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sábado, 25 de marzo de 2017

Cine y Pediatría (376). "Mater amatísima" y el dilema del cine de culto


El mar. Una máquina de escribir. Un barco de carga varado en el mar. Una chica lo mira. Unos autos de choque. La máquina de escribir y frases: "Tenía miedo. Mucho miedo...". Un avión que aterriza de noche. Se lee esta frase a través del tecleado de la máquina de escribir: "Desde aquel instante supe que había nacido desconectado". Una habitación con ordenadores de los que fueron de primera generación. Una madre en estado avanzado de gestación que afirma que va a tener el hijo sola y está contenta. La camilla con la madre por un pasillo. El parto real de un niño mientras suenan los segundos del reloj. Y todo esto durante los créditos iniciales de la película. 

Así comienza una peculiar película de un peculiar director, el barcelonés José Antonio Salgot, quien siempre fue un director arriesgado en su corta filmografía (seis película en tres décadas) y que abarca desde Serenata a la luz de la luna (1978) a Myway (2008), pasando por Dama de Porto Pim (2001) o su obra más carismática y que nos convoca hoy: Mater amatísima. Una película del año 1980 y que con el paso de los años nos sigue dejando bastante exhaustos como entonces, pues es una película muy dura, donde el espectador se enfrenta a un guión, a unas imágenes, a una música y a una historia realmente difícil, de ver y de comprender. Esas difíciles preguntas sin contestar ante el amor infinito de una madre con su hijo autista enfrentados al camino de la autodestrucción ante una sociedad que la deja sola... Y aparece la claustrofobia, la de la propia madre y la de los espectadores.

La sinopsis de la película puede ser muy breve, pero el análisis bastante más profundo. Clara (Victoria Abril, ante la negativa de Pepa Flores, Marisol, para el papel) da a luz a un niño autista. Cuando conoce la enfermedad que tiene su hijo, se niega a entregarlo a una institución especializada y decide dedicarse por completo a su cuidado. Las necesidades de Juan (Julito de la Cruz, un niño autista de verdad y verdadera sorpresa, atrevimiento que dio muchos quebraderos de cabeza al director) aumentan al mismo ritmo que crece y la fijación de la madre por el niño deriva en enfermiza, hasta el punto de iniciar un proceso de aislamiento del mundo similar al de su hijo, en un completo proceso de identificación, apoyado en la experimentación con drogas. Para Clara no existe nada más en la vida que Juan, en una lenta desintegración emocional que le lleva a perder su trabajo y que deriva en consecuencias dramáticas. La identificación de Clara con su hijo es tal, que se va aislando del mundo exterior para dedicarse solamente a él... y ya es difícil identificar quien está más aislado del mundo. 

Una película que se fundamenta en una puesta en escena de planos muy fríos frente a planos muy intensos, con un uso vanguardista del sonido y la banda sonora de Vangelis (el afamado compositor griego que al año siguiente ganaría un Oscar por la banda sonora de la película Carros de fuego y poco después pondría también música a la icónica Blade Runner), y un "tour de force" notable entre dos personajes, madre e hijo, Clara y Juan, Victoria Abril y Julito de la Cruz (a quien va dedicada esta película, pero en la que el director explicaba la enfermedad de su propia hermana). Y que se recuerda por las escenas psicológicamente no fáciles: el apagar las velas de su tarta de cumpleaños, la escena frente al espejo roto, la escena del cuchillo, la de la pecera, la de las diapositivas frente a niños con discapacidad, etc. Un film ecléctico donde se mezclan elementos tecnológicos cercanos a la ciencia-ficción en aquel momento (los ordenadores, las impresoras, el robot), tal vez estableciendo un paralelismo entre la inteligencia artificial y la imposibilidad de la protagonista de alejarse de su programación natural como madre. 

Y en los albores de la película, la doctora realiza a la madre una exhaustiva descripción de lo que es el trastorno del espectro autista: "En general los autistas son pacientes con un mundo propio" o "Las relaciones con las cosas y con los demás lo viven a su manera". Mientras a Juan se le realiza un EEG con fotoestimulación, aparecen otros comentarios sorprendentes: "Deberías racionarle las caricias"

Y durante todo el metraje los pensamientos en off del niño, algunos como este: "Quiero estar solo con mamá. Solo ella y yo y los electrones en mi cabeza...". Y en las televisiones imágenes de películas que reconocemos: Mogambo, El cebo, Pinocho,... Y el final, casi esperado, con la música de Vangelis para acompañar un acto de complicada valoración. Un final sin concesiones que queda impreso en la retina del espectador. 

Lo cierto es que esta película tuvo en su momento un recorrido internacional interesante, pero cayó rápidamente en el olvido, aunque sea una película de culto, por ser una de las películas más arriesgadas de la época. Porque José Antonio Salgot y Bigas Luna, este último en labores únicamente de guionista, aúnan esfuerzos para ofrecernos una relación maternofilial obsesiva (con el autismo real del hijo y el infringido en la madre) y una película algo asfixiante, donde quizás pese bastante sobre ella el paso del tiempo. 

Se define en Wikipedia película de culto "a cualquier tipo de producción cinematográfica que ha adquirido alguna clase de culto popular, ya sea por su formato, su producción, su trama o su significado histórico". Las películas de culto frecuentemente se asocian con la polémica y por alguno (o los dos) motivos siguientes: por incluir ideas o temas notablemente controvertidos o por presentarlo de un modo alejado de los convencionalismos estéticos o narrativos. Cabe señalar que con el tiempo muchas películas de culto han trascendido este estatus, pasando a ser reconocidas como clásicos cinematográficos de un modo universal. ¿Y por qué es cine de culto Mater amatísima? Al menos por los siguientes elementos: por su osadía formal y temática, por su lejanía del cine convencional y por su condición de cine maldito español. 

No olvidemos que en el ránking de mejores películas de culto se incluyen obras muy conocidas (y reconocidas), algunas ya en Cine y Pediatría. Entre ellas, enunciamos esta clasificación de las 50 consideradas más populares: La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971), Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), El club de la lucha (David Fincher, 1999), Donnie Darko (Richard Kelly, 2001), Kill Bill:Vol1 (Quentin Tarantino, 2003), El precio del poder (Brian de Palma, 1983), Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992), Pesadilla antes de Navidad (Henry Selick, 1993), 12 monos (Terry Gilliam, 1995), El muro (Alan Parker, 1982), Blade Runner (Ridley Scott, 1982), El gran Lebowski (Joel Coen, 1998), Miedo y asco en Las Vegas (Terry Gilliam, 1998), The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975), La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), El hombre elefante (David Lynch, 1980), El club de los cinco (John Hughes, 1985), La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), Los dioses deben estar locos (Jamie Uys, 1980), Dentro del laberinto (Jim Henson, 1986), Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999), Los Caballeros de la Mesa Cuadrada (y sus Locos Seguidores) (Terry Jones, Terry Gilliam,1974), El Topo (Alejandro Jodorowsky,1970), El Ejército de las Tinieblas (Sam Raimi,1992), Cabeza Borradora (David Lynch, 1977), Jóvenes Ocultos (Joel Schumacher, 1987), Pink Flamingos (John Waters, 1972), Freaks (La Parada de los Monstruos) (Tod Browning, 1932), Un Mundo de Fantasía (Mel Stuart, 1971), Brazil (Terry Gilliam, 1985), La Princesa Prometida (Rob Reiner, 1987), Napoleon Dynamite (Jared Hess, 2004), La Montaña Sagrada (Alejandro Jodorowsky, 1973), Easy Rider (Buscando mi destino) (Dennis Hopper, 1969), El Ataque de los Tomates Asesinos (John De Bello, 1980), Clerks (Kevin Smith, 1994), Dead Man (Jim Jarmusch, 1995), Quadrophenia (Franc Roddam, 1979), Los Elegidos (Troy Duffy, 1999), Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981), Flash Gordon (Mike Hodges, 1980), Zombi (Dawn of the Dead) (George A. Romero, 1979), Los payasos asesinos del espacio exterior (Stephen Chiodo, 1988), Las aventuras del Barón Münchausen (Terry Gilliam, 1988), El cuchitril de Joe (John Payson, 1996), Arizona Baby (Joel Coen, 1987), Salvaje! (Laslo Benedek, 1953), Re-Animator (Stuart Gordon, 1985), El Vengador Tóxico (Michael Herz, Lloyd Kaufman, 1984), Barbarella (Roger Vadim, 1967). 

Y entre estas películas de culto, hoy hemos hablado de una de ellas en España. Una mirada diferente al autismo y sus consecuencias.

 

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