En el último curso de la AEPap (Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria) llevado a cabo en Madrid hace un mes se trataron temas de amplio interés y de amplia divulgación, pues todas las presentaciones están en formato libre, tal como ya hemos comentado en el blog hace unos días.
Pero hoy quiero comentar un tema, muy estimado por mí y por este blog: el dilema sobre los cribados y la necesidad de implementar la prevención, pero especialmente la prevención cuaternaria en esta cuestión: revisar 1, 2 y 3.
Mi buen amigo y colaborador, el Dr. Jaime García Aguado, expone con claridad este tema en un artículo con el mismo título que he elegido para este post, emulando el soliloquio de la obra de William Shakespeare, Hamlet (escrita alrededor de 1600), en el acto tercero, escena primera.
En su resumen ya estructura las líneas clave:
"Los programas de cribado buscan la reducción de riesgos en individuos asintomáticos. Deben estar basados en la evidencia y su puesta en marcha abarca una serie de pasos que incluyen la realización de la prueba de cribado, el estudio diagnóstico de los casos positivos, el tratamiento y seguimiento de los enfermos detectados y la evaluación del programa para garantizar que se cumplen los objetivos. El cribado divide a la población en dos
grupos, uno de mayor y otro de menor riesgo de padecer el trastorno buscado, pero no proporciona certeza diagnóstica. Como toda actividad sanitaria, tiene riesgo de causar daño. Los programas de cribado deben tener evidencia de que el beneficio
que producen al conjunto de la población es mayor que los riesgos, tanto en los estudios de investigación (eficacia) como en la práctica habitual (efectividad). Algunos aspectos clave del cribado son la necesidad de dar información objetiva y equilibrada sobre el balance de beneficios y riesgos a las personas invitadas a participar y la necesidad de incluir tanto el análisis económico como las consideraciones éticas antes de su implementación. Los principios que se aplican al cribado en general deben aplicarse también en el cribado genético, con la salvedad de que en ocasiones el objetivo en este caso no es la disminución del riesgo, sino la obtención de información que facilite la toma de decisiones".
Y en el artículo, de aconsejable (e íntegra) lectura en este enlace, desgrana puntos de gran interés:
- Qué es y qué no es cribado
- Qué hace el cribado y cómo lo medimos
- Cribado genético
- Algunos aspectos clave del cribado: Información, Economía, Ética, Evaluación.
Hace 12 años publicamos el artículo adjunto y que, en algunos puntos se solapa con el anterior, y en otros se complementa.
Porque debemos tener una gran sensibilidad por la prevención bien entendida y un elevado grado de alerta por la conocida como "pornoprevención", poniendo especial énfasis en el potencial perjuicio del sobrediagnóstico (falsos positivos), causa de ansiedad e intervenciones innecesarias, y también en los sesgos del cribado (sesgo de adelanto del diagnóstico, sesgo de duración de la enfermedad y sesgo de participación).
Si Hamlet levantara la cabeza, a buen seguro que no contestaba con clarividencia esta cuestión. Y es que para cribar, hay que tener muy claro dónde está el grano y donde la paja.
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