esa enfermedad, a tenor de los escasos informes que el padre ha colgado en su cuenta de Facebook. Quizá esto es lo único cierto de toda esta triste historia.
Si como parece todo se confirma, Nadia ha sido explotada por sus progenitores como fuente de ingresos. Ha sido utilizada de una manera descarada. Ha sido paseada por platós de televisión - la historia de Nadia no comenzó el pasado fin de semana, viene de muchos años atrás -, sus padres la exhibían en platós, blogs y en la página en Facebook de la Asociación Nadia Narea para la tricotiodistrofia y enfermedades raras. Nadia, indefensa ante la explotación que de ella se ha realizado. Su rostro es conocido por parte de todo el mundo aunque yo haya puesto una foto suya con el rostro borrado, como debe hacerse cuando de menores estamos hablando. Su derecho a la intimidad ha sido violado.
¿Qué va a ser de Nadia? Muchas personas han donado dinero y ahora se sienten estafadas con toda la razón del mundo y será la Justicia - que ya ha tomado cartas en el asunto - la que dirima las responsabilidades pertinentes. Nadia es la criatura más indefensa de toda esta historia. Y va a necesitar mucha ayuda, y no precisamente monetaria. Ayuda por parte de aquellos familiares suyos que sean ajenos al montaje de los padres. Ayuda de los servicios sociales, pues no sé si toda esta historia no da para incluso una retirada de la guardia y custodia a los padres.
No tengo respuestas. No entiendo por qué hay personas que se comportan del modo en que lo han hecho los padres de Nadia. No entiendo por qué hay periodistas que no comprueban los datos que reciban, Quizá sea por aquello de que "no dejes que la verdad te arruine un buen titular". Vivimos a demasiada velocidad y a veces tomamos como cierto, sin una mínima reflexión, aquello que leemos en las redes sociales, en la prensa on line... No. La reflexión no está de moda. Nos movemos por impulsos en vez de por decisiones razonadas.
Yo asumo mi parte de responsabilidad al hacerme eco, como tantos otros, del reportaje del diario "El Mundo". Mi corteza cerebral está nuevamente despierta. Y... la "lectura crítica" de las noticias y reportajes que leemos en la prensa es fundamental. Lamentablemente no podemos fiarnos de nadie.
Muchas gracias a "Hipertextual" cuyo reportaje del pasado 30 de noviembre me - nos - abrió los ojos a todos los que nos tragamos la noticia sin anestesia.
Pero la pregunta persiste: Y ahora, ¿qué va a ser de Nadia?
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